Volviendo a vivir la experiencia del paseo en el Tren de la Sabana

Paula Alejandra Vergel Chingaté*

Dediqué los tres primeros días de la Semana Santa a descansar, levantarme tarde, bañarme tarde, colaborar con el oficio de la casa y compartir en familia. Pero el día jueves fue muy especial, debido a que fui con mi familia y mi novio al paseo del Tren de la Sabana.

En Semana Santa las personas creyentes (tanto cristianos como católicos) acostumbran a reflexionar y afianzar sus creencias en Dios, y en general, a su fe. Los feligreses más devotos suspenden las actividades cotidianas, y dedican este tiempo para participar en las celebraciones de conmemoración a la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Por otro lado, existe un gran porcentaje de la sociedad, que, aunque cree en Dios, y en la semana Santa, toman estos días para poder descansar, pasear, ir de fiestas, todo esto junto con la familia y los amigos, es decir, toman esta semana como una semana de vacaciones, ese es mi caso. Dediqué los tres primeros días de la Semana Santa a descansar, levantarme tarde, bañarme tarde, colaborar con el oficio de la casa y compartir con mis seres queridos. Pero un día en particular de esta Semana Mayor fue muy especial, debido a que fui con mi familia y mi novio al paseo del Tren de la Sabana.

Es jueves santo. Este día para mí empieza muy temprano. Son las 5:33 de la mañana y me dispongo a levantarme. La mañana es bastante fría, miro por la ventana y esta tiene un color azul tenue, aún no se ve rayo de sol. El jueves Santo es un día importante para la comunidad católica debido a que se conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena y el lavatorio de los pies realizado por Jesús. Escucho a mi papá también levantándose, igual que mi mamá y mi hermano no debe demorar en despertar.

Hoy se hará un paseo que hace 7 años no teníamos. Para nosotros es algo especial debido a que siempre lo hacemos en familia y disfrutamos juntos. Es el llamado tour en el Tren de la Sabana. Esta vez será algo peculiar debido a que hay un nuevo integrante. Ese es mi novio, Julián. Además de nosotros cinco, también estarán mis dos abuelitos. Con ellos dos nos encontraremos en la estación que queda ubicada en el centro. Por otra parte, Julián llegará a la estación de Usaquén, pues por comodidad, a él le queda mucho más cerca a su casa. El tren sale de la estación principal (centro) a las 8:15 AM, y estaremos pasando a la estación de Usaquén a las 9:00 AM, ahí deberá estar Julián.

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Tren 1Son las 7:27 de la mañana, nos subimos con mi familia al carro que nos transportará hasta la estación de la sabana. Las calles están solas, me detengo en un semáforo y a través de la ventana observo varios habitantes de calle acostados en el piso. Me pongo a pensar ¿Sabrán que hoy es jueves santo?, ¿Qué pasará por sus mentes en un día como hoy?, ¿Son conscientes de algo en la vida?

Son las 7:39 AM y ya llegamos a la estación. Mis abuelitos ya están sentados en unas banquitas esperándonos. Son demasiado puntuales, en realidad, mi abuelita es la que apura a mi abuelito para poder llegar a tiempo a todas partes, pues ella es una mujer que trabajó toda la vida cumpliendo un horario y se acostumbró a ser puntual y responsable.

Nos indican que podemos tomarnos fotos con los autos que están exhibidos y que debemos esperar en una sala mientras podemos subirnos al tren. Es muy interesante esta experiencia, pues hace muchos años el tren era el medio de transporte de las personas. No se pensaba en autos, o en motos, la cultura era totalmente diferente. Y ahora ver a tantas personas queriendo subir al tren y hacer el paseo turístico es bastante interesante. Veo mucha gente en la sala, la mayoría son gente mayor y todos están con sus familias o acompañados por alguien más. Todos parecen lucir ansiosos. Ya nos subimos al tren, hay gente bastante afanada debido a que no saben muy bien cuál es su asiento, otros corren pues ya es tarde y aún no se suben al tren. Mi vagón ya está casi lleno. No demora el tren en arrancar.

Es increíble ver el cambio de panorama a medida que el tren avanza. Al principio se observa mucha pobreza, hay muchas carretas, en frente de casas muy pobres. Se ven niños observando desde las ventanas el tren, muy felices. Algo tan sencillo como es ver el tren pasar, para ellos es algo mágico, algo increíble. Son muchas calles en donde se observa esta lamentable y triste situación social. Después de como 7 minutos, el panorama cambia totalmente, estas casas pequeñas, se empiezan a convertir en grandes edificios muy estilizados y muy bellos, las personas también lucen diferente, ya no hay carretas, todo luce mejor. Ya que hoy es festivo, hay muchas personas haciendo deporte, en ciclas, patines o simplemente trotando. Algo bastante interesante es que tanto las personas de las casas pequeñas, como las de los edificios ostentosos, observan con felicidad el tren y saludan. Una situación que observo y que me llama la atención es que personas de distintos estratos sociales se admiran cuando ven pasar el tren de la Sabana y saludan levantando la mano así no conozcan a nadie. Me parece que es un fenómeno social que caracteriza al colombiano pues, en general, es muy sociable. La sociabilidad está estrechamente vinculada con la intersubjetividad, es decir, la necesidad de relacionarnos de alguna manera con el otro.

