Sandra Yulieth Naranjo Muñoz*
"La mujer debe abstenerse de entrar a redes sociales, pues se expone a ser vulnerada mediante
ataques a su intimidad con contenido sexual explícito".
Anónimo
Todos saben, aunque nadie admite, que las redes sociales exprimen lo poco que nos queda de cordura. Y es que, qué tan cuerdo es exponerse a ser calificado, denigrado e, incluso, ser objeto de conversaciones ajenas a lo moralmente correcto, esto muchas veces por el "exceso de confianza". Sin embargo, cabe reconocer que como mujeres esperamos demasiado, confiamos demasiado e incluso damos más de lo necesario en un perfil.
Pese a lo anterior, confiar en una sociedad informacional, que está evolucionando respecto a las necesidades humanas, no hace culpable y víctima exclusiva a la mujer; esta situación le puede acontecer a todos. Es necesario decir que la exposición de la información personal, aunque no asume una segregación explícita en contra de la mujer, si se hace más radical y se acrecienta de mayor manera en el género femenino, incluso es alentado por otras mujeres.
La participación de la mujer dentro de las redes sociales es un hecho quizá más reciente que el origen de las mismas; la dificultad de acceso y la privación en la autonomía no son más que unos cuantos ítem en una larga lista de espera de la mujer, quien busca ser reconocida como igual y, aunque, se esto se ha dado paulatinamente, aún queda un mal sabor con respecto a ¿Dónde está la autonomía de la mujer dentro de la sociedad informacional?
Según Echeverría (s.f.) la base de una sociedad de la información "es en conjunto, la información digitalizada, informatizada, tele matizada y memorizada digitalmente, que fluye de un punto a otro del planeta y puede ser utilizada por millones de personas" (pág. 3). En ese sentido, qué es concretamente el uso de la información en una sociedad informacional, cuando la problemática central es el rol de la mujer en dicha sociedad, y de allí con el agravante de que esta situación puede pasar al sistema binario y después de un clic, recorrer el mundo globalizado.
Tal recorrido de la información y el casi libre acceso a la misma ha causado configuración de las relaciones humanas. En el marco de las redes digitales y de las relaciones interpersonales hablamos de comunidades virtuales o las llamadas redes sociales, la cuales estimulan el diálogo y permiten hacer, mantener e, incluso, integrar grupos afines. "Los sistemas de información y la interconexión aumentan los poderes humanos de organización e integración" (Manuel, 1996). Y aunque no difiero en esto, es importante recalcar qué tipo de organización se está estableciendo a través de esta sociedad informacional. Si bien nos hemos adecuado a ella, aún no comprendemos los impactos de esta nueva organización, que ya de alguna manera controla nuestro tiempo y rol en la vida real.
Consecuentemente, la mujer ha de tener un mayor conocimiento de los riesgos a los que se expone al publicar contenido gráfico; contenido que pudiera ser catalogado como "sexual" o como propenso a generar una idea equivoca en el entendido de lo "moralmente correcto". Además de proteger su autonomía de lo que lee.
Al respecto se recuerdan tendencias en redes sociales como Twitter Colombia, donde se proponen la anorexia como práctica para lograr la "belleza". Además, las personas recalcan comentarios de mujeres que expresan su odio o desprecio a otras mujeres que tienen sobrepeso. En razón a estos actos, que vulneran la integridad, me cuestiono sobre cómo "las mujeres con las mujeres, podemos" (Bocchetti, 1996), puesto que en estos tiempos que nos ufanamos de ser "modernos", a veces simplemente la autonomía y no la integración son una salida más práctica a estas problemáticas.
De los hombres hablamos de violencia contra la mujer, y de los actos de las mujeres contra otras, qué podemos decir. Quizá que fueron vulneradas y ahora vulneran. Ello de forma explícita, es decir, dentro de las redes sociales de manera escrita y abierta para ser visto cualquier contenido por la población mundial. En consecuencia, si analizamos el término "explícito" nos lleva a observar que lo explícito en la sociedad informacional, entendido como el uso de las palabras de forma clara y determinada, en ocasiones sería simplemente un malentendido que viene de personas que no reaccionarían de la misma manera al estar frente a frente. Esto se constituye en una de las problemáticas más comunes en el uso de la autonomía; lo que se presenta es una tendencia, impulsada de manera colectiva, a hacer daño. De ahí que la integración a comunidades virtuales también se pueda leer desde una perspectiva negativa, puesto que priva a las personas de su autonomía. Al hablar del papel de la mujer, con un cambio radical menos violento y más positivo en el siglo XXI, con el uso de la tecnología dentro de la publicidad se deja entrever que pasa de ser ama de casa a convertirse en símbolo de belleza, en mujer joven y madura capaz de llevar el hogar y el trabajo. Desde el punto de vista publicitario se habla de "la libertad, la rebeldía, la delicadeza, la frescura, la pureza, la amistad, el amor, el recuerdo del pasado y la ilusión" (García & Reyes, 2004, pág. 11) de la mujer; elementos que son considerados como valores que se intentan establecer como parámetros en las redes sociales, estereotipos que por demás nublan la visión de un criterio propio. Lo anterior, no significa que como mujer se pierda la capacidad de dar opiniones críticas que respalden pensamientos propios de su autonomía; aunque sí es claro que que dicha capacidad crítica se obstaculiza mediante la presión social, puesto que el ser humano es un ser que se camufla según su entorno y acomoda su personalidad según otras formas de actuar, esto debido a su necesidad de relacionarse, integrarse y para hacer más cómoda su estancia en un lugar. Entonces, es importante analizar cuando es o no positivo ser libre dentro de las redes sociales, ser libre de cambiar y disfrazar la realidad aparente. En realidad positivo o no, qué mujer no ha mentido sobre sí misma, se ha sentido avergonzada por cosas que jamás desaparecen de la red e incluso engañada y vulnerada por su estado físico a través de imágenes que ella misma ha dado a conocer. Probablemente la autonomía se ha perdido en esta sociedad informacional. Este es un gran desafío que tenemos al ser libres, puesto que no hay mejor defensa que mantener un criterio determinante. Por consiguiente, aquí no se puede culpar a nada más que al mal uso de la educación informacional, que dio por abandonada la autonomía femenina y la obliga constantemente a aceptar prácticas que vulneran el derecho fundamental a ser libre. En efecto no se apoya el individualismo, aunque sí al libre pensamiento, ligado al desarrollo personal de tal manera que pueda contribuir a generar un cambio positivo y que solo así se pueda trasmitir a lo colectivo mediante el uso de las redes sociales.
Referencias
Bertomeu, A. (03 de Octubre de 2013). cultura perla igual . Recuperado el Mayo de 2016, de https://culturaperlaigualtat.files.wordpress.com/2012/11/feminismo-medios-redes-sociales.pdf
Bocchetti, Alessandra (1996). Lo que quiere una mujer. Cátedra Editorial Barcelona.
Echeverría, J. (s.f.). La sociedad informacional. El impacto de las tecnologías de la información y las comunicaciones sobre la sociedad. Congreso internacional sobre comunicación y realidad (pág. 9). Norte de Santander: Unipamplona.
García, E., & Reyes, I. (2004). Maecei. Recuperado el Mayo de 2016, de Questiones publicitarias.
Manuel, C. (1996). La era de la información.
Sandra Yulieth Naranjo Muñoz
Estudiante de Negocios Internacionales
Universidad Santo Tomás
Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO. Revista de Estudiantes de Humanidades
ISSN 2619-421X (en línea) abril 2017 No. 2