11 de Mayo - El Renacer.

Lina Marcela Ballesteros Escobar*

Creer que lo más importante en la vida es el dinero, es una de las ironías más difíciles de explicar, te equivocas si así lo crees, lee, sopesa y aprende de la difícil realidad que se debe afrontar. Era una noche más en la vida de Alexandra, una persona que venía recientemente con vacíos emocionales y depresiones sin fin, pues no encontraba una verdad objetiva respecto a su existencia y su vida. Sin embargo "Alex" como le dicen las personas de su entera confianza, buscaba cada día refugiarse en nuevos hábitos para poder alivianar su profundo dolor, encontraba solución y distracción en su trabajo, ardua situación que día a día tenía que soportar.

Para pasar el 24 de diciembre, decide viajar junto a su familia a San Andrés, era inevitable para ella emocionarse al ver que sus padres por primera vez conocerían el mar, pero de igual manera repentinamente venían recuerdos, nostalgia y depresión a sus pensamientos. La única solución según cuenta Alexandra, para ahogar, a lo que llama ella sus "problemas", era tomar una piña colada en mitad de la playa, y pensar en la cantidad de líos que debía resolver. Vuelve a Bogotá, su ciudad, llena de esperanza para empezar un nuevo año, junto a su familia y a sus seres más allegados.

Son aquellos primeros 5 días del mes de enero del 2017, que Alexandra sentía nostalgia, desaliento, dolor de huesos, sufría de somnolencia, no quería probar ni un sólo bocado ni trozo de comida, pues realmente su apetito era mínimo, por lo que decide a pesar de que el trabajo fuera su mayor prioridad, renunciar a los 4 cargos que en ese momento tenía, personería de Fusa, personería de Mosquera, Alcaldía de Fusa y en el Sena de Soacha. Evelia, su madre, empieza a preocuparse realmente, pues su hija en vez de iniciar un año lleno de prosperidad, cada día iba sintiéndose más desalentada y sin apetito. Llegó aquel día que nadie pensaba posible en la vida de Alex, ya había bajado de peso, se encontraba alrededor de los 36 – 37 Kilos, sus hábitos alimenticios no eran los mejores, y en una semana Alexandra podía no llegar a comer en 3 días seguidos. Evelia y su esposo Nel, deciden tomar de manera inmediata una decisión, así que llevaron a su hija donde un doctor particular que le hizo una ecografía abdominal superior, y basándose en los resultados, afirmó que su hija padecía era Hepatoesplenomegalia, es decir, el aumento del tamaño del hígado y del bazo, dicha enfermedad narra Alexandra “Conlleva y es indicio a el cáncer”.

Sin embargo, el médico les recomienda buscar la raíz del problema, por lo que Alexandra acude a diferentes médicos y hospitales que le brindaran su percepción, cabe recalcar que una vez más se rectifica la ineficacia de algunos profesionales, los cuales afirmaban que se trataba de una simple gastritis, “Alex” explica que el médico que le dijo que su enfermedad era la gastritis, estaba tomando coca cola, eso jamás lo olvidará. Al final de cuentas por recomendación de una amiga de Evelia, llegan a donde el doctor Alejandro Smith, él realmente no las quería alarmar, pero les aseguró que era grave y que mientras podía investigar bien los resultados le iba a mandar unos medicamentos, que de hecho fueron bastantes costosos. A los tres días fue de nuevo, y aunque le afirmó que la tenía estable pues había subido uno o dos kilos, sus exámenes afirmaban que padecía lupus. Él le recomendó que lo necesario era la hospitalización inmediata.

Fue una tarde bastante difícil de aceptar tanto para ella como para sus padres y hermano, pues los médicos aseguraban que Alexandra era bastante joven como para padecer de esta enfermedad, ella relata su situación en una sola expresión “Es indescriptible la cantidad de emociones que se pueden llegar a descubrir”. Encuentro su situación bastante fácil de reportar y reseñar pues hablar con ella, y escuchar la manera en que cuenta su historia es conmovedor, describe sus memorias como un verdadero aprendizaje de lo importante que es vivir la vida, como si fueran todos los días el último, y esto es lo más reconfortante, pues da la esperanza de que todos podemos cambiar nuestra percepción de “vivir”. Alexandra no quería una hospitalización, pues sería más difícil afrontar la realidad.

Al final, fue una decisión bastante compleja de tomar, pues recurrieron a pagar medicina prepagada porque la atención de los hospitales no era la más adecuada, afirmando una vez más que para poder superar una enfermedad de alta gravedad en Colombia, debes tener las mejores condiciones económicas o por lo menos, una buena estabilidad para resistir la presión de los gastos. Fue internada en el hospital “Los Nogales” allí fue tratada de la mejor manera por los profesionales, pues Alexandra asegura, que ellos siempre la vieron como su niña. Un hematólogo, fue realmente aquella persona que ordenó la “Biopsia de médula” aquel procedimiento que ratificaría o negaría la posibilidad de que Alex tuviera Lupus, sus resultados arrojaron negativo para dicha enfermedad.

