No es "yo", somos todos

Vanessa Preciado Mariño*

Para nadie es un secreto que en la actualidad, vivimos en una época profundamente marcada por el individualismo y tal como lo dice Bauman, una serie de relaciones líquidas tanto con nosotros mismos como con los demás, no sólo en mi país Colombia sino en todo el mundo; sin embargo, en este caso, me voy a centrar en Bogotá-Colombia y específicamente en el Transmilenio, un medio masivo de transporte que no solo ha tenido en mi vida un papel de medio de transporte sino que las diferentes dinámicas que se presentan en el mismo han logrado llegar a afectarme como persona.

Es muy común notar que las personas en Transmilenio sólo pensemos en nosotros mismos y en nuestros propios intereses por lo cual resulta para mí interesante analizar, cómo las dinámicas de pensar solo en el “yo” de quienes toman este transporte, me han afectado en algún momento de mi vida y así mismo, analizar si tal vez, mi individualismo pudo llegar a hacer sentir lo mismo a otra persona mientras hice uso del medio de transporte, teniendo como objetivo analizar o plantear una posible solución a esta problemática.

Haciendo uso del Transmilenio vemos una serie de conflictos bien sea por las personas que empujan, quienes deciden no pagar el pasaje, quienes agreden física o verbalmente a otros, quienes hacen un uso indebido de las sillas preferenciales, y en general quienes como usuarios del sistema no sabemos tener una tolerancia y empatía adecuada con los demás por lo cual, para muchas de las personas que vivimos en Bogotá y hacemos uso constante del sistema se ha convertido en toda una odisea usar este medio de transporte.

Un día como cualquier otro en mi vida, me dispuse a tomar un Transmilenio a las 5 de la mañana, entré a la estación de Banderas y me dispuse a tomar el servicio B14, esperé alrededor de 20 minutos por lo cual mi estado de ánimo ya no era el mismo, sentía impotencia y rabia de saber que el alcalde de esta ciudad había permitido desde hace muchos años afectar la vida de muchas personas con tal de lucrar a sólo unas pocas, entré al Transmilenio completamente lleno y me acomodé al lado de una señora la cual a mi parecer estaba ocupando mucho más espacio del que necesitaba y no podía acomodar mis pies por ningún lado por lo cual tuve que hacerlo detrás de las piernas de esta señora la cual, sin ningún tipo de respeto decidió pisarme lo cual, a causa del malestar que ya tenía anteriormente logró generar en mí una inmensa rabia e impotencia sobre ese transporte y sobre las personas que lo tomaban quienes poco o nada se preocupan por los demás; todo ese trayecto me llené de ira y quise “vengarme”, pisar a la señora, recostar a propósito mi cuerpo encima de el de ella en cualquier oportunidad y demás, lo cual, al salir del sistema y dejar de ser una usuaria de este transporte me llevó a reflexionar y darme cuenta que en este medio muchos de nosotros solo pensamos en nuestro bien e incluso podemos llegar a pasar por encima de los demás, lo cual me llevó a pensar que así como yo, muchas otras personas pueden ver afectado su estado de ánimo al hacer uso de este sistema y darnos cuenta que en realidad no muchos se esfuerzan por ir más allá de un yo y pensar en el otro.

Cada día más he llegado a analizar mi conducta y mi forma de pensar y como la misma cambia en el momento en el que hago uso del medio de transporte ya que desde que ingreso a una estación de Transmilenio mi actitud es bastante prevenida, seria, en algunas ocasiones arrogante y completamente individualista y sé que así como yo, muchas otras personas se sienten igual por lo cual considero que no es que quienes usamos Transmilenio en su mayoría seamos personas que no piensan en los demás sino que el sistema nos ha obligado a actuar de cierto modo debido a sus pésimas condiciones, sin embargo, creo que lo importante es que todos y cada uno de nosotros seamos conscientes de las actitudes y comportamientos que tomamos al interior del sistema y así mismo seamos conscientes de que nos encontramos en un espacio con personas que merecen ser tratadas con respeto, creo que necesitamos y en lo personal necesito más empatía y paciencia para no pensar solo en mí, sino tener mucho más en cuenta al otro al momento de hacer uso de este sistema y esperar que cada día seamos más las personas que nos damos cuenta que debemos ser parte de la solución mas no del problema, de modo que cambiemos nuestra conducta y cada día seamos mejores personas no solo para nosotros mismos sino para lograr aportar algo a esta sociedad, por lo cual mi propuesta es cambiar mi forma de abordar los problemas que en ocasiones existen en Transmilenio, mi forma de ser en el sistema y mi forma de ver a los demás, entendiendo que ellos al igual que yo, son personas que merecen respeto para ser parte de la solución de modo que posiblemente mis actos motiven a otras personas a ser parte del cambio.

Vanessa Preciado Mariño*
Estudiante de Gobierno y Relaciones Internacionales
Universidad Santo Tomás

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) enero de 2020 No. 13

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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