Resiliencia

David Fernando Granados Castillo*

Mi nombre es David Granados y es la primera vez que voy a exponer parte de mi vida de una manera tan directa con personas que apenas estoy conociendo y esto lo hace más difícil y a la vez más interesante, espero poder sembrar algo en cada uno de ustedes y generar otra visión y otra perspectiva sobre lo que es la vida.

“It is during our darkest moments that we must focus to see the light” Aristóteles.

 

Vamos a partir haciéndonos esta pregunta ¿Es necesario pasar por un evento inesperado en tu vida para realizar un cambio? A medida que pasa el tiempo vamos desarrollando muchos factores personales. Entre ellos existen una serie de valores inculcados en nuestros hogares y algunos factores externos como los colegios y jardines. En diferentes casos están los abuelos o demás familiares que hacen parte de nuestra crianza. La mayoría de nosotros hemos desarrollado ciertas actividades al pasar de los años, entre ellas están los deportes, actividades plásticas, música, actuación, danza o alguna otra actividad que nos ha generado hábitos y una forma distinta de ver el mundo e interpretar la sociedad, esto nos tiene que llevar a la vida que queremos vivir, lo que deseamos, lo que soñamos, y lo que en realidad queremos para nuestro futuro. ¿Pero en realidad estamos conformes?

Podemos llevar una vida tranquila, alegre, con muchos propósitos y muchos objetivos por cumplir, sin embargo nunca estamos al tanto de que nuestra vida puede cambiar por completo, puede dar un giro de 360 grados en cuestión de segundos. En este caso una enfermedad; una enfermedad que nos ha invadido a lo largo de los años, una enfermedad que se ha llevado muchas vidas, una enfermedad que puede derrumbar a cualquier persona llevándolo a su peor estado emocional, en el que el miedo es lo que predomina. Particularmente quiero resaltar desde mi experiencia los procesos que hacen parte de la vida de estas personas que se han tenido que enfrentar a la realidad del cáncer.

Todo era felicidad, tranquilidad, un nuevo comienzo después de una larga aventura en el exterior y compartiendo con las personas más allegadas. Sin embargo, no todo podía ser así. En la vida tenemos que pasar por momentos de confusión, de angustia o de miedo, en este caso eran las tres juntas, un urólogo me diagnosticaba cáncer, el mundo se me venía encima. Todo lo que parecía perfecto lo dejaba de ser, ahora me encontraba solo en el mundo, los días se hacían eternos. ¿Sabían que el cáncer es una de las causas principales de muerte alrededor del mundo? En 2012, hubo 14,1 millones de casos nuevos y 8,2 millones de muertes a nivel mundial relacionadas con el cáncer según la organización mundial de salud.

¿Por qué a mí? ¿Que hice de malo? Eran las principales preguntas que me hacía todos los días acompañado de lágrimas.

Esta etapa del diagnóstico desde mi punto de vista es la parte más difícil de llevar en todo el proceso, tu mente trabaja de una manera impresionante pensando absolutamente en todo lo que podía llegar a pasar y cómo asimilarlo; pensar que de una manera involuntaria les había roto el corazón a mi papá, mamá, hermano y novia. Al ver esta realidad no me podía quedar ahí, tenía que tomar una decisión para mí, una de las más importantes en la vida hasta el momento: elegir entre estar enfermo de cuerpo y alma o simplemente de cuerpo y tome la mejor decisión, liberar a mi alma de esta presión.

Existía un dilema conmigo mismo y era la aceptación, sentía que era pieza fundamental para poder llevar a cabo todo el proceso de rehabilitación de una manera más tranquila, aceptar que tenía cáncer, entenderlo y hasta quererlo para aprender a vivir con él. Después de la operación tenía la mínima esperanza de que no tuviera que hacer las famosas quimioterapias pero no fue así, el tratamiento todavía era una pieza fundamental en esta enfermedad, ya que es una de las armas que puede adoptar tu cuerpo para salir vencedor, seguir cada paso como dicen los médicos, resistir y no bajar los brazos al ver todos los cambios que se pueden presentar en tu cuerpo, la debilidad y el desgano se apoderan de ti, pero es ahí, en el dolor, en el que tienes que pensar y mirar de que estas hecho, sacar fuerzas de donde no las tienes para continuar.