Para Nel y Evelia, la situación de su hija era devastadora pero la fortaleza familiar fue la clave, ellos siempre fueron conscientes que así como Alexandra podía recuperarse, podía en cualquier momento decir un adiós inesperado. Sus médicos realmente estaban interesados en descubrir el problema de la paciente, al encontrar que ella tenía una preexistencia de soplo cardiaco deciden inmediatamente pasarla a la UCI para prevenir y evitar un posible infarto. Fueron entre 12 a 14 días en los que Alexandra, pasaba sus noches mirando a un techo sin conocer realmente su problema, fue así como llegó el día tan anhelado por ella, varios médicos se reunieron alrededor de su cama dialogando y discutiendo qué podía ser eso que afectaba al organismo, por lo que habían notado en los resultados de los innumerables exámenes, Alex tenía una bacteria cerca de su corazón y existían dos posibilidades, la primera, reducirla y matarla a punta de medicamentos y tratamientos, la segunda, era atacar de manera inmediata y efectiva la “Coco” a través de una cirugía a corazón abierto.
Alex como toda una mujer curiosa y llena de preguntas, le cuestiona a uno de sus médicos cómo sería su procedimiento, saber la respuesta la dejó realmente impactada, pero a la vez con la satisfacción de saber que en el momento menos pensado iba a poder recuperar el tiempo perdido, y valorar de nuevo todo lo vivido.

Llega aquel 11 de mayo del 2017, día en el que la vida de Jennifer Alexandra como decía su brazalete de paciente, iba a ser decisivo. Nel y Evelia, sus padres, fueron los encargados de llevarla a la sala de urgencias, aquel pasillo de paredes blancas al cual no le veían un final, pues simplemente iban caminando sin recitar ni una sola palabra. Alexandra narra lo desconsolada que se sentía pues sabía que al entrar al quirófano, a realizar la operación a corazón abierto, existían dos caminos, sobrevivir o decir un adiós definitivo. Evelia para consolar su dolor decide recalcar aquella oración que su madre le enseñó de pequeña “Arcángel San Miguel a mi derecha, San Gabriel a mi izquierda, San Rafael a mis espaldas, para que con sus alas me cubran de todo mal, arcángel Uriel al frente de mí, para abrirme los caminos, y sobre mí, la gloria del Universo Celestial. Amen”. Alexandra sintió el apoyo y protección celestial, Nel decide abrazar a su hija, persignarla, decirle y recordarle lo mucho que la amaban, que la esperaban afuera y que realmente aunque quisieran entrar y protegerla ellos mismos, dejaban que Dios y su voluntad fueran los encargados de ello, lleno de lágrimas en los ojos dijo, en unas horas nos vemos hija.

Alexandra cuenta que al entrar, le presentaron al equipo de trabajo, y aquel personaje que más recuerda es a su cirujano, el doctor Mauricio quien llevaba en ese día un gorro lleno de colores, que para ella representaban esperanza, recalcando así las palabras que él dijo tiempo antes de operarla “Vieja de esta salimos relajados. Tú… relájate te voy a dejar linda, con una cicatriz pequeña y diminuta”. Para Alex dichas palabras fueron consoladoras, y preguntó que cuánto duraba la cirugía, él aseguró que no era mucho tiempo. Después de seis largas horas Alexandra despertó llena de emociones, abrió los ojos, vio aquel techo blanco y esta vez no sufrió desconsuelo y miedo, sino por el contrario, sintió seguridad y certeza de que todo este tormento había acabado. Su madre y padre entran de inmediato a la sala de urgencias, y se llenan de emoción y felicidad pues Alex, entre su anestesia y dolor, lo único que decía de manera coherente era estoy feliz mami, estoy feliz papi. Evelia, su madre, le cantaba la canción “Santa María del Camino” y su hija llena de emoción tras superar una prueba más en el camino, le pedía que no le dejara de cantar.

Y así como lo nombró Foucault en su obra de 1997, es necesario trazar el nacimiento y la ruptura del saber. Indicando que a pesar de todas las dificultades que habían tenido que afrontar en anteriores oportunidades, esta, sin duda fue la que más reflexión, enseñanza y renacer les brindó. A partir de aquel 11 de mayo de 2017, la vida de Alexandra y sus familiares, dio un giro de 180 grados en el camino, el renacimiento de las oportunidades, de valorar hasta la acción de menor significancia hasta la mayor, y de comprender que la estructura más importante en la vida es la familia, y el acto más relevante es vivir tus días a límite.

Lina Marcela Ballesteros Escobar*
Estudiante de Gobierno y Relaciones Internacionales
Universidad Santo Tomás

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y
no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) enero de 2021 No. 17

 

 

 

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