Arte vandálico

Laura Daniela Cortés Moya y Karen Sofía Rodríguez Barbosa*

¿Vandalismo? No lo sé. Es una palabra que tiene muchos significados en un contexto como Bogotá. El graffiti para mí, va más allá que pintar una pared. Hay más cosas atrás. El graffiti es arte, es una representación que expresa lo que pienso, lo que siento; es una forma de plantar mi huella para que el mundo me recuerde; es una forma de resistencia; es una expresión artística que permite que la sociedad conozca quien soy. El graffiti crea colores, genera trazos, todos llenos de forma con distintos tonos que componen un mensaje, pensamientos y sentimientos que le dan una identidad, una estética a cada pared que compone a esta ciudad gris.

Busco romper con un esquema, caminar en lugar diferente, sentirme cómodo e identificado en donde estoy. No hago daño a nadie, simplemente esta es mi forma de “purga”, haciendo lo que para mí es placentero. Soy una persona como cualquiera, y, sin embargo me juzgan como si fuera un criminal; es injusto que reprochen sobre mí afirmaciones sin argumentos. Algunos compañeros del gremio han muerto a causa de la injusticia que permea todas las esferas, por los mandatos secos y ridículos del gobierno, protegiendo únicamente a élites, a compañías adineradas para tener su respaldo. El abuso de poder es evidente, las autoridades hacen y deshacen a su manera; y se lavan las manos excusándose porque “violamos” normas de propiedades privadas, desde mi perspectiva, la falta de cultura y de tolerancia nos condena cada día más, poseen un defecto mayúsculo, un complejo de superioridad absurdo. 

Pertenecer a esta cultura urbana es increíble, estar en ella, no implica solo participar, lo que de verdad importa es tener ​valor, fuerza y decisión; es proyectar una voz de lucha para así generar resistencia que denuncie todas las problemáticas sociales desde otra perspectiva, o narrativa. Es reconocer una nueva forma de vida, abrir la mente, conocer la calle, vivenciar la realidad, admirar, apreciar y si es posible transformar lo que somos, todo a través del arte, acto que se encarga de llenar una pared gris en una galería al aire libre, es claro, que lo que hago no es vandalismo. 

Los lazos que se forman en este camino son muy fuertes, todos tenemos diferentes responsabilidades como trabajo y estudio, pero acá no hay competencia entre nosotros, no existe la individualidad. ​Somos un grupo, ​trabajamos en conjunto. Obviamente no congeniamos con todos los que ejercen esta labor, cada quien elige que quiere componer y pintar en la pared, qué mensaje enviar, qué colores utilizar, sin embargo, respetamos sus formas de expresión, todos trabajamos bajo la misma función “agradar y hacer ameno nuestro entorno”. 

Es agradable conocer las opiniones de mi trabajo. Algunas veces no comprenden lo que quiero expresar, en ocasiones creen que “rayar” paredes es un problema o una condición que aqueja a delincuentes con necesidad de atención, por eso, cuando pinto, debo estar a la vanguardia de una patrulla de policía, porque no es un acto bien percibo y claramente tendría consecuencias o repercusiones judiciales, y a un “tombo” que no le parece que lo que hago está bien, me llevará sin ningún problema a un CAI. Sin embargo otras personas, comprenden perfectamente cuál es mi intención, y este, es uno de mis objetivos; hacer que las personas entiendan, analicen y califiquen lo que ven en las calles, darle un concepto de lo que puede ser estético para mí, para así generar diálogos imaginarios con el fin de generar un pensamiento crítico. El graffiti es una ​nueva cultura; y el secreto está en ver de una manera diferente lo que nosotros hacemos, y salir de esa burbuja manipulada por personajes irracionales que “aseguran” que no son intervenciones artísticas. 

No pretendo ser aceptado por todos, poner resistencia y defender mis ideales a como dé lugar es parte de mi trabajo; conformo un grupo revolucionario y anarquista con metas e ilusiones. Procuro dar a conocer mis imaginarios a través del arte, por medio de una representación que puede tener muchas interpretaciones y ser entendida por toda clase de personas, niños, adultos e incluso ancianos. No impongo mis pensamientos, solo los ilustro; ser graffitero me abre las puertas para expulsar el vómito verbal que me produce esta sociedad irrazonable. Para mí, el graffiti lo es todo. 

Laura Daniela Cortés Moya*

Karen Sofía Rodríguez Barbosa

Estudiantes de Communicación Social

Universidad Santo Tomás

Redactoras Sección Inter-Nos 

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.

ARTE-FACTO. Revista de Estudiantes de Humanidades

ISSN 2619-421X (en línea) octubre de 2018 No. 8

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