María Fernanda Gualteros Posada*

La alarma sonó justo cuando estaba a punto de encontrar la cura a una extraña enfermedad que en mis sueños acongojaba a la sociedad, aún sin abrir mis ojos mi mano tanteó debajo de la almohada hasta encontrar el celular y, abriendo un ojo, desactivé el insoportable sonido. Me disponía a seguir durmiendo cómodamente y con suerte seguir la misma línea de sueño; sin embargo, recordé en ese instante que era 22 de Julio, la inducción a la universidad apareció como por arte de magia en mi aún nublado pensamiento. Poco a poco y de mal humor me levanté de mi tibia cama, eran las 7:10 am, agarré mi toalla y cuando pensaba salir del cuarto a causa de mis ojos entrecerrados choqué con la puerta, en verdad el día no podría estar peor, esta vez con mal humor tomé el pomo de la puerta con mi mano derecha, mientras que en la izquierda sostenía la toalla y mi celular; salí parsimoniosamente de mi cuarto al baño que por suerte quedaba justo al lado.

Karen Daniela Criollo Duarte*

Las historias son una excusa del mundo para hacer inmortales los momentos, contamos diferentes sucesos para conmemorar o usar de ejemplo… Ejemplo para saber qué está bien o mal hacer y de una u otra manera cambiar las decisiones de la vida. Las historias son la excusa perfecta para volver a vivir ¿pero si no existiera ya quién puede contar o escribir estas palabras? ¿Cómo volver a vivir?

Juan Sebastián González*

Eran las once de la mañana en los barrios pobres de Bihar, una ciudad india azotada por la escasez y en donde últimamente se oyen más gritos que carcajadas, en donde se ven más caras largas que sonrisas alegres y en donde ahora hay más dolor que de costumbre.

Danilo José Bolaño Pacheco*

Voy a narrar el acontecer de un extraño y sorprendente día que ocurrió en mi añorado pueblo de mi juventud, Pivijay, Magdalena, y que sucedió en la casa donde di mis primeros pasos y transcurrió parte de mi juventud en comunión con mi familia.

Yulieth Tatiana Holguín Alfonso*

Todo comenzó un domingo 15 de marzo, faltaban 10 minutos para que fueran las 8 de la noche, esta era una noche fría, el cielo estaba nublado y se sentía el cansancio en mi cuerpo de un fin de semana agotador, con un exceso de trabajos acumulado. Me encontraba con mi familia en la sala cuando de repente recibí un correo de la universidad donde me informan que se suspenden las clases por la pandemia del Covid-19 que está afectando al mundo entero. En este momento, a pesar de las circunstancias, me alegré mucho porque tenía la esperanza de volver a mi pueblo y poder compartir con mi familia, mi alegría era inimaginable, la noche fría se volvió una noche de delirio para poder viajar pronto. Empecé a alistar mi maleta y organicé todo, ya que mi madre me había dado la maravillosa noticia de que a las seis am del día siguiente emprenderíamos ruta hacia mi hermoso pueblo.

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