Dayana Fernanda Rosero Noguera *
Partiendo de que el suelo es un recurso no renovable, el uso de los fungicidas debería ser extremadamente mínimo y responsable, siempre y cuando, bien sea los cultivos, los bosques nativos o cualquier otro tipo de plantación presente una enfermedad muy grave. De lo contrario su uso no debería ser permitido; aunque lo ideal sería prohibir su uso, y sustituirlo por métodos innovadores de cuidar las plantas sin que se perjudique a los demás ecosistemas, y por supuesto al suelo.
En el caso de Colombia, un país en donde su mayor parte del suelo es apto para un uso forestal, se evidencia que es utilizado y de muy mala forma, para la ganadería extensiva y para los monocultivos. Las grandes multinacionales y monopolios de la producción agrícola y ganadera son los culpables de que a causa de sus pésimas prácticas de uso del suelo, incluyendo la peligrosa manipulación de fungicidas, este se vaya deteriorando a un ritmo sumamente alarmante, poniendo en grave riesgo la seguridad alimentaria del país. Tampoco se debe sacar de ese costal, a otro factor que contribuye al deterioro del suelo, y es, las mafias del narcotráfico, que es una práctica altamente tóxica para el suelo, y pues también cabe aclarar que las prácticas de la ganadería extensiva son llevadas a cabo en su totalidad por dichas mafias; por lo anterior, las comunidades campesinas, que son los pequeños productores del campo también se ven gravemente afectados por el accionar de los grandes productores legales e ilegales, pues el Estado no tiene ninguna buena política de apoyo y protección para con el campesinado colombiano, antes lo más indignante y preocupante es que el Estado siempre ha sido cómplice de las mafias que manejan el narcotráfico y la ganadería extensiva, y aparte de todo eso, también es cómplice de asesinatos de campesinos, los cuales son vulnerados y violentados por el simple hecho de cuidar sus pocas pertenencias que poseen en el campo, de la avaricia de los grandes empresarios. Mientras que, tanto las mafias y las multinacionales, siguen lógicas capitalistas de producción, arrasando con lo que hay a su paso, nuestros campesinos, nuestros verdaderos héroes guardan buenos conocimiento de cuidado del suelo y de los ecosistemas en general; su vida, su conocimiento de muchos años sobre el cuidado de la naturaleza no son valorados y son víctimas del abandono y de innumerables atropellos a través de la historia de Colombia hasta nuestros días; como por ejemplo algo de lo que sucede en la actualidad, el incumplimiento de lo pactado en el acuerdo de paz sobre el punto del agro, no se les está garantizando a los reincorporados de las FARC – EP, ni a los campesinos, ni a las demás víctimas del conflicto las buenas prácticas sobre la sustitución manual de cultivos ilícitos, que de hacerse efectiva se estaría contribuyendo al buen cuidado del suelo y a aumentar el trabajo digno en el campo, además de una vez por todas prohibir el uso del glifosato. En este panorama se evidencia la poca importancia que se le está dando al campo en nuestro país.
Si bien hay casos en los que los campesinos utilizan fungicidas, es porque no tienen de otra, debido al abandono estatal que sufre el campo colombiano, los campesinos deben economizar en recursos para sacar algo de ganancia de sus prácticas agrícolas y así poder sobrevivir, de forma que en la gran mayoría de casos no disponen del material y tiempo para apoyarse de innovadores métodos de cosecha que no perjudiquen al suelo y a los ecosistemas en general. Por lo tanto, tampoco tienen la oportunidad de desempeñar un uso forestal para el suelo (que sería lo ideal) pues ante todo, primero está su bienestar y el de su familia, al realizar un trabajo que en la medida de lo posible les dé el sustento diario, dependiendo para ello de prácticas agrícolas y también ganaderas pero con mucho menos impacto ambiental. No hay punto de comparación entre la labor de supervivencia de un campesino y la producción irresponsable e irracional de las multinacionales y mafias en Colombia.
Finalmente, los métodos innovadores de cuidar las plantas sin que se perjudique a los demás ecosistemas, ni al suelo se materializan una vez que el agro colombiano realmente tenga el apoyo que se merece, se le dé la importancia que debe tener, dando subsidios a los campesinos y talleres de técnicas sobre cosechas rotativas para no agotar los nutrientes del suelo, dejando atrás los monocultivos, además de enseñanzas sobre cómo cosechar con abonos orgánicos y nuevos métodos sostenibles y amigables con el suelo, que no impliquen el uso tóxico de fungicidas. Además, garantizando una vida digna a los campesinos también se puede proceder a implementar el uso forestal pertinente y adecuado para el suelo, de esta forma se contribuirá a la preservación y conservación de bosques mitigando la deforestación. Y algo más, también de suma importancia por hacer, es la organización y la lucha en contra de las multinacionales, en contra de las mafias y de la corrupción del Estado, pues de seguir esta situación la vida digna de los campesinos, la conservación del suelo y la seguridad alimentaria del país seguirá corriendo un grave riesgo. En realidad, el peor fungicida, no solo para el suelo sino también para la humanidad, es el capitalismo.
Bibliografía
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Verdad Abierta. (2018). ¿Por qué aumentaron los cultivos de uso ilícito en Colombia?. VeradAbierta.com. Recuperado de https://verdadabierta.com/aumentaron-los-cultivos-uso-ilicito-colombia/.
Dayana Fernanda Rosero Noguera *
Estudiante de Negocios Internacionales
Universidad Santo Tomás
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ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) julio de 2020 No. 15