Buscando lo moderno en el cine

Brayan Nicolás Aroca*1

 El cine al igual que la literatura narra historias, de fantasía, de terror, de romance, comedias, clasificándose por géneros. Dentro de los géneros de la literatura está el teatro, tomándolo como  una obra literaria escrita en forma de prosa o verso y que tiene como objetivo ser representada (o actuada) frente a un público.

En un principio el cine era mudo y sin color, requiriendo que las historias que se querían contar lo tenían que hacer por medio de imágenes, y allí es donde el cine encuentra su diferencia con la literatura. Las imágenes empleadas por el cine son representaciones de la realidad, capturadas por algún medio tecnológico fotográfico, tiene como principal característica la facultad de poder reproducirse de manera exacta infinitamente.

Así el cine es el resultado de la síntesis entre contar historias por medio de imágenes y la facultad técnica de llevarlo a cabo. Desde la presentación del cinematógrafo ante la sociedad científica, las potencias económicas fijaron su atención en el artefacto para explotarlo de manera comercial, pero al mismo tiempo los amantes del arte vieron en él potencial para ser desarrollado de manera artística, ahí empezó una extraña mezcla entre el cine-espectáculo y cine-arte.

El cine como técnica fue revolucionario, la capacidad de capturar y reproducir imágenes en movimiento era algo que nunca se imaginó, además de su abrupta invención el cine es en esencia moderno, por esencia nuevo en todos sus aspectos, en la técnica, en la difusión, en su finalidad de ofrecerlo al público. Es con la fotografía el únicos arte que se ha dado en los últimos 20 o 25 siglos, un arte moderno que no pasó por el proceso de modernización, la modernización en las artes buscó revolucionar, romper, cambiar los paradigmas dictados ya fueran por la iglesia o por dirigentes políticos, el cine no tuvo ese proceso, el cine nace puro, virgen, sin normas que lo encasillen, sin la necesidad de luchar por su autonomía y libertad, llegó mucho después de la batalla entre artes y religión, el cine no conoció a Dios.

Las primeras proyecciones de películas fueron hechas por los hermanos Lumière en el año 1985. Estas proyecciones se hicieron con dos objetivos, uno mostrar a la gente lo que su invento, el cinematógrafo, podía hacer y el otro cobrar a los que quisieran ver la cinta para recuperar dinero invertido en la realización técnica. A medida que la tecnología fue haciendo posible más elementos técnicos para perfeccionar la técnica del cine, las producciones cinematográficas empezaron a tener mayores demandas económicas, pero también empezaron a tener elementos que las hacían más atractivas para el público, aumentando la demanda, teniendo un comportamiento explicado a la perfección por la teoría de la “mano invisible” expuesta por Adam Smith en el siglo VIII. Es importante señalar que el cine desde su creación se instaura como el arte con mayor acogida del público, y es este otra parte fundamental del cine, el público. Si bien el cine como industria nace en estados unidos en el mítico Hollywood donde se empiezan a producir grandes películas con presupuestos exageradamente grandes, esa inversión hecha en la realización de un film debía ser recuperada y claro, generar ganancias extras, puesto nadie realizaba cine por simple amor o vocación.

Las productoras cinematográficas tuvieron la necesidad de buscar financiamiento, de empresas productoras de bienes, servicios o incluso partidos políticos, siendo el cine empleado como plataforma publicitaria y al mismo tiempo forma de entretenimiento. Con el avance en la narrativa cinematográfica y el incremento en el número de producciones, la mayor parte de la sociedad tenía una película que iba dirigida a ellos y el cine empezó a tener un estatus dentro del cuerpo social, ya no como producto en general sino por el tipo de cine. Entonces se empieza a clasificar al cine y a la gente que lo consume dependiendo el género de cine que sea, se forma una especie de estructura jerárquica donde el cine que es producido dentro del ámbito artístico, cultural o intelectual se encuentra por encima del resto de categorías, donde el que es producido en el ámbito del espectáculo está en la parte más baja de dicha “estructura”.

Aunque en esencia el cine no fue una vanguardia artística, ya que no tenía precedentes, no tenía estilos anteriores, no tenía grandes maestros a los cuales tomar como referentes, la pregunta si el cine es un arte moderno en todo el sentido de la palabra entra en lugar y es completamente válida, se puede suponer que el cine tiene solo una débil representación de la modernidad, pero ¿hay algo más revolucionario que democratizar el arte? ¿Algo más nuevo  que un arte industrializado? ¿Algo más innovador que un arte de masas? Ahí es donde el cine tiene su esencia moderna. Es un arte de masas desde su realización, si bien hay guionistas capaces de crear historias magníficas destinadas a la pantalla grande, por si mismos, sin necesidad de apoyo, la producción de una película requiere un gran número de participantes. Es un arte colectivo, comunitario desde su producción hasta su apreciación. Tomando una característica clave para el cine de la definición de modernidad que hace Charles Baudelaire: “Lo moderno es lo transitorio, lo pasajero, lo contingente” (Frisby 365) se aplica no para el cine en conjunto, sino para sus producciones singulares, las películas son transitorias, pasajeras, contingentes, en el aspecto comercial busca generar constantemente nuevas ganancias, en el aspecto industrial busca generar nuevas películas para “superar” a las anteriores, influenciado directamente por la esencia moderna de lo perecedero.

