Valentina Gutiérrez González*

Uno, dos, tres,
Uno, dos, tres
Son incontables los rostros blancos que salen a flote en un lago plagado de flores, son rígidos y a la vez hermosos, son Ofelia y a la vez Siddal

Carlos Alberto Marroquín Mendoza*

El dolor, aquella sensación que nos cava el alma y a su vez en su ausencia podemos probar un trozo del pastel de la alegría, era una noche más en la vida de Azucena, una persona distinguida por su trabajo duro y perseverancia, que venía de una crianza bastante difícil pero que a la vez estaba experimentando el camino por ser madre, acompañada por su esposo Édgar que pese a estar siempre responsable y en constante lucha por el futuro de su familia, también se enfrentaba a bastantes demonios internos.

Laura María Urbano Feo*

El arte de la música ha estado presente en la vida de los seres humanos desde tiempos inmemoriales. Hoy en medio de incontables melodías sin sentido ni rumbo, la música se sumerge en el gran mar de la ostentosidad y la superficialidad. Tristemente, han quedado en el olvido aquellas letras poéticas, que, en compañía de notas inspiradoras, armonizaban con cada compás memorias de vida y sentimientos puros de corazón. Junto con esto, la dedicación y la honestidad han perdido la batalla contra el ilusionismo y el deslumbramiento que se halla en la frivolidad de los espectáculos. Así, se alimenta el alma de la ligereza presente en canciones con elementos disonantes, que al buscar desesperadamente la fama, dejan completamente de lado el ocio y la vitalidad que debería representar y brindar la música.

Santiago David Cadena Rojas*

En la vida las cosas van y vienen, el ciclo del vivir siempre llega a su fin, pero no se sabe a ciencia cierta cuándo será ese óbito, cuándo será el último día en que estemos con nuestros seres queridos compartiendo, riendo o llorando. La repentina muerte llega sin avisar, a ella no le importan las cosas que cada quien sienta; esta es la historia de muchos, particularmente la de “Lola”. Era una tarde calurosa en Medellín, capital de Antioquia, cuando ella, una trabajadora del común, quería distraerse y despejar su mente del trajín de todos los días, de estar siempre ocupada y no poder dedicarle más tiempo a su hijo Carlos Andrés Henao, y decide así planear un paseo a algún lugar cerca de donde vivían.

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