Juan David Garzón Sanabria*
Lo primero que tienden a pensar las personas es: ¿Por qué nombrar una crónica de nivel universitario con algo tan sin sentido, (para algunos) irrespetuoso e inaceptable incluso en un concepto coloquial? Y realmente no hay una respuesta clara que dé fin a tales agravaciones al nombre de esta localidad, pero podría incluir justo ahora, una premisa que se complementará con el desarrollo de esta producción para responder a la inquietud y viene a ser “una sociedad dentro de una sociedad marginada que no representa todo lo que las personas creen que representa realmente”.
Debo empezar por enseñar un vistazo atrás de lo que vendría a ser el origen de la localidad Ciudad Bolívar, aunque para ser franco, no quiero recaer en una línea de tiempo literal discursiva que termina desenfocando el propósito del desarrollo de esta producción.
Ciudad Bolívar nace alrededor de 1940 cuando comienza una gran parcelación o división de las enormes haciendas aledañas a la ciudad, así entonces dándose los primeros asentamientos en aquel territorio. Para esta época las personas primaban una extensión de tierras no definidas, lo que se interpreta como la “plena estructuración de una sociedad” si nos remontamos a los albores de la historia, pero no queremos retroceder tanto.
En 1950 se conforman los primeros barrios de la localidad, Meissen, San Francisco, Ismael Perdomo, México y Lucero, ubicados en zonas bajas y medias del territorio. La mayoría de las personas que, para entonces, se trasladaron a este lugar, eran provenientes de Tolima, Boyacá y Cundinamarca, y se estima que para 1970 (cuando pertenecía al municipio de Bosa según fuentes orales) su población se extendió hasta los 50.000 habitantes.
Hasta aquí no es necesario hacer mayor ahínco en los eventos subversivos en la creación de una comunidad como ésta, sin embargo, se puede interpretar el acelerado crecimiento de los habitantes como un “indicio de complicaciones en la historia de una perfecta sociedad apta para representar una ciudad y demostrar cultura”, aunque, si bien me estoy adelantando a los hechos, es mejor tener en claro esto para poder construir una idea clara.
Para la década de 1980, Ciudad Bolívar poseía ya, más barrios ubicados un poco más dispersos en el territorio; como lo serían Naciones Unidas, Alpes, Juan José Rondón, Arborizadora Alta, Juan Pablo II, entre otros, que, con la “ayuda” del gobierno de Hernando Durán Dussán para su acrecentamiento, da a conocer el programa “Lotes con servicios” financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo buscando habitar espacios en Arborizadora Alta, Arborizadora Baja y Sierra Morena. Esto era claramente una jugada de ajedrez por parte de las sociedades ricas del Distrito, quienes llevaron al hecho de pedir prestado a dicho banco, más de 100 millones de pesos a la ciudad, para algo que viene a ser evidente al analizar lo que llevamos hasta aquí, “Una fosa común en donde se puedan reunir a los pobres sin que estén regándose por todas partes”.
Ya en estas instancias podemos retomar lo que hablábamos de “Barrios marginados” y “Sociedad con complicaciones para la construcción de una perfecta historia”, pues con este proyecto podemos adentrarnos a la historia, viendo como se desarrolla una sociedad marginada que empezará a recaer en el pésimo criterio de albergar personas que no evidencian el acompañamiento de ningún servicio público, ni una estabilidad económica para solventar dichas cuestiones por su cuenta, ni una brecha en la coyuntura del estado para conseguir mejores condiciones, su estado paupérrimo empieza a ser más que evidente; y es que como podemos pensar en hacer de una sociedad, algo representativo, cuando la misma sociedad mueve sus fichas para que a esta localidad lleguen desplazados, pobres y personas sin oportunidades, tómese como una limpieza cultural o una gruesa brecha de comunidad entre conciudadanos. Es incluso que en las laderas de potosí, que para entonces eran zonas “peladas” (Indispuestas para acciones de ganadería o algún aporte agrario), en los alto de las montañas que bajo estas condiciones, sin siquiera escuelas, centros de salud o puntos de control de la seguridad, y junto con toda Jerusalén, albergaban 8.000 personas que, incluyendo lo mencionado anteriormente, se le suma el estar rodeados, más allá de los cerros, por grupos como el M-19, FARC y ELN, resaltados en la historia colombiana como grupos guerrilleros y paramilitares que se refugiaban en sectores de esta comunidad.
