La homosexualidad no es una enfermedad

Juan Sebastián Giraldo Ruiz*

Durante muchos años se ha tomado la homosexualidad, como una enfermedad, una anomalía genética o, simplemente, como un pecado. Pero ¿realmente es la homosexualidad una enfermedad? ¿Por qué hay personas que aún creen que la homosexualidad puede ser contagiosa? Entendamos por una vez qué se siente ser homosexual y qué razones la convierten en un aspecto natural del ser humano y no una degradación de éste.

Para empezar, definamos qué es una “enfermedad”. La Real Academia Española define enfermedad como “alteración más o menos grave de la salud”. Adicionalmente, se considera que una enfermedad bloquea la evolución humana y ataca su trascendencia, pero la homosexualidad no altera en ninguna manera la salud mental o física; por el contrario, permite a quien es reflexionar sobre la diversidad de mentalidades y comportamientos; es decir, provee de consideración y tolerancia a la persona. En el artículo La homosexualidad podría ser una ventaja evolutiva retomando el planteamiento de la doctora Diana Fleischman se señala que “el comportamiento sexual es íntimo y agradable, y también sucede en muchas especies, incluidos los primates no humanos, para ayudar a formar y mantener vínculos sociales. Todos podemos ver esto en parejas románticas que forman lazos con un comportamiento sexual, aun cuando no les es posible reproducirse”. (Revista Semana, 2014)

Ahora bien, partamos de una ejemplificación personal. Yo soy homosexual, y hasta el momento no he presenciado una alteración en mi salud por causas relacionadas con mi orientación sexual. No obstante, para muchas personas algunas enfermedades se relacionan con la homosexualidad; por ejemplo, el SIDA, está más asociado a la homosexualidad masculina y no a la lésbica o femenina, de allí que se señale que “el sexo entre hombres sigue siendo la forma más habitual de transmisión del virus en Europa, ya que es responsable del 42% de los nuevos casos de VIH en el continente” (Marín, 2015). Si bien, las estadísticas argumentan esta idea, pero ¿es realmente cierto? ¿Existen casos de homosexualidad donde el SIDA no se encuentra relacionado?

Cabe resaltar que el SIDA no se relaciona necesariamente con la homosexualidad. Sin importar que la National Geographic afirmará que “los primeros casos se detectaron entre homosexuales de Nueva York y California”, también deduce que “el SIDA se originó en África, donde monos y simios albergan un virus similar al VIH llamado SIV. La teoría más extendida es la de que se contrajo a partir de personas que cazaron o comieron chimpancés infectados” (2010). Esto prueba que el origen del SIDA no está íntimamente relacionado con una transgresión a la originalidad sexual natural; además, sería un argumento tan débil como decir que “las hemorroides son una enfermedad presente en las mujeres provocada por el embarazo”, cuando existen hombres que también llegan a ser afectados por ellas.

Adicionalmente, se deben considerar otras causas del contagio del SIDA y la relación con las personas que lo padecen. Según estadísticas de la ONUSIDA, “36,7 millones [30,8 millones– 42,9 millones] de personas vivían con el VIH en 2016 en todo el mundo” (2016); entre este gran grupo, se encuentran los niños que nacen con esta enfermedad heredada de la madre (vía vertical), las personas que la contraen por compartir cualquier material que haya estado en contacto con sangre de una persona infectada (vía sanguínea) y las personas, entre ellas heterosexuales, que practican relaciones sexuales con una persona infectada (vía sexual).

Retomando entonces el tema de la homosexualidad como enfermedad, es necesario considerar el texto El origen de la homosexualidad escrito por José Carlos Vaqué, él señala que desde 1973 la homosexualidad y la bisexualidad fueron retiradas del manual diagnóstico y estadístico de enfermedades mentales; además define la orientación sexual como “la atracción romántica, emocional o sexual de una persona hacia otra”; y respecto al bienestar físico (aspecto directamente relacionado con la enfermedad reseña que la homosexualidad, de forma intrínseca, no está relacionada con ninguna enfermedad (recordemos que la transmisión del VIH se mantiene actualmente también por relaciones heterosexuales) (Vaqué, 2013).

