Entre la idea, la moneda y el poder

Sebastián Granados*

Resulta extraña la naturaleza del ser humano. Por general, se le trata como un niño en crecimiento, aprendiendo a cada paso que da en el tiempo y aun así, parece jamás haber aprendido. Diversas veces, se han escrito cartas y declaraciones que intentan legitimar los derechos más básicos para el ser humano, inexorables ante cualquier autoridad y aun así, se quebrantan a diario, esto, producto de las múltiples guerras que libró en su búsqueda por el poder, la riqueza o la beneficencia para sí mismo.

Las personas, las naciones, los contextos van y vienen, pero al final siempre queda lo mismo. Sin embargo, en la contemporaneidad, después de estipuladas dichas declaraciones, las guerras se vuelven silenciosas, sino un espectáculo que los poderes mayores usan para su beneficio.
La Internet, que plantea un espacio sin fronteras, resulta convertirse en el escape de una sociedad harta de la realidad, pero allí, donde el mundo es "libre", también empieza a poseer reglas y problemas en sí mismo. En este inmenso "paraíso", los medios se han visto engrandecidos y a la vez ignorados por la gigantesca cantidad de información que se surte a cada día. En este marco, parece en el periodismo un vacío que se ensancha y se hace profundo, pues en varias ocasiones ha divergido de su objetivo principal, que es representar la realidad con tal de construir para la sociedad, otorgar discursos y puntos de vista con los cuales se crea la conciencia crítica; no, el periodismo, en el momento actual, empieza a servir a su propio beneficio, volviéndose mediocre y perezoso. Por supuesto, no todo periodista hace lo mismo, pero la generalidad, la mayoría, pone en tela de juicio cualquier nota periodística.
Visto lo anterior, aparecen ya estas tres ideas, el poder, el dinero y la idea, todas girando en torno al periodista, preguntándole qué hacer y como respuesta, muchos han clamado a la "posverdad". El mundo es complejo, basta es su historia y como buena cadena, nada puede entenderse sino se entiende lo que vino antes, y desde allí, teme la modernidad, el mundo es una mentira, la realidad una abstracción de sus intenciones.
¿Cual es el deber del periodista?, ¿servir al gobernante?, ¿buscar llenarse los bolsillos para su supervivencia?, ¿seguir la corriente que han definido los anteriores modelos de la sociedad?, ¿alimentar la conciencia ciudadana?; supongo que depende del periodista y de las condiciones en que se encuentre, pero si hay algo seguro, es que estas preguntas rara vez están de acuerdo entre sí, y en el caso de que lo estén, sería lo mejor?, ¿sería ético?... no es lo mismo sostener a una familia a estar solo, no es lo mismo hablar por el gobernante a mentir al pueblo. ya nada es gris, ya nada es "real" a menos de que se construya en los medios y se fortalezca en la sociedad. Esa quizás, sea la maldición del periodismo, pero ello nace en sus raíces, y las raíces hallan vida en la intención humana...
Prefiero pensar en las ideas, en el momento en que nacieron. Tenían un sentido entonces, un significado y un fin que lograr, pero en la ardua lucha donde las nociones corrompidas y tergiversadas por la intencionalidad fueron las que dieron forma al mundo, se perdieron, y son objeto de excusa o justificación para mantener el rumbo que destruye la composición del ser humano. A ello debería servir el periodismo, a la naturaleza humana... ¿pero cómo confiar tamaña tarea, cuando la necesidad y la ambición ciegan la razón?

Sebastián Granados*
Redactor de la sección Liter-Arte
Estudiante de comunicación social
Universidad Santo Tomás

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO. Revista de Estudiantes de Humanidades
ISSN 2619-421X (en línea) enero de 2019 No. 9

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