Margarita Rosa León Carpio*
La belleza convencionalmente se relaciona a la superficialidad, a la frivolidad y a las creencias relacionadas con estas, sin embargo, todo aquel que plantee este concepto con las anteriores definiciones, está equivocado ya que tiene un trasfondo que conlleva ciencias económicas, sociológicas, históricas, psicológicas y culturales que construyen el mito de la belleza que usan a la epistemología como una herramienta, la cual se ocupa del conocimiento y de la verdad como base fundamental para entender este fenómeno.
Desde una perspectiva epistemológica, el mito de la belleza se determina como un problema ya que la define con un criterio objetivo para medir el valor de una persona cuando esto va más allá por la subjetividad de la belleza y los antecedentes detrás de esta.
El mito de la belleza se refiere a la creencia cultural de que la belleza física funciona como un indicador de virtud, éxito y felicidad (Wolf, 1990) la cual somete a la mujer a seguir los estereotipos de belleza que dicta la sociedad según la tendencia o moda del momento, estos estereotipos al ser surreales e inalcanzables para muchas mujeres causan perjuicio en su salud mental, ya que estos generalmente dictan estándares de “anti-envejecimiento” y “anti-peso” que generan daño en la percepción de la mujer como en su autoestima, que pueden ocasionar desórdenes alimenticios y las puede llevar a tomar medidas drásticas con respecto a su cuerpo al no llenar las expectativas de la sociedad.
En el libro de la tercera mujer de Gilles Lipovetski vemos la perspectiva sociológica de este mito dando otro significado a la realidad detrás de la belleza y el contexto social que conlleva este concepto, tomando en cuenta la cultura y la moda del momento como referencia de comportamiento de las mujeres y la sociedad en sí frente a ellas, y los estándares que se plantean para el “bello sexo” (Lipovetsky, 2006).
También la sociología analiza cómo el entorno en el que estamos presentes hoy en día se ve distorsionado por los medios de comunicación, publicidad y la moda, los cuales impactan de una manera trascendental en la construcción de los estándares que perpetúan ideales poco realistas y dañinos para la salud física y mental de la mujer (García Guardiola, 2020).
En la publicidad se ve reflejado el mito en la imagen y el deseo inalcanzable que tienen las mujeres hacia los referentes mostrados en la sociedad, donde se romantiza la delgadez y el control del peso en sí. (López-Borsot y Porto-Pedrosa, 2020).
El daño psicológico que los estándares de belleza, junto con el mito, causan un problema que afecta la autoestima y el valor con el que las mujeres se perciben, donde se desarma el concepto de belleza tantas veces sea necesario (Zambrano, G., & Daniela, L. ,2020). Las inseguridades y complejos que las mujeres desarrollan y que se intentan solucionar con cambios drásticos en su apariencia física como cirugías estéticas, dietas estrictas y ejercicio, pero que finalmente terminan alimentando el mito donde la mujer se preocupa mucho por su apariencia física volviéndola un ser superficial donde no se la puede emancipar por completo de este concepto de belleza, volviendo al cuerpo femenino en un producto donde el sistema económico y patriarcal de la sociedad son protagonistas en la comercialización de este.
El conocimiento histórico es imprescindible en el momento de hablar del tema ya que en la antigüedad este se logra emancipar y pasa a ser una cuestión netamente física y superficial, sin embargo, más adelante en la edad media lo relacionan con la pureza y la virtud donde al culto de la belleza se le rinde tributo a partir de la literatura y el arte (Lipovetski,2006) y donde hoy en día se ve más influenciada por la cultura popular y medios de comunicación volviéndolo un producto comercializable.
En esto se relaciona la ley fundamental de la economía con la oferta y la demanda; una solución para este problema sería la concientización del mito para generar cambios en los hábitos de consumo, pero esto resulta difícil, ya que estas tendencias se mantienen gracias a la demanda que se presenta en ellas y la disponibilidad de consumidores al seguir comprándolas por la presión social hacia el consumo de productos de belleza, para adelgazar o cirugías estéticas que se puede alinear con la problemática del impuesto rosa o Pink Tax, definido como una práctica discriminativa, donde se aumentan los precios en productos generalmente color rosa para un público femenino, fenómeno que relaciona a la belleza para lucrar con el hecho de que ella está dispuesta a pagar y a consumir más, con tal de pertenecer al estándar de mantener su apariencia física (Fine and Rush, 2018).
La doble moral y la ética presentada en la sociedad post-moderna refleja cuanto influencia el mercado (Pérez-Bravo, A., 2012) y los estigmas en el valor de una persona, la belleza ya no es solamente para el aspecto físico, todos sus prejuicios llevan a todos los ámbitos en la vida, es impresionante como el valor de una persona se defina por su apariencia. Los hombres también son víctimas del mito de la belleza y su vida también se ve influenciada por este, pero los estándares no llegan a un punto de comparación para como estos determinan y afectan la vida de una mujer, ya que se menciona que ella siempre debe estar al pendiente de la apariencia para aceptarse y ser aceptada en la sociedad.
En conclusión, el mito de la belleza es un ejemplo de cómo las creencias culturales pueden afectar nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos. La epistemología nos ayuda a cuestionar estas creencias y a buscar una comprensión más precisa y equilibrada de la realidad con en base en el conocimiento proposicional y la búsqueda de la verdad, por medio de datos certeros y realistas que generan conciencia en nuestra vida y nuestro comportamiento.
Lastimosamente los ideales y la realidad actual son un reto para la mujer en su día a día y la paz que se lleva con la belleza es fundamental para la convivencia con su cuerpo y como se desenvuelve y se apropia de él, siendo el amor propio y autopercepción herramientas que sobrellevan la problemática de una forma más amena, es aquí donde se puede lograr una revolución donde el amor y la autoestima logren derribar barreras de género y desigualdad priorizando la emancipación de la objetividad en este tipo de temas, en los cuales las personas no sean asunto de validación, en ningún aspecto y se logre una convivencia sana tanto con el ser como con los demás integrantes de la sociedad y así avanzar en ella.
Referencias
Fine, C. and Rush, E. (2018) ‘“Why Does all the Girls have to Buy Pink Stuff?” The Ethics and Science of the Gendered Toy Marketing Debate’, Journal of Business Ethics. Springer Netherlands, 149(4), pp. 769–784. doi: 10.1007/s10551-016-3080-3
García Guardiola, I. (2020). Trastornos de la conducta alimentaria y redes sociales. Una perspectiva del siglo XXI.
Lipovetsky, G. (2018). Tercera Mujer, La (A) (Edición estándar). Anagrama.
López-Borsot, Nuria; Porto-Pedrosa, Leticia (2020). “Representación social y sexualización de la mujer en la publicidad de Instagram”. En: Molina-Luque, Fidel; Del-Orbe-Ayala, Kenia; Sanvicen-Torné, Paquita (coords.). Investigación y docencia en comunicación y sociología de las organizaciones. Innovaciones y retos. Lleida: Universitat de Lleida, pp. 165-194.ISBN: 978 84 91442271
Pérez-Bravo, A., (2012). El cuerpo-objeto y la belleza-sujeto: construcción sociocultural frente al mercado conyugal y profesional. Omnia, 18(3), 66-80
Wolf N. (1990). El mito de la belleza, La (A) (Edición estándar). Anagrama
Zambrano, G., & Daniela, L. (2020). Estereotipos de belleza: formas de control hacia los cuerpos femeninos. Un acercamiento desde las cirugías estéticas. Pontificia Universidad Javeriana.
Margarita Rosa León Carpio*
Estudiante de Mercadeo
Universidad Santo Tomás