Pero, si una enfermedad no sólo se relaciona con tópicos de la salud física sino también con la salud psíquica, ¿altera de alguna manera la homosexualidad esta última? Vaqué nos sigue explicando

Respecto a lo psíquico hay más que decir. La decisión de dejar de considerar la homosexualidad como una enfermedad mental se basó en que es imposible diferenciar la orientación sexual de una persona si no le preguntas directamente, no hay ningún tipo de test o prueba, ninguna entrevista clínica ni valor epidemiológico observacional que permita adivinarlo. La comunidad LGBT no tiene mayor porcentaje de enfermedad mental, suicidios, etc. que ninguna otra minoría discriminada. Es decir, de acuerdo con la sociedad americana de psiquiatría la homofobia causa los suicidios en los jóvenes homosexuales. Como vemos, ser homosexual no implica ni más ni menos infelicidad, ni más ni menos esquizofrenia, ni más ni menos suicidio que ser heterosexual (si lo ajustamos al estrés de las minorías).  (2013)

Si bien, se puede concluir que la homosexualidad no es un tema que tenga que ver con ningún tipo de alteración de la salud física, psíquica y psicológica, pues sólo parte socialmente de un punto de vista donde se instrumentaliza la ética, introduciendo aspectos morales y religiosos establecidos convencionalmente. Nadie puede adivinar qué es y qué se siente ser homosexual hasta que se establece una relación directa con uno o una, o si se “pone en los zapatos de alguien homosexual”. Si se percibe la homosexualidad como algo contagioso, se debe tener en cuenta que la sexualidad no es una elección o algo que se pueda modificar por una influencia ambiental, pues, si lo fuese, nadie escogería serlo y estar fuera de lo normal y parecer “fenómeno” ante la sociedad, es pura lógica.

En adición, la homosexualidad no altera en ninguna manera la condición vital de un ser, simplemente es una forma distinta de ver sentimental, emocional y pasionalmente las relaciones interpersonales. En cuanto a la degradación humana, sólo se puede hablar de la intervención en el curso normal reproductivo humano, pero cada día se incrementa el número de personas en el mundo, por lo que la homosexualidad contribuye a que cierto número de generaciones se limiten positivamente, contribuyendo de forma negativa a la sobrepoblación mundial. La homosexualidad no es mala si se deja de ver desde puntos de vista religiosos, éticos y tradicionales; ya es hora de dejar el tabú y empezar a ver la diversidad humana como un tema que no se debe discutir sino que, simplemente, se debe aceptar.

Referencias

Diccionario de la Real Academia Española. 23ª Edición (2014). Enfermedad: definición. Recuperado de: http://dle.rae.es/?id=FHA3D3L 

Marín, C. (2015). Por qué aumenta el VIH entre los hombres que tienen sexo con otros hombres. Periódico El Mundo. Recuperado de: http://www.elmundo.es/salud/2015/06/18/5581c0cf268e3ea8088b459d.html 

National Geographic (2010). Sida. En Ciencia. NatGeo Latinoamérica. Recuperado de: http://www.nationalgeographic.es/ciencia/2017/10/lo-mas-visto-de-la-semana-del-16al-20-de-octubre 

ONUSIDA (2016). Hoja informativa — Últimas estadísticas sobre el estado de la  epidemia de sida. Recuperado de:  http://www.unaids.org/es/resources/fact-sheet 

Revista Semana (2014). La homosexualidad podría ser una ventaja evolutiva. Recuperado de: https://www.semana.com/vida-moderna/articulo/la-homosexualidad-podria-ser-una-ventaja-evolutiva-segun-cientificos/411852-3 

Vaqué, J. (2013) El origen de la homosexualidad. En Hablando de ciencia. Recuperado de: http://www.hablandodeciencia.com/articulos/2013/06/28/el-origen-de-la-homosexualidad/ 

Juan Sebastián Giraldo Ruiz*

Estudiante de Diseño Gráfico

Universidad Santo Tomás

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.

ARTE-FACTO. Revista de Estudiantes de Humanidades

ISSN 2619-421X (en línea) octubre de 2018 No. 8

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