La llamada rutinaria

Andrés Camilo Gil*

Son las seis de la mañana y ya llevo tres alarmas pospuestas por la inherente sensación de despertar, el esfuerzo por comenzar clase en mi nueva realidad es cada vez más agobiante, quisiera posponer las clases, así como pospongo a Queen quienes me despiertan cada mañana con Don’t stop me now, qué irónico ¿no?, termino la primera clase del día y ya estoy cansado, no físicamente sino mental y de ánimo. Me preparo como cada mañana a hacer esa llamada, aquella la cual me reconforta, pero, también, me entristece desde aquel 18 de marzo cuando la noticia de un cierre de fronteras quebró la tranquilidad de la llamada rutinaria.

Me dispongo a buscar el número en mi celular, marco y, al otro lado de la línea escucho una voz de confianza, de maternidad, de fuerza, de berraquera, pero mezclada ahora de tristeza, lejanía y desolación. –Hola hijo, quiebra el silencio de la llamada; respondo de la misma manera como lo hago siempre, apaciguando los demonios que aparecen desde ese miércoles intranquilo por el no actuar, todavía me pregunto por qué no fui capaz de hacer algo cuando la oportunidad “a boca de jarro”, ¿será que fue la pereza? ¿priorice los estudios antes que mi familia? O fue la frase de mis padres la noche anterior diciendo “todo estará bien, será por poco tiempo”. Esa maldita frase nos perseguirá siempre, lo sé, lo presiento, porque ese poco tiempo no tiene nada de “poco” con el pasar de los días, cada vez es más incierto y el presidente lo confirma cada día a las 6:00 de la tarde por los medios televisivos, me recuerda a las telepantallas del gran hermano en la obra 1984 de George Orwell, ahora pareciera que un Winston Smith se apodera de mi cuerpo.

Transcurre la llamada con preguntas triviales por parte de mi madre ¿Cómo estás?, ¿Dormiste bien?, ¿Te trasnochaste otra vez?; definitivamente ese sexto sentido maternal no se pierde por más lejos de casa te encuentres, pareciera que mi madre perteneciera a la policía del pensamiento, que te escucha y observa mediante las telepantallas, como le pasaba a Winston. Ella sabe que me sucede algo, y no duda en preguntarlo ¿Qué pasa hijo?, te siento intranquilo, en ese preciso momento mi mundo se vino abajo, mi intento por aparentar que todo estaba bien simplemente se quebró, respondo tratando de evadir la situación –No, es complicado; pero también te siento intranquila, ¿Qué te sucede? Una madre siempre tiene algo nuevo que enseñar, y en ese preciso momento una lección más, no hay que evadir las cosas, hay que afrontarlas y hablar de ellas, así como ella me lo iba a demostrar.

Después de un largo suspiro comienza la temerosa conversación diciendo –Creo que nos equivocamos, desearía que estuvieras acá con nosotros, me lamento no haberte dicho esa noche que empacaras lo que pudieras y madrugaras al otro día, pero dime ¿tú porque no lo hiciste?; madre que se respete sabe cómo desarmarlo a uno en momentos críticos, así hizo ella conmigo, me di cuenta en ese instante que los dos esperábamos lo mismo del otro, ella que tomara la decisión de irme, mientras que por otro lado yo esperaba que ella me dijera que viajará, el objetivo era el mismo, solo que ninguno fue capaz de expresar lo que quería del otro. Esta pandemia la observamos tan lejos que nunca pensamos que llegaría de repente a nuestro país, la vida puede ser macabra, en un momento estás en el clímax de tu serie favorita disfrutando todo lo que sucede y en otro momento te decepcionas cuando lo arruinan todo, así como el final de Game of Thrones, un desastre, así es la vida.

Con el tema sobre la mesa y el choque de sentimientos encontrados, comenzamos a dialogar con nuestros demonios, cada uno expresó su inconformidad por el no actuar del otro, poco a poco drenamos la intranquilidad junto con los pensamientos que nos atormentaban, la situación dejaba claro que la culpa nos estaba carcomiendo desde ese miércoles. Después de haber liberado lo que nos atormentaba no queda más que reír y pasar el trago amargo, de nada sirve seguir apegado a remordimientos y culpas si no aprendemos de ellas, desde ese instante la conversación fluyó de manera más natural y la tristeza que prevalecía en la llamada días anteriores, comenzaba a desaparecer de a poco.

Hablamos acerca de otros temas, como el hecho de que papá había comenzado a trabajar gracias a un permiso que tramitó la empresa para desplazarse entre municipios, las normas establecidas por el gobernador de Boyacá son estrictas, así como las del partido INSOC en la Londres de Winston, la diferencia es que Ramiro Barragán se preocupa por su departamento y la salud de sus habitantes, tuvo que actuar rápido y ahora lo entiendo. Terminando la llamada mi madre me hizo caer en cuenta que hoy viernes 3 de abril es el cumpleaños 94 de la abuela, ella no sabe que es su cumpleaños debido a su enfermedad y a su edad, también quedamos en hacer videollamada por la noche, es la primera vez que lo haremos, es momento de reinventarse y sobrellevar esta situación de la mejor manera.

Cuando tomamos malas decisiones no necesitamos de un gran hermano que nos vigile, o una policía del pensamiento que esté ahí en todo momento, es nuestra culpa la que actúa como veedora de la verdad, aquella la cual nos hace caer en cuenta de los errores que cometemos y con los cuales debemos cargar, ya que el tiempo siempre juega en contra. Esta pandemia tomó a todos desapercibidos, nos está cambiando de manera drástica en tan poco tiempo demostrándonos que nadie estaba preparado para el ataque de un ente silencioso y de alguna manera invisible, los gobiernos no previeron que existen otras vías de atacar a la población además de la guerra. Un virus ha hecho que nos planteemos nuevas estrategias de vivir exponiendo al ser humano al cambio, al encierro, quebrando lo conocido enfrentándonos a la incertidumbre, exhibiendo nuestros demonios, replanteando nuestra realidad.

Andrés Camilo Gil*
Estudiante de Ingeniería de Telecomunicaciones
Universidad Santo Tomás

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y
no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) julio de 2020 No. 15

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