Danilo José Bolaño Pacheco*
Voy a narrar el acontecer de un extraño y sorprendente día que ocurrió en mi añorado pueblo de mi juventud, Pivijay, Magdalena, y que sucedió en la casa donde di mis primeros pasos y transcurrió parte de mi juventud en comunión con mi familia.
Me desperté extrañamente a una hora no acostumbrada. Prendí la radio, y en la emisora sonaba la canción: “eran la 5:00 de la mañana…”. Coincidencialmente sí eran las 5:00 de la mañana. Hacía un calor infernal. Consulté en mi celular la temperatura en la que nos encontrábamos. Para esa hora de la mañana, era imposible que hiciera tanto calor: 32 grados y fue un 24 de Julio del año 2018. Recordé que era mi cumpleaños, 20 años, y momentáneamente lo había olvidado porque al despertar tuve extrañas sensaciones. No sabía en qué casa estaba. La confusión tal vez se debía porque ocasionalmente dormía en la casa de mi abuela, y esto de la confusión solía pasarme. Pero en esta ocasión estaba en mi casa. Había trascurrido alrededor de una media hora, cuando de sopetón mi madre abrió la puerta. Asombrado y perplejo me quedé cuando detrás de ella mis hermanos y mi padre vi que la acompañaban, y en un grito al unísono todos gritaron: ¡feliz cumpleaños! Mi madre dijo: te tenemos una sorpresa para hoy ¿a qué no la adivinas? Yo le respondí: dame una pista. Y ella me contestó: incluye algo de beber. Después todos se retiraron.
Observé el reloj de mesa cuando entré al baño a ducharme. Las manecillas indicaban que eran las 6:00 de la mañana. Cogí la perilla para abrir la regadera, y al accionarla para mi gran sorpresa quedé embarrado por un agua sucia y maloliente que a borbotones salió. Con fuerza grité: ¡carajo, qué está pasando! Al cabo de un rato comenzó a salir agua más limpia. El motivo de todo lo sucedido fue debido a que el acueducto había realizado unos trabajos en los tubos de conducción del agua. Mientras me bañaba insistentemente sonó mi teléfono varias veces. Supuse que la que llamaba era mi novia Kelly, o alguno de mis amigos. Al salir del baño fui directamente a ver quién había llamado, pero desafortunadamente lo hicieron de un número desconocido, quedándome con la intriga y la duda de quién lo había hecho. Después de arreglarme mi madre gritó: ¡son las 7:00 de la mañana!, ven a desayunar, está servido.
Al levantarme de la mesa después de comer, para mis adentros seguía preguntándome quién habría llamado. Me dirigí directamente a casa de mi novia. El día había mejorado notablemente y la brisa matutina acariciaba mi rostro, comparándolo con las dulces caricias y besos de mi adorada novia. Al llegar a la casa de ella ansioso por verla, escuché el repicar de las campanas de la iglesia, indicándome que eran las 8:00 a.m. Toda la mañana la pasé en compañía de Kelly escuchando música y tomando refrescos.
Después volví a mi casa a la hora acostumbrada para almorzar, 1:00 pm, consumiendo un delicioso almuerzo, y a continuación mi hermano me preparó un trago de whisky en las rocas de una botella que previamente había destapado. Al terminar el trago fui al baño y luego volví a la sala y encontré un nuevo trago que me habían servido. Estaba solo porque todos se habían retirado, no sé a dónde. Después de consumir el segundo vaso, me sentí eufórico. Todo transcurría como una película en tecnicolor. La verdad no sabía qué me estaba pasando, pero lo disfrutaba como nunca antes.
Al momento escuché una gran algarabía, y que golpeaban la puerta fuertemente. Mi sorpresa fue tremenda cuando abrí y todos se presentaron disfrazados. En particular mi novia venía vestida con un picaresco disfraz de diablilla. Enseguida todos me saludaron deseándome un feliz cumpleaños. Entre copas y música se prendió la fiesta.
Todos bailaban frenéticamente al compás de las alegres melodías, y en especial yo me divertía bailando cariñosamente con Kelly. Así transcurrió la diversión, sin darme cuenta de cómo pasaba el tiempo. De un momento a otro caí en un sopor, que no supe determinar si se debía al licor o al cansancio del ajetreo del baile, pues lo hice seguidamente sin parar. El reloj de la casa sonó con su cucú, indicando que eran las 6:00 de la tarde. Enseguida me recuperé del letargo y me encontré con nuevas energías para disfrutar. Así continué bailando por mucho tiempo más, feliz por todo lo que estaba ocurriendo, agradecido con toda mi familia y mi novia por el espléndido festejo. Me encontraba embargado de la dicha, y realmente no quería que todo aquello terminara. Vinieron a mi mente los recuerdos de muchos otros cumpleaños pasados, y definitivamente concluí que este era el mejor y más sorprendente de mi vida.
Después de todo esto me sentí muy cansado y me quedé dormido. No sé cuánto tiempo después percibí que mi mamá meneaba mi cabeza y me decía: ¡mijo despierta, son las 7:00 de la mañana y hoy es tu cumpleaños! Enseguida comprendí que todo había sido un sueño. Entre dormido escuché que mi mamá decía: tu novia viene a darte el feliz cumpleaños. ¿La hago seguir? «Sí», le respondí. Asombrado quedé cuando la vi llegar vestida de diabla. El disfraz era exactamente igual al del sueño. Ella se quedó mirándome y con una risita burlona me guiñó el ojo.
Danilo José Bolaño Pacheco*
Estudiante de Licenciatura en Filosofía
Universidad Santo Tomás
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ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) enero de 2021 No. 17