En 1983, con el Acuerdo 11 del concejo de Bogotá se busca usar de forma benefactora, las zonas de esta localidad aptas para ser explotadas con los sectores productivos económicos como la Ganadería y el sector agropecuario en sí, que correspondían a un 20% del territorio y utilizar el territorio que no tenía estas particularidades para distribuir y organizar correctamente focos urbanos y dar estructura a la sociedad, el 80% restante.
Para el 7 de Septiembre de 1983, con el Acuerdo 14, se define la Alcaldía menor de Ciudad Bolívar, y como parte de la planeación y dentro de los parámetros del mencionado, se definen los límites territoriales dados de la siguiente manera: Hacia el norte del territorio, ubicamos a Bosa, uno de los primeros municipios; hacia el sur encontramos a Usme; Oriente se muestra con las localidades de Usme también, pues ésta abarcaba una gran parte de las costas de Ciudad Bolívar, y tenemos también a Tunjuelito, una localidad un poco más reciente; ya hacia el Occidente tenemos a Soacha.
Ya para 1991 con la constitución que hace a Bogotá, Distrito Capital, se dicta la normativa de la Junta Local de Ciudad Bolívar, estipulando así Fondos de Desarrollo Urbano, presupuestos y contribuciones estatales. En 1992 con el 2do acuerdo y el 6to acuerdo se constituye las jurisdicciones de la Junta Administrativa Local, tales como el uso de sus cualidades representativas por un Alcalde Municipal y once ediles. Con el Decreto-Ley 1421 se determina el régimen político, administrativo y fiscal con el que se guían y se rigen las actuales localidades de la ciudad.
A lo largo del tiempo, observamos diferentes aspectos de la construcción de esta bella localidad, actualmente infestada de estereotipos sociales, perspectivas alegóricas, recreación de la historia de la humanidad traída a lo más simple y tantas otras cosas que nos dejan una incógnita, ¿Qué llevó a Ciudad Bolívar a convertirse en una “Zona Roja” (Señalada así por el Estado) y un lugar infestado de perversión, corrupción y de personas sin futuro? Ya mencionamos algo importante, y es que precisamente, la misma sociedad distinta a la de Ciudad Bolívar, veía por el encierro de la población más vulnerable de la Ciudad en este lugar ya sea por controlar el nivel de pobres que se acercan a sus casas, o por reducir a “milésimas” en metro cuadrado la presencia de un “escaseado en recursos”. Pero las personas se cansan y pelean por un bien mayor, por algo mejor, por una vida propia y digna de vivir y ser recordada, por ello con movimientos como el de 1993, en el que a muy altas horas de la mañana los habitantes de Potosí, Meissen, Candelaria, Arborizadora Alta, Tunjuelito y la gran parte los barrios allí ubicados, comenzaron a rodar inmensas rocas camino a la Autopista Sur, las avenidas principales como la Villavicencio y otras grandes vías de gran flujo de movilidad diaria, con el fin de obstruir la movilidad, para así, levantar su voz y protestar por una mejora en su calidad de vida, por el uso propio del capital del Estado para proveerles y solventar necesidades, que, aun siendo el enfoque de una gran parte de la Ciudad furibunda por llegar tarde al trabajo y otra alzada en armas represivas por parte del gobierno para ejercer control, mantuvieron su compostura hasta que lograron un plan de negociación con el Estado en el que se estipulaban una mayor atención al sector en todo sentido, ya que esto engloba las necesidades de niños, jóvenes, adultos y adultos mayores. Este movimiento fue llamado por algunos como “El final de la miseria del 11 de octubre”.
