Sobre la construcción de la Historia colombiana

Editorial tercer número

Jenny Marcela Rodríguez*

La preocupación por la división cronológica se encuentra desde la antigüedad, pero solo hasta Hegel se genera una nueva noción de la historia; sin embargo, muchos la han olvidado, ni siquiera se han atrevido a entenderla, o simplemente se burlan de ella.

Hegel nació en 1770 en Stuttgart. Desde muy joven se vio deslumbrado por los ideales de la Revolución Francesa. Entre sus obras, influenciadas por filósofos como Aristóteles, Kant, Rousseau, Fichte y Schelling entre otros, se encuentran la Fenomenología del espíritu (1807), Ciencia de la Lógica (1812-1816), Enciclopedia de las ciencias filosóficas (1817), La filosofía del Derecho (1821), y posterior a su muerte en 1831, configurados por sus discursos y los apuntes de sus estudiantes a los diferentes seminarios que impartía están Lecciones de Estética (1832), Lecciones sobre filosofía de la religión (1832), Lecciones de historia de la filosofía (1833-1836) y Lecciones de filosofía de la historia universal (1837); este último libro que ha servido de base para la realización de este escrito.

 Es importante tener en cuenta un aspecto fundamental dentro de la idea de historia en Hegel, la que define ante todo, como el desarrollo de los actos del hombre, del pueblo allí donde “el espíritu se explicita y manifiesta en las figuras multiformes”, el resultado de la razón (de la idea), del actuar racional de dichos pueblos esto siempre teniendo en cuenta que la historia se debe entender racionalmente ya que esta sujeta por lo hombres, seres racionales.

 Por tanto, es necesario entender que la historia no es ni debe ser la acumulación sin fin de una serie de “noticias”, como llama en algún momento a  los acontecimientos sucedidos en el tiempo. Aunque si bien es importante “recoger fielmente lo histórico”, también es imposible no construir sobre dichos acontecimientos un punto de vista racional y subjetivo, es decir, poder interpretar los acontecimientos en la totalidad de los puntos de vista sin limitarse a grandes hechos o a grandes personajes.

 Como este “progreso” ocurre racionalmente, se hace necesario que posea para su análisis unas ciertas categorías racionales que permiten su reflexión; estas son: variación, rejuvenecimiento, razón y fundamentalmente la Libertad, que es para Hegel, motor y sentido de la historia.

 Variación y rejuvenecimiento tienen que ver justamente con los procesos de cambio y desarrollo de los pueblos; dichos acontecimientos, aunque posean una “belleza” nunca igualada terminaran, en ese sentido no debe entenderse como un fin, es así como expone el rejuvenecimiento como “no un simple retorno a la misma figura; es una purificación y elaboración de si mismo”; eso mismo posibilita la idea de progreso, el no quedarse en una figura estática; por lo contrario crea nuevos problemas, nuevas inquietudes que le posibilitan salir de esas primeras etapas de juventud y pasar a una madurez, que permite que el espíritu de los pueblos llegue a ser auto conciente.

 Es aquí cuando entra a configurarse la tercera categoría, la Razón. En este sentido, Hegel es muy preciso al sustentar que “la razón ha regido y rige el mundo y, por consiguiente, también la historia universal”; en la mayoría de casos esta razón está expresada en el actuar de los hombres; así no sean concientes de ello, esto es “el hombre piensa, aun cuando no tenga conciencia de ello”, esta conciencia de sí o autoconciencia es la Libertad, lo que daría paso a la cuarta categoría, la Libertad, que es el principio fundamental que hace posible la historia. Sólo teniendo conciencia de la Libertad se puede ser libre (pero no basta con tener conciencia de la Libertad, sino que es necesario hacerla realidad, objetivarla).

 A partir de la elaboración teórica que Hegel realiza de la historia, es posible detenerse y penar como se ha configurado la historia de nuestro país. Es costumbre y fácilmente se puede evidenciar, que en las aulas, sea cualquier grado académico que se este hablando, en Colombia, a pesar que se ha hecho un esfuerzo por construir la historia entendida como progreso y no como datos inconexos y segmentarios, ha pasado en vano.

 En la sociedad colombiana, se espera que un historiador, posea, dentro de su conocimiento académico, una serie de datos cuantitativos y cualitativos, fechas, personajes, acontecimientos y lugares, y que su actividad sea simplemente narrativa pero a un nivel muy alto, casi como contar un “cuento” con bases históricas.

 La construcción de la historia de nuestro país, acostumbra a limitarse en un aspecto meramente memorístico, o, en palabras de Hegel, en “un circulo que descansa encerrado en sí”, donde, lejos de auto reflexionar de nuestra posición como sujetos históricos, preferimos el dicho de la abuela “más vale malo conocido que bueno por conocer”; por eso, cuando unos pocos reflexionan de nuestro país, de múltiples maneras, son silenciados y considerados los enemigos de la patria; por tanto no se presenta ese aspecto que Hegel considera fundamental, esto es, generar criticas y contradicciones, permitiendo que el espíritu este en movimiento y supere esas etapas de “juventud”, que reflexione sobre si mismo y se desarrolle, busque su objetivo, la Libertad, concepto que Colombia no parece conocer.

 El problema fundamental de este aspecto memorístico, que no solo se limita a nuestra “información” histórica, además la de las demás naciones traería varias consecuencias; una de ellas sería la inexistencia de una identidad nacional, ya que todos estos aspectos no se reflexionan y por tanto no requieren el esfuerzo del conocimiento, estando entonces, todos los esfuerzos del pueblo, se cierran en la costumbre”, donde ya no hay vida alguna, y camina así hacia su muerte natural”; este estado de las cosas no asiente que el espíritu se transforme, ya que no estaría en movimiento; los cambios únicamente se presentan en pequeñas fracciones, basadas en movimientos particulares, donde la historia se construye según estas “pasiones” individuales, donde el pueblo en verdad no participa, ya que no están allí evocados sus intereses.

 Gracias a este “estado vegetativo”, si le echamos un vistazo a lo que se ha constituido como “nuestra” historia nacional, sería fácil ver que ciertos aspectos no cambian, como por ejemplo, las zonas geográficas donde se han presentado los más grandes conflictos bélicos y movimientos económicos, las mismas familias que, generación tras generación, han llevado la pauta en decisiones políticas, económicas e incluso sociales, la mayoría de los colombianos, preferimos seguir apáticos, y esperamos solo apoyar las pasiones o deseos de unos pocos, sin pensar trasformaciones más grandes.

 Este, aunque representa un análisis inicial de esa relación de la idea de la historia universal de Hegel y la elaboración de la historia de Colombia, debe entenderse como el esfuerzo por lograr una comprensión de lo que, como pueblo hemos sido y somos, una visión reflexiva del papel de todos los miembros de la sociedad, que no puede limitarse a los grandes personajes, que como es evidente, parecieran ser un “reencauche” de una formula que en algún momento se dio y se pretende que siga funcionando. No podemos seguir, como historiadores y como hombres y mujeres académicos, construyendo una historia inmediata, fácil de olvidar; somos un pueblo amnésico; fácilmente olvidamos lo que nos acontece, por tanto, es nuestra obligación, constituir una historia reflexiva, para poder ver el progreso de la “idea”, la búsqueda de esa Libertad, no limitada por unas cadenas físicas. Hay quienes no entienden o niegan esta idea filosófica de la historia, pero es importante acercase a ella y generar así conciencia, autoconciencia, generar Razón.

 

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.

ARTE-FACTO. Revista de Estudiantes de Humanidades
ISSN 2619-421X (en línea) julio de 2017 No. 3

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