¿La pandemia o el gobierno la peor crisis?

Laura Valentina Carreño Prieto* En la crónica que voy a realizar quiero resaltar un punto central: la afectación que han tenido los tenderos de barrio y vendedores informales frente a la actual pandemia que estamos viviendo con el Covid-19; teniendo en cuenta que el gobierno no ha buscado una alternativa para ayudarlos, lo contrario, solo ha beneficiado a almacenes de cadena que también se han visto afectados pero que cuentan con muchas más garantías y beneficios por parte del actual mandato. Sin dejar atrás que muchos de estos tenderos se han quedado sin su trabajo y los que han tenido la fortuna de seguir ya no reciben los mismos ingresos que anteriormente, pero la comida, arriendo, facturas, deudas no bajan y las oportunidades cada vez son menores. El gobierno se ha olvidado de ellos y de sus familias, sin ayudas, sin apoyo económico y la mayoría de los negocios por no decir que todos son el pan de cada día de quienes lo trabajan y sus familias. Empezando por cómo todo era antes de que este virus nos atacara y afectara de la manera en la que lo hizo.

Era diciembre del 2019 y todo estaba a la perfección, empezaría un año nuevo con muchas expectativas porque entraría a la universidad, imaginaba miles de cosas, planeaba todo lo que quería hacer para el año que llegaba y agradecía todo lo que se iba en el año que estaba pasando, en ese entonces las noticias eran recargadas de un virus que le estaba costando la vida a miles de personas en China, el famoso Coronavirus al que tanto le temían en ese país, el que los había encerrado durante tanto tiempo para evitar que siguieran muriendo tantas personas en un solo día, pero el virus se veía tan lejano y tan imposible que lograra llegar a cada uno de nosotros que la vida seguía como si nada, cada noticia era impactante por la cantidad de muertos pero no entendía la longitud de lo que se venía y estaba pasando, los días seguían y la internet era llena de memes de una sopa de murciélago ya que se decía que por este alimento era que había nacido este microbio tan poderoso que nadie lograba descifrarlo, ni siquiera la ciencia, pero a pesar de esto los días y nuestras vidas seguían transcurriendo con la mayor normalidad.

Llegó enero y yo seguía contando los días que faltaban para ingresar a la universidad, sentía tanta emoción, pero a la vez tanta angustia por no cumplir con mis expectativas. Hasta que por fin llegó el día que más esperaba, todo fue realmente increíble y mi emoción cada vez era más al ir descubriendo el mundo de una universitaria, mis compañeros, las clases, todo era un proceso de adaptación que con el tiempo me iba gustando más, aunque el recorrido de mi casa a la universidad fuera un poco largo y demorado, sin dejar atrás que en todo este tiempo no habían dejado de sonar las noticias del Covid-19 y cada vez eran más desbastadoras porque ya no era solo China el país afectado, este virus había logrado llegar hasta Europa y los casos de muertes diarias eran desconsoladores, pero de igual manera nuestras vidas seguían normales pues no considerábamos que un virus como este nos fuera a llegar.

Pasaron dos meses y ya la vida no estaba tan normal, los países considerados potencias estaban realmente pateados por un virus que aún no tenía cura por más estudios que hicieran, Europa tenía los países más afectados como lo eran España y Francia y su solución y la más sana fue poner una cuarentena estricta a todos en la que cerraron bares, centros comerciales, gimnasios y todo lo que hiciera que las personas tuvieran un contacto que fuera peligroso. Las noticias seguían siendo alarmantes pues cada día habían más muertes por este virus y los contagiados eran cifras desgarradoras, ya veíamos que era probable que este virus llegara a nosotros, pues las estadísticas decían que se correría por todo el mundo y así fue, el 6 de marzo fue confirmado el primer caso de Covid 19 en Colombia, era una joven que había llegado de Europa. Empezó el miedo, la angustia, la incertidumbre y todo empezó a cambiar.

En Colombia la cuarentena empezó desde el mes de marzo y finalizó aproximadamente en el mes de septiembre y fueron los meses más desconsoladores que he tenido en mi vida, pues no entendía mucho lo que estaba sucediendo y la situación en mi familia no era fácil porque hace mucho tiempo todos no compartíamos tanto tiempo entonces cada vez eran más las peleas, los disgustos, los regaños, pero a la hora de la verdad era una situación que siempre se supo llevar. La emoción por las clases virtuales había cambiado y ya no me sentía animada por lo que estaba viviendo, sentía más angustia, desespero por no saber cuándo se terminaría todo esto o en qué momento las cosas seguirían empeorando pues no era fácil ver noticias y saber cuantas personas estaban sin qué comer, sin un techo donde vivir y sin un trabajo que los ayudara a subsistir, la impotencia de ver cuántas empresas habían tenido que cerrar por la difícil situación y cuantos desempleados más habían quedado, era una situación que nadie podía manejar. Siguió pasando el tiempo y realmente era desgarrador el número de casos que iban aumentando diariamente pues había mucha gente que tenía de alguna manera salir a trabajar sin importar que tuvieran que exponerse a cualquier tipo de aglomeraciones y no podían guardar la distancia mínima de dos metros de las demás personas, pues el llevar el alimento a sus casas siempre estuvo de primeras y realmente fue una situación que nos afectó a todos de una y otra manera.

Siguieron pasando los meses y las cosas iban empeorando hasta que por fin vimos la luz y podíamos salir un poco más, ya cuando todo estaba quebrado, cuando muchos de los tenderos habían tenido que cerrar sus negocios por no tener con que mantenerlos y cuando muchos de ellos ya no tenían ni que comer, era triste ver la nueva realidad en la que estábamos y la falta de oportunidades que jamás recibieron por parte de un gobierno que solo pensó en activar la economía de las grandes industrias y comercios olvidándose de los más guerreros de su país y así continua esta situación, los cultivadores de papa tienen que salir a los peajes para poder vender sus productos porque para ellos no hay un espacio digno para ofrecerle, para los tenderos que tuvieron que cerrar no existió una garantía de ayuda económica para poder mantener su negocio y así es como cada día más personas desertan de sus pequeños emprendimientos y locales, pues la posibilidad de pagar un arriendo ya no existe.

Laura Valentina Carreño Prieto*
Estudiante de Comunicación Social
Universidad Santo Tomás

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y
no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) enero de 2021 No. 17

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