La empresa del tren se preocupa por el bienestar de los pasajeros; por ejemplo, cada 15 o 20 minutos ciertas personas pasan recogiendo la basura y otras, pasan ofreciendo alimentos (tamales, tinto, arepa,…). Se deduce que la empresa hace todo lo posible por la comodidad del usuario, aspecto que cautiva. 

En términos de la física, se observa que quien va al frente de la locomotora sabe perfectamente modular los ritmos del tren. Por ejemplo, en curvas la velocidad disminuye sustancialmente; cuando se acerca una intersección vial, el tren empieza a frenar progresivamente y cuando hay un tramo recto de varios kilómetros, el tren aumenta su velocidad. Esto son indicios de la experiencia de quien conduce el tren.

Son las 9:11 AM y ya llegamos a la estación de Usaquén, hay demasiada gente y afuera hay un conjunto musical (papayera). Veo a Julián a través de la ventana del tren y él también me ve a mí, pues coincidentemente, mi vagón quedó justo al frente de dónde está parado esperando. Se sube rápidamente y saluda a toda mi familia. Son las 9:21 AM y el tren vuelve y arranca.

Durante el recorrido se han subido ya dos grupos musicales. En este momento está tocando un grupo de música andina y pasan por cada asiento ofreciendo su disco con un costo de 10.000 pesos. Además de interpretar sus canciones, se esfuerzan por dar a conocer más de su talento y su producción. Esto con el objetivo de promocionarse y, además, de ganar un sustento económico a un precio que es cómodo o accesible para las personas del común. Son las 11:03 y llegamos a Zipaquirá. Entramos a la iglesia central, y quedé muy impresionada por la cantidad de gente que hay. Muchos cantan canciones, otros simplemente están en silencio orando, hay mucha gente al frente esperando por la bendición, especialmente gente de la tercera edad y personas en sillas de ruedas. Acá me doy cuenta que tal vez en los pueblos la gente le da más significado a los días santos o a la semana santa en general. La gente es más devota. Tradicionalmente está demostrado que la cultura pasada influenció a nuestros abuelos en sus modos de actuar y de pensar, es decir, de desarrollarse en el mundo; pero al mismo tiempo observo aquí que el concepto de cultura es transformativo, evoluciona, lo cual me permite hacer un contraste entre las costumbres y las formas de actuación de adultos mayores y personas jóvenes. Es la 1:10 de la tarde, y junto con mi familia buscamos algún restaurante para poder almorzar. Entramos a uno que se ve agradable, y ordenamos, cómo almuerzo, una picada y sopitas de ajiaco otros de sancocho. Afortunadamente llegamos a tiempo al restaurante, pues una vez dentro del restaurante cae un “aguacero de padre y señor mío”. Es la 1:50 pm y tenemos pendiente que el tren parte a las 3:00 pm, lo cual nos permite “echar una caminadita” por el pueblo antes de dirigirnos al sitio en donde se encuentra el tren.

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Tren 4Al entrar a nuestro vagón F, no tenemos sorpresa por la forma en que se disponen las sillas para el regreso a Bogotá, sin embargo, observo que varias personas, si se sienten sorprendidas y confundidas porque las sillas están volteadas, además algunas otras personas se resisten en reconocer el asiento que les corresponde. He aquí un fenómeno de espacialidad que, para confesarlo, yo también viví. El viaje de regreso, aun cuando es agradable, no hace que me deje de sentir cansada y con deseos de llegar a la estación de la Sabana. Han transcurrido alrededor de dos horas, cuando llegamos a la estación de Usaquén, donde por lo general, se bajan todas aquellas personas que lo abordaron en la ida, entre ellas, mi novio. Al llegar a la estación de la Sabana, una hora después, nos bajamos con toda mi familia y nuevamente la cultura ciudadana se impone al salir de la estación, pues las personas lo hacen ordenadamente. Observo varios taxis apostados en fila sobre la Calle 13. Mis abuelitos toman uno y nosotros nos embarcamos otro taxi en dirección a nuestro apartamento. Afortunadamente es un hermoso día el que hemos vivido.

Paula Alejandra Vergel Chingaté*
Estudiante de Ingeniería Ambiental
Universidad Santo Tomás

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO. Revista de Estudiantes de Humanidades
ISSN 2619-421X (en línea) abril de 2019 No. 10

 

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