Ivonne Agudelo y Nayeli Buitrago*
Iniciando en la Biblioteca Nacional de Colombia, pasando por la Bologna Children’s Book Fair y, más recientemente, por la Feria Internacional del Libro de Bogotá, cientos de personas han tenido la oportunidad de disfrutar la exposición Juguemos en el bosque: expedición por la literatura infantil y juvenil colombiana. Este significativo espacio literario se destacó por sus llamativos colores, ilustraciones y libros colombianos de diversas editoriales, todos dispuestos intencionalmente en rincones de lectura diseñados para comprender las infancias. En esta reseña, compartimos un poco de nuestra experiencia.
Desde nuestra llegada, las ilustraciones llenaron de vida el espacio, reflejando las ocho unidades en que estaba dividida la exposición: raíces, historia, violencia, afectos, fantasía, libro álbum e historieta. Cada una ofrecía una mirada distinta sobre la literatura infantil y juvenil colombiana.
Nos sorprendió la cantidad de textos disponibles; sin embargo, la interacción con los niños fue una experiencia aún más significativa. Exploramos juntos un mundo nuevo en el que ellos nos transmitieron su curiosidad y asombro, permitiéndonos dejarnos llevar por la lectura y las historias compartidas.
Uno de los libros más representativos que encontramos fue Ale, escrito por la autora colombiana Alejandra Guevara, oriunda de Sogamoso. Esta obra fomenta la autoestima y la curiosidad al acompañar a Ale y a sus amigos en el descubrimiento del tesoro oculto en una misteriosa caja. El libro combina texto, ilustraciones y colores que invitan al lector —especialmente al infantil— a resolver el misterio y experimentar una grata sorpresa al final.
La exposición fue posible gracias al arduo trabajo de la directora de la Biblioteca Nacional de Colombia, Adriana Martínez Villalba; la curadora Beatriz Helena Robledo, escritora, investigadora y docente experta en literatura infantil y juvenil; la diseñadora gráfica Camila Cesarino, quien creó cada ilustración y los textos en gran formato para el centro de la exposición, además de diseñar rincones de lectura que promovían un espacio seguro, de confianza y concentración; María Osorio, encargada del diseño museográfico, quien logró una exhibición incluyente y pensada para todas las edades; y, finalmente, el autor e ilustrador Ivar Da Coll.
Gracias al equipo de diseño, los rincones de lectura fueron acertados: los estantes estaban ubicados a la altura de los niños, permitiéndoles escoger libremente los libros de su interés. Además, había literatura tanto para las infancias como para los jóvenes, con almohadas que favorecían una lectura más cómoda y amena.
Estas apuestas por la literatura infantil y juvenil colombiana son fundamentales para interactuar y sumergirse en historias que permiten acercarnos a las características de las infancias en Colombia. Como lo señala María Osorio: “no se trata solo de ver, sino también de tener los libros en la mano y explorar qué hay más allá” (Osorio, 2024).
A lo largo del recorrido, nos encontramos con diversas frases que destacaban el valor de los distintos géneros literarios, como: “El libro álbum y los libros ilustrados son un buen camino para educar la mirada y ampliar la percepción estética”, o “Los niños necesitan poesía para nutrir su espíritu, su mirada y su imaginario”. Incluso los niños víctimas de la violencia fueron protagonistas en la exposición, ya que, a través de los textos, se les brinda una forma sensible de comprender su entorno mediante personajes animados y un lenguaje cuidadoso que evita abordar directamente lo desgarrador de la guerra.
Estos espacios revitalizan la literatura. Según un informe de la Universidad Javeriana, el 73,3 % de los 10 millones de niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años en Colombia manifestaron no leer libros al finalizar su jornada escolar. Esto evidencia que, en muchos casos, la lectura es vista como una obligación asociada a la calificación académica, en lugar de ser una actividad motivadora que les permita disfrutar de las múltiples posibilidades de la literatura. Ante esto, nos preguntamos: ¿cómo lograr que niñas, niños y adolescentes se sientan motivados a visitar espacios colectivos de lectura sin que se perciba como una imposición?
Esta inquietud invita a reflexionar sobre el papel de las estrategias de promoción de lectura en Colombia y su potencial para transformar la relación de los más jóvenes con los libros. Iniciativas como Juguemos en el bosque permiten que la lectura sea una experiencia sensorial, emocional y participativa, donde deja de ser una tarea para convertirse en un viaje de descubrimiento. La clave está en generar espacios donde los niños y niñas puedan elegir libremente qué leer, explorar sus propios intereses y encontrar libros que dialoguen con sus vivencias, sueños y realidades.
Sin duda, fue una experiencia significativa que no puede pasarse por alto. La exposición demuestra que la literatura infantil y juvenil no solo entretiene, sino que también educa, sensibiliza y da voz a distintas realidades del país. Al abordar temas como la violencia, la historia y los afectos mediante textos cuidadosamente diseñados, se promueve una mirada crítica y empática hacia el entorno. Además, la inclusión de diversos formatos —como el libro álbum y la historieta— amplía las posibilidades de conexión, permitiendo que cada lector o lectora encuentre una forma de expresión con la cual identificarse.
Para nosotras, como futuras maestras en educación infantil, esta fue una experiencia profundamente enriquecedora. Reafirmó la importancia de la literatura en el desarrollo integral de niñas, niños y jóvenes, y nos permitió constatar cómo estos se sumergen en la lectura cuando se les brinda un entorno adecuado, con libros accesibles, ilustraciones atractivas y libertad para explorar. Esta exposición nos abrió nuevas perspectivas sobre cómo acercar la literatura a los más pequeños, no solo como una herramienta pedagógica, sino como un medio para fortalecer su imaginación, sensibilidad y comprensión del mundo. Además, nos inspiró a seguir creando espacios de lectura acogedores y significativos, donde cada niña y cada niño puedan encontrar en los libros una fuente de aprendizaje, compañía, disfrute, imaginación y alegría.
Ivonne Agudelo y Nayeli Buitrago
Estudiantes Licenciatura en educación infantil
Universidad El Bosque
Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO- Revista de Estudiantes de Humanidades ISSN 2619-421X (en línea), mayo de 2025 No. 3