La primera travesía en cinturones negros

Katherin Gyssell Olivera Dimaté*

El 17 de agosto del año 2019, Katherin Olivera viviría uno de los días más inquietantes y satisfactorios dentro de su carrera deportiva. Por primera vez se enfrentaría cara a cara con lo que por años fue un sueño vestido con un peto que modestamente dejaba ver cinturones negros. El gran día no daba espera, así que despertó con la sensación de que ese día iba a ser memorable, desayunó junto a su amado y bajo el tictac del reloj se armó de valor para enfrentar el mundo que construyó con tanto anhelo.

 

Alrededor de las 6:30 a.m. Katherin, partió rumbo al Palacio de los Deportes en Bogotá; Palacio, que ha sido testigo de triunfos y derrotas de muchas disciplinas deportivas, como la que ella practicaba, un arte marcial que corría por sus venas. Minutos más tarde se dieron a conocer las listas de los competidores y la intriga empezó a invadir, no sólo a Katherin, si no a muchos que como ella, vivían por primera vez este reto. Las pirámides revelaron enfrentamientos que esperaba con ansias, pues el pasado era partícipe de lo que ahora los reunía. El poder demostrar el crecimiento y superación de esos días de entrenamiento, las derrotas contra otros participantes que también asistían.

Los números de combate retumbaron en su cabeza; si era el 180 y el 240 ¿Cuánto debía esperar? Un número bastante elevado para poder soportar los nervios y la ansiedad. Y pensar que tantos comparten un mismo ideal, quién iba a pensar que allí en donde se enfrentaban cuerpo a cuerpo, hallaría una familia y un hogar al que llamaría Dojang; un mini universo lleno de aprendizaje y sufrimiento. Pensar en ello sirvió para tener la mente ocupada, al igual que los trabajos universitarios. No obstante, deshacerse del todo de ese cosquilleo, fue casi imposible.

Pasaron varias horas, ya eran las 5:50 p.m. y Katherin, decide que era el momento de ir a estirar su cuerpo y de preparar su mente para lo que se avecinaba ,pues esto indicaba que el primer combate empezaría. La espera al fin era enfrentada,- más que por las largas horas- por un encuentro fortuito que aunque nada sorprendente, si generó en ella una presión y un aumento en sus nervios; era su maestro de infancia Guillermo Latorre, aquel que la vio dar sus primeras patadas, que infundió en ella un sentido de pertenencia y respeto por el Taekwondo. Estaba allí atento al actuar y desempeño deportivo de Katherin, la reacción de ella no era una novedad, ¿quién no querría demostrar el progreso que ha tenido? Esperaba entonces, lograr deslumbrar a sus espectadores y en especial a él.

Llegó la hora, eran las 6:00 p.m. se realizó el llamado de Katherin, debía pasar a su primer combate. El enfrentamiento empezó como de costumbre, probando el equipo de combate y es allí cuando su contrincante patea la pechera, que ella se da cuenta que no sería sencillo, su rival, demostraba firmeza. Fue bastante reñido, golpes con mucha técnica de parte y parte, hubo descansos que les regaló una nueva oportunidad para tener una mejor posición. Aún así, Katherin, llena de nervios dio lo mejor de sí, y remató con una fuerte patada al estómago que le trajo la victoria de ese, su primer combate en cinturones negros. Pasadas las 7:00 de la noche, recibió su segundo llamado a escena, visualizó a su oponente y era desconocida para ella y esto significaba una arista más del momento; qué técnica tendría, qué tan flexible sería y la velocidad de sus movimientos. Esto era un reto para ella, descifrar el cómo debía actuar. Al inicio el marcador indicaba un empate, la ilusión era la base de las dos, patadas iban y venían dándole una ventaja de 5 puntos en el marcador favoreciendo a Katherin, hasta que todo el palacio quedó perplejo, la contrincante de Katherin se había desplomado al intentar realizar una técnica de giro; tenía una descompensación física lo que le otorgó el triunfo inmediato a Katherin, ya que su rival no estaba en condiciones de seguir el combate.