Conclusión, la filosofía en el cine, el cine en la filosofía

El nacimiento del cine de la mano de una filosofía moderna, en una época mega saturada de inventos, de cambios, de revoluciones, el cine nace de la nada como una mera técnica hecha realidad por la tecnología, sus producciones se rigen bajo los mandatos de la filosofía que le vio nacer. Desde el comienzo se ve sujeto a los cambios filosóficos, sociales, económicos y políticos del mundo en el que realizaba. Pero las grandes producciones del cine estaban sujetas directamente al consumidor de cine, debía satisfacer sus necesidades de entretenimiento.

El cine como método de creación idealista se explica de cómo se puede producir, de si bien no la materia en todo el sentido de la palabra, representaciones de la realidad con la facultad de ser mostradas a otros, encontrando su origen ya sea en el pensamiento, en las ideas, en la conciencia, en la razón o en el espíritu. Berkeley defiende la idea de la no existencia de la materia, que todo son meras representaciones del pensamiento, en esa lógica el cine sería igual de material a una roca, al aire, a la tierra.

Las preguntas que se ha hecho la filosofía, en un principio son preguntas naturales en el ser humano, puede que todo individuo no ahonde en problemas filosóficos, pero todo ser humano en algún momento de la vida se hará preguntas como ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Soy libre? ¿Vale la pena vivir la vida? ¿Por qué estamos aquí? La mayoría de estos pensamientos son originados por elementos que despiertan esa naturaleza, el arte es uno de ellos. Justo esas preguntas son las que cualquier persona se haría después de ver una película como Matrix (Wachowski, 1999), pero no después de simplemente verla, aunque los efectos especiales y las escenas de acción marcaron un cambio importante en la industria del cine, los hermanos (ahora hermanas) no buscaron transmitir un simple película de acción, con efectos especiales asombrosos, buscaron hacer una adaptación de la famosa alegoría de la caverna de platón, cosa que lograron hacer además de ser un enorme éxito en taquilla, Matrix es el ejemplo perfecto de como la filosofía articula la producción de una película, si bien no todos al ver la cinta la relacionen con la filosofía, ahí está para aquel que la conozca, ahí está para aquel que busque, que observe con detenimiento, que sea curioso. Para el resto están las peleas y los efectos especiales, pero para todos queda la pregunta ¿vivimos en una Matrix?

Aun así, al tener como argumento una idea filosófica, Matrix fue un éxito comercialmente, se creó un espectáculo y un mito alrededor de la película, fue la película de moda, las personas empezaron a identificarse con los personajes, se empezaron a vestir como en la película, se creó un culto. Los cultos no los genera la industria, los generan los consumidores, apropiándose del argumento, de los personajes, del guión.

Una parte del cine actual está repleto de referencias, a la literatura, a canciones, a hechos históricos, a teorías filosóficas incluso al cine antiguo, pero también hay una gran parte del cine que no tiene ninguna referencia, es un cine en terminar de Lipovetsky “Vacío”, gracias a la publicidad, a actores famosos, al espectáculo que se genera alrededor de las producciones millonarias, este cine es el más consumido, el que la gente toma y se apropia, discute, le dan culto. Incluso los estudiosos del cine, discuten, critican, mantienen a estas producciones millonarias en la cima, se empieza a filosofar sobre estas, se discute sobre los argumentos, se empieza a tejer una red de referencias inexistentes, así la filosofía termina engrandeciendo el cine, todo tipo de cine, el de autor, el inspirado en libros, el de superhéroes, el romántico, el de acción, el de suspenso incluso el cómico. Al fin y al cabo estamos en la posmodernidad, época en la que la individualidad, donde la realidad se divide entre objetiva y subjetiva, y aun así no se puede determinar cual es verdadera, si se quiere estudiar la filosofía desde el cine, se puede hallar tanto en una película de superhéroes como en una de las hermanas Wachowsky.

El cine al final termina influenciando a la realidad, más que la realidad al cine.

Referencias

Frisby, D., Fragmentos de la modernidad, La Balsa de la Medusa, Madrid, 1992.

Wachowski, L; Wachowski L., The Matrix, 1999.

Nota

[1] Este texto se presentó como ponencia en el II Coloquio internacional de estudiantes de humanidades “investigación y humanidades en el siglo XXI” realizado en la ciudad de Bogotá-Colombia, los días 16, 17 y 18 de mayo de 2018. 

Brayan Nicolás Aroca *

Estudiante de Publicidad y Mercadeo

Fundación Universitaria Los Libertadores

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.

ARTE-FACTO. Revista de Estudiantes de Humanidades

ISSN 2619-421X (en línea) julio de 2018 No. 7

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