Ricardo Cubillos Neuta*
Es una historia de un pequeño que se encuentra en un tiempo crítico por una enfermedad que significa la muerte. En el transcurso del tiempo pasan muchos sucesos, pero a su vez encuentran solución. Aquel niño acompañado de su madre logra combatir esta enfermedad que le cambia la vida de una manera sorprendente. La historia es real.
Esta historia se basa en un niño humilde que no sabe qué es la vida, la vida le oculta un momento difícil que ni la soledad puede estar en aquel lugar ni tampoco en el tiempo.
Para el niño el momento de jugar o conocer los juguetes es el trabajo duro porque la felicidad está en el dinero; en el transcurso del tiempo este niño vive los días con normalidad (son niños que no tienen razón de reconocer la vida con responsabilidad), también se conoce el círculo social que él habita: el niño vive en el campo donde solo su vista está cubierta de animales y paisaje, su compañía era su familia. Por lo tanto, el tiempo era el peor enemigo de este niño porque ha llegado la hora oscura sin una luz sin salida, pero sin medir los pasos el pensamiento de este pequeño fue la herramienta para que tuviera la luz o llamada esperanza, ¿este niño tiene estudios? Los estudios para él no eran de gran agrado, pero aun así el pensamiento no obedece a la fortaleza de la educación formal; el niño da un paso sin saber cuál es el camino de verdadera realidad, el camino que escogió es el camino de piedras, pero él sin mediar alguna, comienza conocer esta zona es ahí donde la muerte se revela: “EL CANCER SOY YO”.
El cáncer llega a esta finca que está ubicada en la ciudad de Bogotá, en el primer día de esta oscuridad todo estribaba en su alrededor, porque la finca se estaba transformando en un campo de recolección de escombros: el trabajo del niño se aumentaba mucho más; por ello, llegó una tarde que estaba en conjunto de un sol que ilumina con rigidez y con mucho aire que ni siquiera los árboles se quedaban quietos; estos eran los únicos elementos que lo acompañaban en su duro trabajo de recolectar lo reciclable y deshacer la basura (elementos de laboratorio, por ejemplo) pero en ese momento la basura no transporta bacterias ni virus. Él alza una cantidad importante de esos elementos, al llegar al destino de dejarlos, se da cuenta de que la mano izquierda se encuentra con demasiada sangre: es una cortada, actúa de una manera pasiva que simplemente se aplica agua y algunas cremas.
Los días se convierten en la intriga, en el transcurso de dos semanas él tiene una mano no normal (inflamada en su palma y su metacarpo, tiene un peso aproximado de una libra), se dirige acompañado de su madre a un centro médico donde le hacen proceso de exámenes y solo le definen que es una “pus”, materia. El médico encargado de este caso se dirige hacia la mamá, a quien le comenta: “su hijo tiene una enfermedad no identificada, se tienen que dirigir a un centro especializado”. La mamá no deja de preguntarse qué tiene su hijo. Llegan al Instituto de Cancerología, sin darse cuenta hasta el nombre indicaba la posible enfermedad, al niño le contemplan un proceso para identificar qué tipo de enfermedad tiene. La vida del niño comienza ser una responsabilidad grande; en un momento inesperado llega un doctor de aproximadamente 60 años, hace pasar al niño al consultorio ya que su mamá se había ido a llevar unos papeles. El niño se encuentra sentado al frente de aquel doctor, el doctor sin mediar una palabra comienza con la información de esta enfermedad… “Ricardo tienes CÁNCER…. El proceso que tenemos que hacerte es el siguiente: amputarte la mano y después comenzar con las quimioterapias: 69 sesiones en total y algunas radioterapias”. Aquella información que recibe el niño no la puede comprender, el niño sale del consultorio sin entender muy bien qué estaba pasando. Cuando la mamá llega a ese lugar el niño le da de nuevo la información, ella se dirige adonde está el doctor (“NOO… NO hay una posibilidad o un tratamiento para que él se pueda curar” ) el doctor responde USTED va hacer la responsable de que su niño muera…. Sorprendida, termina accediendo al procedimiento para su hijo. Estaban siguiendo el proceso pero ocurre un golpe demasiado brusco, porque este niño no estaba bien, en su bienestar psicológico como también físico (flaco, sin ganas de comer y sin cabello) era un niño irreconocible, seguía pasando los días las noches. Llega una decisión bastante rápida para el niño, le dan una noticia: “si quieres curarte de esta enfermedad te debemos amputar el dedo meñique”, sin pensar el niño accede ya que volverá a ser como antes, prosiguen hacer la cirugía.
En otro momento el niño llega a hacer normal: está con un semblante diferente, su físico está en la normalidad, para este niño la vida es una venda en los ojos, pero pensando qué vemos, ¡pero mi vida fue dura!, pasan 8 meses de estar bien, esta segunda vida que le da el otro lado de esta moneda de enfermedad, vuelve a recaer es decir de nuevo tiene cáncer, el niño ya era un joven, no podía creer de lo que estaba pasando, él decide que se quiere morir porque sabe que el tiempo que tuvo que pasar es lo oscuro de la realidad. Sin poder devolver el tiempo, él tuvo que aceptar este segundo tratamiento, todo vuelve a pasar como en la primera vez, pero esta vez tiene un halo de pensamiento positivo, pensamiento enemigo de la muerte, ve el mañana que es la cura del cáncer.
El cáncer fue el amigo para seguir en el planeta tierra, es un joven con la libertad de renovar el planeta, hoy en día es un profesional en el tatuaje y es amante al deporte, esto quiere decir que el cáncer es un estilo de vida diferente, la muerte se construye de sí mismo.
Ricardo Cubillos Neuta*
Estudiante de Cultura Física
Universidad Santo Tomás