Lina Katherin Miranda Rincón*

Receta para el caos. Ingrediente principal: una mamá desesperada que no sabe qué preparar de almuerzo, un tío que no tenga nada que hacer, una receta de torta de zanahoria, una clase a punto de empezar y ganas de preparar una deliciosa torta.

Farud Ignacio Bríñez Villanueva*

La presente crónica relata una historia personal de vida que se encuentra en estrecha relación con la vocación del profeta de la Biblia: Jeremías. Su desarrollo parte desde el nacimiento, pasa por la adolescencia, la juventud, y finalmente desemboca en la adultez. Es la narración de una vocación religiosa o cómo nació particularmente una vocación religiosa: “desde el vientre materno”. Una historia de vida narrada de manera concreta pero profunda, que está acompañada de un orden cronológico no solo de fechas sino también de acontecimientos que describen y exponen cómo a temprana edad y quizás sin saberlo, Dios ya había hecho su elección sobre el llamado a la vocación religiosa sacerdotal.

El Ieshfaz, la revista ArteFacto y el espacio académico de Comunicación Oral y Escrita invitan a los estudiantes matriculados en los programas de pregrado y posgrado de la Universidad Santo Tomás en todas sus sedes a crear piezas de video de máximo un minuto de duración (filminutos) o memes sobre la idea: ¿Qué es eso de la sostenibilidad social y ambiental?


Daniel Rodríguez Gallego*

Mi gato era un secreto. Era un viciado por el escapismo y la prestidigitación. Objeto de su suplica brincaba por entre los arrabales de mi desorden. Otras veces, en ejercicio de su naturaleza me atacaba. Desmadejado y al tiempo raudo desentrañaba mi oscuridad y la ponía en disposición al juicio, sus mecanismos eran fútiles y al tiempo crueles. Yo inquiría con golpes y patadas, lo desplazaba del dintel y lo escupía de las cobijas. Él respondía quedamente restregando su hocico en mi boca y reposando su trasero en mí pecho ¡realmente quedaba estropeado! Atribulado por mi indiferencia, nuevamente me traicionaba, se ponía de pie hinchado de egoísmo y sin miramientos el eunuco se sentaba en mi cara.

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