
Yeray Catalina Díaz López y Daniela Díaz Rodríguez*
A lo largo de los años se refleja la evolución cultural del ser humano en sus costumbres, tendencias y expresiones artísticas. Las películas, los mitos y las celebraciones muestran cómo cada época deja una huella particular. Halloween es una de esas noches en las que no eres completamente “tú”, sino una versión diferente: por unas horas puedes ser lo que quieras. Esa libertad, junto con la caracterización, convierte esta festividad en un evento único y esperado, casi tan especial como la Navidad.
El término Halloween, proveniente del inglés All Hallow’s Eve (“víspera de Todos los Santos”), tiene raíces que se remontan a creencias cristianas y también a celebraciones celtas como el Samhain. Esta última marcaba el momento en que se creía que los difuntos regresaban a recorrer la tierra. Para protegerse de los malos espíritus, en el umbral de las casas se dejaban ofrendas, origen posible del actual “truco o trato”. Además, el concepto de mundus patet (“mundo abierto”) simbolizaba la comunicación entre ambos mundos. Estas tradiciones, transformadas con el tiempo, dieron paso a la versión moderna de Halloween.
Aunque con los años han cambiado las tendencias, los significados y las formas de celebración, la esencia de Halloween permanece: disfrazarse, pedir dulces y compartir en familia o con amigos. Cada celebración permite crear nuevos recuerdos y fortalecer lazos. La festividad se renueva constantemente para mantener viva la tradición, sus historias, sus dulces y sus risas.
Todas las personas han experimentado el cambio entre el colegio y la universidad, no solo en lo académico, sino también en lo social. Este cambio influye en los planes, en las relaciones y en la manera de vivir ciertas fechas. Nosotras fuimos testigo de ello un viernes 31 de octubre, una fecha que transformó nuestra forma de celebrar esta festividad tan esperada.
Siempre resulta complicado armar un plan con amigos, pues surgen imprevistos, cancelaciones o ajustes de último minuto. En nuestro caso buscamos reencontrarnos con personas especiales para pasar un buen rato. Ninguna de nosotras había celebrado Halloween en una fiesta, y eso aumentaba nuestras expectativas.
Finalmente encontramos un lugar que nos llamó la atención por sus luces, música y energía. Fue una invitación inevitable a entrar. Lo hicimos con la intención de disfrutar sin excedernos, pero no todo salió como lo planeamos. El ambiente y el alcohol tomaron más control del que imaginamos. Aun así, fue una experiencia distinta, llena de anécdotas.
Nuestras versiones del año pasado jamás hubieran imaginado estar en un lugar así. Siempre habíamos pasado Halloween desfilando disfraces sencillos y tradicionales en el colegio, y luego compartiendo la noche en familia. Esta vez la celebración fue con amigos, conversando, riendo y viviendo una experiencia completamente nueva para nosotras.
En esta etapa, nuestros disfraces pasaron a un segundo plano frente al ambiente festivo y la energía del lugar. El tiempo pasó tan rápido que esa sensación de libertad duró menos de lo esperado, dejándonos nostalgia y alegría por los buenos momentos vividos. Al final, logramos lo que queríamos: compartir y pasarla bien.
Aun así, después de la fiesta mantuvimos la tradición de salir a pedir dulces. Caminamos por calles decoradas, llenas de música y colores. Familias enteras salían con disfraces llamativos; la risa de los niños al recibir dulces llenaba el ambiente de alegría. Eran imágenes que recordaban por qué esta celebración sigue siendo tan especial.
De Halloween aprendimos que, aunque sus tendencias y costumbres cambien, continúa siendo una celebración que une a las personas. Nos permitió experimentar esta festividad en dos escenarios distintos y entender que, sin importar la etapa de la vida, permanece el deseo de compartir, disfrutar y mantener viva esta tradición año tras año.
Referencia
National Geographic. (s.f.). Halloween: origen celta de una fiesta universal. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/halloween-origen-celta-fiesta-universal_7740
Yeray Catalina Díaz López y Daniela Díaz Rodríguez*
Estudiantes
Universidad Santo Tomás
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ARTE-FACTO. Revista de Estudiantes de Humanidades ISSN 2619-421X (en línea), Núm.32 (2025) | julio-diciembre

