Tráfico Humano

Anyul Stefany Bermúdez Riaño*

Bogotá 2012.

Hace años mi abuela me contaba casos en los que había personas que se robaban a las niñas y se las llevaban del país para venderlas, siempre vi con ternura cómo ella trataba de protegerme a través de esas historias; pero nunca le puse mucha atención ya que creía que era algo que solo se observaba en películas o eran situaciones que habían pasado hace mucho tiempo y supuse que en esta época ya no existía tanta malicia.

Son las 8:00 pm de la noche y me acaban de escribir dos hombres que no conozco, pero eran personas que ya había visto cuando fui a ver un partido de fútbol, no dudé en responderles ya que teníamos muchos amigos en común y se veían que eran personas con un buen corazón. Duramos dos semanas hablando, en ese tiempo no estaba muy bien con mi familia ya que teníamos muchos problemas por la forma en como estaba llevando mi vida, también tenía un novio, pero tampoco estaba muy bien con él en esos momentos, ya que le había contado que estaba embarazada y él no quería tener hijos. Un día, estos dos personajes me escribieron que si hacíamos una reunión, yo me encontraba en una situación vulnerable y sentí que cambiando de ambiente me podía sentir mejor. Como no sabía en dónde vivían ellos les propuse que fueran a la fiesta en mi casa, no le vi ningún problema, así que les di mi dirección y quedamos de encontrarnos a las 6:00 pm.

A las 6:00 pm llegaron ellos muy puntuales, fuimos a comprar unas cervezas y algo para comer. Cuando entraron a mi casa realizaron un recorrido para conocerla ya que era grande. Mi abuela los vio andando por la casa y fue hasta mi habitación a decirme que no le daba buena espina esas personas, ya que se estaban comportando de una manera extraña, como estábamos peleando pensé que lo decía solo para amargarme el momento y no le presté atención y seguí organizando lo que faltaba.

A la 8:00 pm llegaron los demás invitados y comenzamos a tomar, después de muchas horas se fueron los invitados y solo quedaron estos tipos, desde ese momento no me acuerdo nada de lo que pasó. Yo sentí que no había pasado mucho tiempo, pero cuando me desperté estaba en una habitación que no era la mía, me asusté demasiado y comencé a gritar, pero nadie me oía, al rato llegó uno de estos dos hombres y me inyectó algo que me mantenía sedada, me acuerdo mucho que me daban de comer pan y agua.

Un día escuché desde lejos que ellos estaban hablando y sonaban preocupados, después ya no se escuchaba nadie en la casa y sonaba una bocina. Cuando volví a despertar estaba en una camilla de un hospital y me contaron que llevaba más de una semana hospitalizada. Toda mi familia estaba preocupada por mí y por mi bebé. Después de darme de alta, me contaron que llevaba más de dos semanas perdida, que me habían encontrado porque hicieron una denuncia y gracias a los amigos de mi familia que tienen poder político pudieron comenzar la búsqueda apenas me desaparecieron, también me dijeron que estos hombres eran miembros de una red de trata de blancas que los llevaban buscando hace mucho tiempo pero que no habían podido dar con ellos. Cuando fueron a rescatarme no pudieron capturarlos ya que se habían escapado. El uso incorrecto de las redes sociales y mi ingenuidad me llevaron a tener que vivir una situación muy dolorosa para mí y para mis seres queridos y tuve que aprender de la manera que menos me esperaba, que no todas las personas tienen buenas intenciones, que debemos ser más desconfiados y conocer bien a la gente que invitamos a nuestro hogar a compartir.

Anyul Stefany Bermudez Riaño
Estudiante de Contaduría Pública
Universidad Santo Tomás

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y
no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) julio de 2021 No. 19

 

 

 

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