Sus primeros pasos en esa nueva categoría la llevaron hasta la final de la competencia de cinturones negros femenina de 53kg, siendo una de las mejores participantes de la misma. Pasaron cuarenta minutos desde la semifinal y Katherin conoció a su rival a enfrentar en la gran final, llenándola de nervios ya que se trataba de una chica con gran trayectoria, ganadora de Juegos Nacionales Universitarios, finalista de juegos nacionales y una gran exponente de Bogotá en su categoría. Esto implicaba un reto más ya que se trataba nada más y nada menos que de una de sus compañeras de entrenamiento en la selección de Liga Bogotá. Pasaron más de dos horas después de la semifinal, eran las 9:15 p.m. y una voz como omnipresente empezó a recitar cada una de las letras que conformaban los nombres de las dos participantes. Era el llamado a la final de la categoría cinturones negros femenina de -53 Kg, Katherin ingresó al área de combate asustada, llena de nervios y un poco insegura, esto no era tanto un reto contra la anteriormente campeona sino con ella misma; Se dio inicio al combate, la contrincante arremetió contra ella numerosas veces sacando una ventaja temprana. Sin embargo, eso no asustó a Katherin, que a medida que transcurría el combate iba adquiriendo confianza y poco a poco fue alcanzando el marcador que era como su reloj; Al verlo tuvo esperanza de nuevo, pues el marcador proponía una diferencia de tan sólo 2 o 3 puntos encabezando su rival. En el tercer round el cansancio se hizo notar, puños desfasados, patadas sin potencia, y unos cuantos descansos demostrados en brazos enlazados entre peto y peto, con el propósito de recibir un soplo de aire que pudiera impulsar una gran patada a la cabeza y rematar. Pero, había sido una jornada larga, llena de expectativas y con mucha exigencia física empezó a afectar, Katherin se sentía bastante agotada, su resistencia evidentemente no era la misma de unas horas atrás. Jamás dejó de luchar, siguió dando lo mejor de sí, el enfrentamiento fue bastante reñido.

Al final, su cuerpo pedía un descanso y las fuerzas no le alcanzaron para sumar otra victoria. Pero en toda derrota siempre hay una conquista. Ganó una medalla de plata, ganó la experiencia en una categoría bastante competitiva, pero sobre todo, se ganó el respeto de sus rivales, de los maestros que junto con sus deportistas la enfrentaron, y la admiración de muchos en el público que la observaron desde el inicio.

A las 10:00 p.m. se realizó la premiación de la categoría de Katherin, después de un largo día lleno de nervios, lleno de inquietud, de susto y de presión, Katherin supo que había hecho un gran esfuerzo, que dio lo mejor de sí, y que llegó bastante lejos para alguien que por primera vez experimentaba ir al más alto nivel distrital de su categoría. Al terminar el día, ella misma se dio cuenta que ningún obstáculo la podía detener, que con disciplina, entrenamientos exigentes y más que todo una mente fuerte que no se deja llevar por los miedos, son la clave del éxito, no solo en el taekwondo sino en la vida. Además, no tenía que demostrarle nada a nadie, la presión que ella sintió por ver a su entrenador de infancia no era justificable, ella misma conocía sus capacidades, ella sabía que podía dar un buen nivel de combate , ella sabía cuánto había entrenado y la cantidad de golpes que tuvo que aguantar para poder tener el nivel que necesitaba para enfrentarse a cinturones negros, así que desde el principio Katherin supo que tenía lo suficiente para ganar pero los nervios y la presión le hicieron creer que debía demostrar eso a los demás. Ser cinturón negro implica madurez, conocimiento y experiencia y eso es precisamente lo que Katherin aprendió ese día.

Ese caluroso e intrigante día, finalizó con una cena junto a sus seres amados felicitándole por tan alto rendimiento presentado durante el día.

Katherin Gyssell Olivera Dimaté*
Estudiante de Ingeniería Electrónica
Universidad Santo Tomás

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y
no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) enero de 2021 No. 17

 

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