Yulieth Tatiana Holguín Alfonso*
Todo comenzó un domingo 15 de marzo, faltaban 10 minutos para que fueran las 8 de la noche, esta era una noche fría, el cielo estaba nublado y se sentía el cansancio en mi cuerpo de un fin de semana agotador, con un exceso de trabajos acumulado. Me encontraba con mi familia en la sala cuando de repente recibí un correo de la universidad donde me informan que se suspenden las clases por la pandemia del Covid-19 que está afectando al mundo entero. En este momento, a pesar de las circunstancias, me alegré mucho porque tenía la esperanza de volver a mi pueblo y poder compartir con mi familia, mi alegría era inimaginable, la noche fría se volvió una noche de delirio para poder viajar pronto. Empecé a alistar mi maleta y organicé todo, ya que mi madre me había dado la maravillosa noticia de que a las seis am del día siguiente emprenderíamos ruta hacia mi hermoso pueblo.
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