María Paula Velandia Sedano*
Las noches se abren con su espesor de niebla y frío que acoge a todas las figuras clandestinas que de esta noche se amparan. Las calles se visten de luces que alumbran la oscuridad de los ojos de muchos y de pocos. Se junta un ruido algunas veces silencioso que acompaña el peligro y otras veces el peligro se hace ruido. Es en la noche comúnmente que se respira el sexo, las drogas como estimulantes y la fiesta como contexto.
Dentro del espesor de la niebla matutina se distingue una figura a lo lejos formando una fila, esta se encuentra apoyada en el marco de una puerta mirando fijamente a las calles y a los hombres. Cada una se encuentra parada sobre sus pies en la tierra y en medio se observan unos tacones que acompañan en cada ocasión. La mujer objeto de toda sumisión histórica se une a la ceremonia de humillación que se canta en su nombre cuando es prostituida, contrabandeada y reventada en contra de su voluntad. La prostitución callejera se convierte en el medio con mayor riesgo de ataque, insultos, maltratos y muertes que puede sufrir una persona, un ser humano. El sexo es un negocio de exigencias y preferencias.
El mundo es concebido actualmente bajo diversas estructuras una de estas: el sexo. Con sus placeres y encantos, hipnotiza a las nuevas generaciones que, enseñadas a unas tradiciones y moralismos de antiguas generaciones, reprimieron el sexo, escondiéndolo de la vida pública y reservándolo a la privada. El sexo es ahora estudiado, racionalizado y practicado, desde edades tempranas hasta edades adultas que utilizan diferentes medios dentro de la diversidad del mundo sexual, para complacer sus gustos y preferencias.
El mercado se adapta y se acomoda a las exigencias, y la industria sexual ofrece a sus elementos a cualquier persona que desee consumirlos, “una gran industria del sexo incluye burdeles o casas de citas, clubes de alterne, ciertos bares, cervecerías, discotecas, cabarets y salones de cóctel, líneas telefónicas eróticas, sexo virtual por Internet, sex shops con cabinas privadas, servicios de acompañantes (call girls)” (Universidad Navarra, 2008; 4), una lista casi interminable que día a día llega a magnitudes cada vez más grandes, es de aceptar que hace parte de la vida cotidiana de una gran fracción de la población, esto trae consigo problemáticas, necesidades y demandas sociales, culturares y jurídicas para tratar de solucionar.
La prostitución hija del sexo, es convertida para su estudio en victima - en la mayoría de los casos- del patriarcado y capitalismo que mueven las lógicas de funcionamiento mundial. El patriarcado se cubre de tradición y se legitima bajo la construcción del masculino en toda su esencia, ejercido desde la violencia simbólica, se configura como acto de aprobación al universo masculino. El capitalismo hunde sus raíces en el ejercicio de la mujer como mercancía del uso y cambio, en donde se compra el momento con el objeto de placer para la satisfacción propia. “El capitalismo y patriarcado se entrecruzan y se potencian en la prostitución” (00:00:40), creando un problema social, jurídico, moral, legal y laboral, con respecto a toda persona que ejerza esta profesión, ignorando el papel del comprador como motor reciproco de la existencia de este modo de vida.
La vida propia se conforma a partir del otro, la persona se trasforma en cuanto a la sociedad y lo que esta le designa. La estructura se interioriza en el individuo en cuanto el orden social el cual se ve envuelto y la vida cotidiana individual es percibida como una ilusión de una propia decisión. La persona que abandona la estructura prestablecida es rechazada y estigmatizada, esto se evidencia en el ámbito de la prostitución el cual se sufre un alto grado de señalación y desprestigio social, “las personas que ejercen la prostitución son portadoras de un estigma, es decir, que portan el rótulo de ser diferentes, de ser indignas de aceptación social.” (Pachajoa, 2008; 61). Esto se debe a los discursos patriarcales que condenan la conducta del ejercicio de la sexualidad por parte de la decisión libre de la mujer que ejerce la prostitución a voluntad propia, “Lo que la prostitución subvierte son los roles de género tradicionales celosamente protegidos, es decir, el rol en el que se valora la condición de madre y esposa, cuya sexualidad está el servicio de los hombres y que se ejerce en función de las normas que estos crean para ellas.” (Pachajoa, 2008; 61). Pero esto se contradice al reproducir las mismas lógicas patriarcales al posicionar a la mujer como objeto de compra y venta, la cual se ve obligada a ejercer la prostitución sin mas oportunidades de salida laboral, convirtiendo a la persona en victima de un gran sistema que remunera el trabajo sexual pero que no legitima por pertenecer – en la mayoría de los países a nivel mundial- a la economía ilegal, esto produce una estigmatización social a una practica integrada pero que actualmente no se concibe - en menor medida- exclusiva a la sexualidad masculina.
Históricamente, la prostitución es reconocida como “el oficio más viejo del mundo”, teniendo el registro más antiguo de la practica de la prostitución religiosa en Sumeria, ya en Código de Hammurabi se hallan pequeños apartados que especificaban los derechos que eran otorgados a estas mujeres; en la Grecia clásica se encontraban las hetairas, que eran mujeres independientes que ejercían la prostitución y compañía, algunas con gran influencia, podían recibir educación y sus creencias personales eran respetadas por los hombres. La prostitución masculina era común, entre los más jóvenes estos eran esclavos y extranjeros; en la Roma antigua la prostitución también se concibe como algo habitual y recibían de acuerdo a la clase que practicaba su estatus dentro de la sociedad; entre las culturas indígenas también se encontró registro de este ejercicio, los aztecas llamaban a estas mujeres áhuiyani, que ejercían al lado de los caminos llamados Cihuacalli. En la biblia se encuentran historias las cuales relataban la prostitución practicada en la sociedad judía, la historia bíblica de Judá y Tamar. La prostitución ha mutado y trasformado en imagen social a la visión de los otros, la sociedad se ha encargado a lo largo de los años de estigmatizar el oficio y a las mujeres que lo ejercen. El siglo XXI se abre con altos índices de prostitución a diferencia de épocas pasadas, pero se destruye con la barrera del género y preferencias sexuales, ya siendo posible ejercer la prostitución bajo cualquier inclinación sexual y gusto predilecto, derrotado un modelo hegemónico de heterosexualidad e incluyendo practicas homosexuales, transexuales, pansexuales, etc.
