Emprender en contra de la corriente

Santiago Contreras Piracoca*

A lo largo de la vida de algunos colombianos, han pasado grandiosas ideas y sueños para ser independientes y emprender su propio negocio. La independencia económica suena como un hermoso canto de madre justo antes de entrar en ese sueño profundo lleno de placeres y comodidades. Esto es fruto del desempleo o el cansancio de escuchar los gritos de sus jefes o las desesperantes llamadas de los bancos avisándoles lo que bien ya saben, el dinero no alcanza para pagar las deudas. Sin embargo, el sueño de emprender, en Colombia, no es un camino tan fácil como a veces las personas piensan.

En el año 2019, por las fechas de octubre o noviembre un familiar mío nos invitó a un almuerzo con el propósito de darnos una buena nueva. De seguro era la primera vez que escuché a una persona joven compartir sus esperanzas con una algarabía envidiable y con una seguridad de poder cumplirlas que, al final, lograba sentir la misma pasión y confianza que transmitía. Un negocio de sándwiches en el centro, cerca de la Universidad Central e incluso la de los Andes, con unos cuantos socios los cuales harían del proyecto un gran éxito. Hablaba de rentar un apartamento en donde todos vivieran y pudieran preparar el variado menú del buffet, algunos de ellos de estilo gourmet, adaptándose a la corriente moda, pero manteniendo los clásicos de ternera, cerdo y pollo que bien todos conocemos en una tarde de centro sin mucha idea de qué comer. El carrito de sándwiches sería la bomba, algo llamativo y se decía mucho de la música o sonidos que llamaran la atención; el carrito debía ser construido, sería el primer cimiento del futuro que esperaban y ese no era el final, pues dentro de sus planes estaba promocionar otros servicios afines a la carrera de los emprendedores, fotógrafos de eventos o personales, edición de video y también por esas épocas exploraban las selvas de los Dj para eventos. Completamente una idea brillante y prometedora, era muy prometedora.

Ese era entonces el comienzo y no estarían solos, la hermana de mi familiar ya tenía experiencia en eso de emprender y los guiaría en el airoso arte de conseguir y satisfacer clientes, aunque tiene más azaroso. Pasaron los primeros meses, lograron conseguir buenas cantidades de dinero con aportes que los diferentes miembros de la familia (que no son para nada pocos) les confiaron en su prometedor negocio, tomaban nota con manos y ojos mientras sus oídos y mente se concentraban en escuchar los valiosos consejos que su mentora les daba en las pequeñas clases matutinas sobre negocios, poco a poco las vigas conseguían tener más grosor y pronto lograrían reforzarlas con un acero que las haría indestructibles. Nunca pensaron en que el camión que transportaban los refuerzos se descarrilaría de la vía antes de llegar a su destino.

Ese mes de marzo, del año 2020, para nadie es un buen recuerdo y para los grandes emprendedores no sería diferente. Una cuarentena que parecía infinita y una situación que no hacía más que complicar los pensamientos. ¿Clases Virtuales?, sinónimo de poca demanda; ¿Medidas Sanitarias?, gastos inconmensurables para empresarios inexpertos. La puerta con un gran aviso de “Exit” brillaba en ausencia de la alternativa y ocurrió lo que bien se esperaría, “¿cómo luchar contra la corriente que fácilmente me puede llevar río abajo?”, es algo parecido a lo que pensó en esos momentos. Parecía ser el fin de un gran sueño, sin embargo, los verdaderos grandes sueños no se dejan perder tan fácilmente; el bombillo que se prende después de un buen par de golpes en la calabaza brotaba opciones y alternativas tentadoras, después de todo había dinero y una gran voluntad, alguna vez lo escuché decir “hay que seguir innovando y adaptarse a los cambios, porque de eso se trata todo esto”.

En octubre, impulsados por la necesidad de dinero y un trabajo estable, nace TERMOFORMAS, una empresa que realiza productos a partir de polímeros usando el termoformado y los distribuye a diferentes empresas. Esa fue la idea que levantó la moral después del fuerte golpe, no eran tantos socios como antes y de hecho se levantó con solo dos personas al frente de la empresa, pero eran dos personas con toda la berraquera que caracteriza a los colombianos. La antigua mentora los siguió acompañando con su gran experiencia y gracias a todo esto el horizonte se vio más claro de lo que se esperaba.

El proceso de crear la imagen pública lo describió como algo muy divertido, hubo muchos factores los cuales considerar y que fueron muy decisivos para el éxito. Logotipos, colores, lemas y pequeñas prosas que cautivaran a los clientes; inventarios, tarjetas, catálogos y conocimientos lo suficientemente técnicos pero reconocibles para quien lo escuchara y preguntara por los productos; definitivamente un mundo cautivador del universo de los negocios. Pero no todo en un negocio es tener creatividad, también tocaba calcular cosas de vasta importancia como lo son los precios, algo que se ajustaba de acuerdo con la cantidad de producción, tipo de material y, lo más importante, el valioso tiempo de ellos. Recuerdo muy bien una frase que alguna vez le escuché decir: “si no eres capaz de valorar tu tiempo, te volverás esclavo del dinero”.

Cualquiera que entienda lo que es empezar un negocio o por lo menos conozca alguien cercano que tenga uno, sabe que es una lucha diaria. Cumplir contratos, llamar a los proveedores, solventar retrasos y atender las quejas de los clientes cuando algo no es lo que debería. Todo esto es lo que tiene que enfrentar un negocio cualquiera para llegar a final de mes con lo suficiente para sobrevivir y además pagar las deudas que en un país como este son muy necesarias para iniciar. Pero esto no fue lo único a lo que se enfrentaban los dos emprendedores. La pandemia, con sus repentinos y desagradables confinamientos cada mes o incluso el mes entero durante los fines de semana y, para colmo de males, las recientes protestas fueron la gota que colmó el vaso de la estabilidad del negocio. Él me decía: “tuvimos que hacer unas pausas, pero esto no nos traía nada bueno, lo único que hicieron fue generarnos deudas, trabajos atrasados… todo este tema ha sido algo complicado, pero ahí seguimos…”.

Seguramente esta es una historia que se repite sistemáticamente en la mayoría de independientes colombianos. No es algo que sorprende desde afuera, pero cuando alguien cercano a ti lo vive resulta devastador ver como los sueños que tienen, por más que sufran por conseguirlos, siempre habrá cosas que los superan como personas y les pongan una gran señal de “stop” en el camino imposible de rodear o atravesar. Supongo que solo nos queda darles nuestro apoyo a esas personas y esperar que la gran berraquera colombiana los saque de estas con el tiempo.

Santiago Contreras Piracoca*
Estudiante de la Facultad de Ingeniería Industrial
Universidad Santo Tomás

 

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y
no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) julio de 2021 No. 19

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