Esto no quiere decir que más adelante no se presentan apelaciones por parte de la suerte para nuestra querida localidad. El 17 de septiembre de 1997, toda Ciudad Bolívar se ve afectada por quizás, una de las mayores problemáticas que ha afrontado esta localidad, y ha sido el desplome y desbordamiento de la montaña de basura acumulada por el proyecto “Botadero de Doña Juana” de 1988, que no fue solo por el claro hecho del atentado a la higiene y salud del hábitat de la población, sino que también se ve afectada en gran parte, el Río Tunjuelito, gran fuente hídrica que alimentaba los desayunos, almuerzos y cenas de muchas familias, la contaminación al aire y la propia contaminación ambiental que detallaron una gran y lógica molestia por que “a quien le gusta vivir entre la basura”, y no porque suene denigrante y elitista, si no por que como humanos, tenemos la necesidad de mantener un cuidado de nuestro entorno para hacerlo más habitable. Esta problemática obtiene distintas soluciones por parte de la indemniza-dora: Pagos o remuneraciones a largo plazo, nuevos predios para asentar familias, oportunidades laborales, entre otras. Pero aun siendo un error por parte de la negligencia e irresponsabilidad de la Alcaldía de la época, deja huellas a lo largo de la línea del tiempo que se pueden seguir hasta llegar al punto de inicio en el detrimento de una comunidad nuevamente marginada.
Para finalizar, no puedo ponerme en el lado izquierdo de la disputa cuando debemos ver que en la actualidad, la alcaldía ha empezado a dar un gran enfoque a la comunidad de Ciudad Bolívar, esto claramente por que representa un beneficio para las dos partes. Ciudad Bolívar actualmente mueve mucho comercio y tiene una increíble racha de aporte cultural y económico al distrito, esto viene a hacerse más evidente cuando es inaugurado el 27 de diciembre del 2018 el TransmiCable, como proyecto retrasado desde el 2012 por “Falta de recursos” y puesto a desarrollo el 2015, donde ya se habían comprado 93 de los 175 predios necesarios para llevar a cabo esta obra, gran ventaja de la sociedad, pues mueve más de 8.000 personas al día desde el Portal Tunal hasta Juan Pablo II, Manitas y Mirador del Paraíso. Gran distinción en la sociedad y un atractivo de la curiosidad urbana.
Concluyendo con la prédica, caben algunas anotaciones de aportes por parte de la alcaldía que apuntan como beneficios “únicos” para nosotros los habitantes de Ciudad Bolívar, dentro de los que me veo beneficiado, como lo son enfoques en la educación, movilidad y urbanización de nuestra comunidad que se hacen claras, aunque pretendan ser negadas por algunos arraigados conciudadanos a lo conservador.
Bolívar City es entonces, una localidad de Bogotá, que comenzó como la mayoría de los pueblos en la historia del país, marcada desde sus estipulaciones como una zona de gente pobre y sin mucha esperanza de futuro, donde las personas se esfuerzan realmente día a día de alguna forma para surgir de la inequidad social; donde se evidencia, violencia, inseguridad y mal trato, pero también se ven grandes personajes que no son más importantes que para su propia familia luchando por un mejor futuro, en donde la cultura se atrasó en llegar pero poco a poco llega, donde puedes no encontrar la tienda de venta de zapatos de la mejor marca, pero si una alegre sonrisa con una algarabía y una bulla de atención para ofrecerte calzado que te hará sentir cómodo hasta lo que dure. Ciudad Bolívar podrá ser una de las localidades más “Pesadas” e inestables de las 20, pero es un ejemplo de superación de la desigualdad de oportunidades de un país, no es todo lo que se cree de ella, tiene mucho por conocerle y para creerle, por ello no puedo llamarla “Ciudad Bolívar” cuando ha significado un gran ejemplo de vida para muchos, entre ellos, para mí, y es por ello que como no quiero que represente lo que siempre ha representado, qué mejor que adaptarlo a algo más o menos moderno como el inglés intuitivo. Debemos dejar de separar a Bolívar City del resto de la sociedad, somos una unidad en desarrollo que necesita apoyo de los nuestros, no el desprecio.
“La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino”. Simón Bolívar.
Juan David Garzón Sanabria*
Estudiante de Ingeniería de Telecomunicaciones
Universidad Santo Tomás
Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) enero de 2020 No. 13