“Frente a un estado indolente, en una sociedad que ignora y una familia que olvida y unos hijos que acosan, me vinculo a la prostitución” (00:07:05). Relatos, historias y acontecimientos de la mujer siendo persona, mujer considerada humana, mujer percibida como objeto, así la persona se configura ante las lógicas de roles y estatus prestablecidos en la sociedad. La mujer que ejercer la prostitución por decisión voluntaria se encuentra ejerciendo una figura social y cultural que va mas allá de la práctica del ejercicio sexual. Traspasa las barreras de la vida moral cotidiana, porque la persona se encuentra bajo la ley que regula y defiende las prácticas tradicionales. Dentro de la perspectiva legal la prostitución va a ser concebida bajo cuatro enfoques jurídicos: a) el prohibicionista, b) abolicionismo, c) reglamentarismo, finalmente la laboralización, que se implementa en los países de Holanda y Alemania para definir la prostitución como un trabajo, así mismo reconocer las garantías y derechos con los cuales estas mujeres tienen jurisprudencia. Estos primeros tres modelos legales tradicionalmente impuestos son puestos a critica en la tesis psicológica de Jhonny Figueroa y Alejandro Pachajoa, afirmando que: “el prohibicionismo, el reglamentarismo y el abolicionismo. En el primero la prostitución se considera un delito, la mujer que la ejerce es una delincuente; en el segundo, se le considera un mal necesario; y en el tercero una especie de esclavitud, la mujer que la ejerce es una víctima de las condiciones sociales.” (2008; 66). Como vivir fuera de la mirada de todos, como vivir sin leyes, sin reglas, sin moral ni ética, esta respuesta no se daría estando vivo.
En el mundo moderno se valora el consumo y el dinero que usted tenga para llevar a cabo este consumo. Dinero verde, dinero para algunos, unos pocos. La actualidad se trasforma y modifica en cuanto al dinero que se produzca. El trafico de personas registra anualmente ganancias de 5 a 7 billones, posicionándolo en el tercer negocio más lucrativo del mundo entero, movilizando mujeres, niños y niñas de frontera en frontera a servicio de cualquier consumidor que lo reclame para su satisfacción, “Las mafias y redes de comercio sexual que mueven mucho dinero y están exentas de toda responsabilidad (social, laboral, fiscal) se benefician de la invisibilidad de esta actividad siendo un paraíso fiscal para los proxenetas.” (Universidad Navarra, 2008; 5). Este ser humano que recibe el siglo XXI, es un hombre que nace con la mentalidad de la necesidad, la necesidad de vivir y producir en función del dinero, un hombre que acumula e individualiza su ser, sus relaciones y sus funciones. Un hombre que interioriza su alienación se acomoda y se duerme en su situación permanente de repugnante existencia, esa repugnancia de comodidad de respira y come. Por el dinero se vive y se actúa, porque se comprende el cuerpo como objeto de consumo, desde lo sexual hasta lo sentimental, el hombre se apropia del otro, lo consume como fin y el dinero puede ser el medio, pero cuando las relaciones sociales se vuelven cada vez más débiles y liquidas el hombre puede satisfacer sus necesidades inmediatamente del otro por medio de la inteligencia artificial, creando robots sexuales hiperrealistas que se encargan de complacer al hombre que posee con los recursos económicos para adquirirlo.
La actualidad se revela a los más jóvenes siendo su contexto de realidad. Las nuevas generaciones están creciendo, las antiguas mueren en vida, pero descansan en los conocimientos y enseñanzas que supieron trasmitir. El siglo XXI empieza a configurase en cuanto a las personas. La sociedad que conoce una tercera realidad – virtual-, gente que hasta ahora empieza esbozar sus capacidades y competencias, esta gente es el hombre que está construyendo el siglo XXI. Los problemas sociales son estudiados y entendidos desde diferentes paradigmas, disciplinas y metodologías, aprendiendo de los errores del pasado, son las nuevas generaciones que están construyendo el futuro, un futuro de uno, un futuro de todos.
Bibliografía
Alcaldía de Bogotá. (S.N). Con los pies en la tierra. [ documental]. Colombia: MIDBO
Pachajoa, A. Figueroa, J. (2008). ¿Es la prostitución un trabajo? En línea. Recuperado de http://www.redalyc.org/pdf/1390/139012667007.pdf
Universidad Pública de Navarra. (2008).
Prostitución y exclusión social. En línea. Recuperado de https://www.unavarra.es/digitalAssets/168/168636_10000002-Prostitucion-y-exclusi--n-social-PDF.pdf
Tubert, M. (S.N). La prostitución. En línea. Recuperado de http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/56311/1/Montserrat%20Tubert%20Blanch.pdf
María Paula Velandia Sedano*
Estudiante de Sociología
Universidad Santo Tomás
Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO. Revista de Estudiantes de Humanidades
ISSN 2619-421X (en línea) abril 2018 No. 6