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Ocho años en una taza de café
Daniel Restrepo Sánchez*
Son las tres de la madrugada y la taza de café humeante que tengo delante no se decide a aclararme si es muy temprano o muy tarde. Otra vez se me pasaron las horas escribiendo comentarios de forma y contenido entre renglones de textos escritos a la carrera, sin cuidado y sin gracia. Y frente al humo que se levanta de la taza, no puedo más que recordar, con una sonrisa rota y hacia adentro, esa sensación de hace años cuando todavía creía en la docencia, no tenía canas en la barba y los renglones que leía me parecían mejor escritos.