El primer día de quimioterapia es muy fuerte en el sentido emocional, te encuentras en una sala con mucha gente pasando por diferentes tratamientos pero con el mismo fin, derrotar a al cáncer. Diferentes ánimos, semblantes, apariencias físicas y miradas -Algunas más fuertes que otras-. Yo me sentía invencible pero de un momento a otro pasé a ser la persona más miedosa del mundo. Era mi turno. Un grupo de enfermeras se acercaba a mí, mis ojos totalmente enlagunados describían todo lo que pasaba por mi mente, un nudo en la garganta y un escalofrío me invadían poco a poco. La razón era simple, mi cuerpo se iba a someter a un proceso de intoxicación para eliminar a mí -en ese momento- compañero de vida.

Al pasar de los días, empezaron los cambios, las comidas que antes me parecían exquisitas en ese momento me causaban náuseas, los olores, mareos y los medicamentos que tenía que tomar se adueñaban de mi día a día, hasta el punto que ya identificaba cada cosita que me lo podía causar para evitarlo. El cambio físico era inevitable: el cabello, las cejas, pestañas, barba y cada pelo de mi cuerpo ya no me pertenecía. Me sentía raro, no me podía ver al espejo porque de inmediato se rompía todo dentro de mí.

Al salir a la calle sentía como la gente me miraba y me ponía a pensar sobre el valor que cada persona le da a su vida y al cómo la viven. Me planteaba cuál era el sentido de esta. Recordaba cuando me quejaba los días que me iba a cortar el cabello y no me gustaba, cuando en algunas ocasiones la comida estaba baja de sal y ponía problema, cuando me daba pereza ir al gimnasio y en ese momento moría de ganas por entrenar, y fue ahí cuando mi visión sobre la vida tomaba otro giro.

Gracias a Dios mi cáncer no fue mortal, pero me generó la incógnita de la muerte. Hay gente que no tuvo la fortuna de decir que vencieron al cáncer o cualquier otra enfermedad, pero se pueden ir tranquilos y con la certeza de que lucharon cada segundo, ese sería el consuelo para todas las personas que dejaron atrás, pero aun así pensaba que pasaría con mi familia y mi novia, era la principal causa de miedo. No se sabe qué día puedas morir, hay gente que sale a la mañana de su casa y nunca vuelve, así que vive, disfruta cada día, realiza las cosas que te gustan, ama lo que haces, ama a quienes te rodean, valora lo que tienes y lo más importante siempre mantén la cabeza en alto nunca bajes los brazos ante cualquier dificultad.

Era el fin de las quimioterapias, el último día. La emoción que tenía era impresionante. Ya solo quedaba esperar los últimos exámenes. El diagnóstico del doctor era el esperado, ya estaba todo bien, mi mamá con lágrimas en los ojos, mi papá con su mirada de agradecimiento a Dios, mi hermano con su personalidad dura no cabía de emoción y mi novia con un abrazo que aun llevo grabado en mí, eran el resultado de todo un proceso el cual compartimos, del cual sufrimos y del cual gozamos. En muchos casos la familia es el soporte más importante para una estabilidad emocional y personal en nuestras vidas, un factor muy importante a la hora de pasar por diferentes problemas y situaciones en las que se convierten en un refugio para poder llevar las cosas de una mejor manera.

Puede sonar un poco raro y hasta loco, pero el cáncer para mí se convertiría en una bendición, una bendición ya que gracias a este pude abrir los ojos. Me di cuenta de que estaba totalmente ciego, al no ver la realidad de las cosas, el valor que tenía mi vida y la vida de los demás. Aprendí a disfrutar cada momento, aprendí a querer, a perdonar a ser humilde y lo más importante a aceptarme, cuidarme y quererme tal cual soy. Ahora retomo la pregunta del principio, ¿Es necesario pasar por un evento inesperado en tu vida para realizar un cambio?, lastimosamente en mi caso fue así, pero hoy les quiero decir que no esperemos a que algo suceda, empecemos ya por el cambio, un después puede ser muy tarde, y recordemos siempre que estemos pasando por momentos difíciles mirar atrás, todas esas actividades y vivencias que cada persona tiene, cuantas veces te caíste aprendiendo a montar bici, cuantas veces jugando en el parque te tropezaste y lastimaste, cuantos desamores tuviste que pasar, y que pasó en cada una de ellas, no te queda más que levantar la cabeza, tener fe, ponerte de pie y seguir.

“Los seres humanos no nacen para siempre el día que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez” Gabriel García Márquez

Muchas gracias

David Fernando Granados Castillo*
Estudiante de Mercadeo
Universidad Santo Tomás

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO. Revista de Estudiantes de Humanidades
ISSN 2619-421X (en línea) julio de 2019 No. 11

 

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