Crónica de un viaje inesperado

Adrian Garabito de Los Santos*

A las 5:30 am, cuando suena el teléfono del apartamento con la noticia de que su padre ha muerto, Adrián, un chico de 19 años, de baja estatura, amante de las matemáticas y del deporte, y primer hijo varón de su padre, se encuentra profundamente dormido. Martí, que se había levantado más temprano de lo habitual a causa de un fuerte dolor de estómago que lo había atormentado toda la noche, logra escuchar el teléfono sonar y sin ningún ánimo baja hasta donde estaba y responde.

 

- Alo, buenos días 
- Hola Martí, soy yo Perla.
- Ey, que tal, ¿y este milagro?
- Sí. Estaba llamando a Adrián y no me responde.... Es que... su padre falleció esta madrugada.
- ¡Dios santo! … Pues déjame ver cómo le digo, todavía está durmiendo.
- Claro, es triste...Bueno, hablamos luego, chao.

Martí se queda sentado en el sofá asimilando la noticia. Se sabía que el padre de Adrián estaba enfermo, pero la muerte era lo último que se esperaba.

A las 6:00 am Martí lo despierta con una cara que Adrián notó extraña, y en ese momento le pasaron por la mente todo tipo de cosas malas que podían suceder, todas excepto la muerte de su padre. Martí, abrazándolo, le pregunta que si no ha recibido una llamada de su casa. ‹‹No, ¿qué ha pasado? ››, dice Adrián. Martí se queda unos segundos en silencio, ya que no sabe cómo reaccionará el joven cuando sepa la noticia. Adrián empieza a ponerse nervioso por el silencio de Martí y vuelve a preguntar ‹‹qué sucede››. Martí no encuentra otra salida, así que decide decirle de una vez por todas lo que está pasando. ‹‹Es que parece que ha muerto tu padre››. Adrián, sin pensarlo, tira un salto de su cama y entra en llanto, Martí intenta calmarlo diciéndole que llame a su casa para confirmar, porque él no está seguro del todo, Adrián lo hace pero a todo aquel que llama le rechaza la llamada, y en ese momento se da cuenta que su padre se había ido. Luis, excelente jugador de Baloncesto, compañero y amigo de Adrián desde hace varios años y Martí, hombre culto, sacerdote, amante de la lectura y del servicio, se encuentran al lado de él, sin saber qué decirle ni mucho menos qué hacer para calmar el dolor del chico, lo único que se le ocurre es abrazarlo. Luis había conocido a Bartolo, (padre de Adrián) un par de años antes, pues todos pertenecen a un pequeño pueblo de la República Dominicana, llamado Sanaba Yegua, mientras lo está abrazando le dice:

‹‹Mierda loco, la verdad es que yo ni puedo imaginarme cómo te sientes en estos momentos, pero recuerda que tú eres un hombre y debes de ser fuerte porque tu familia, especialmente tu madre te necesitan más que nunca››.

A las 6:30 am Martí, Luis y Adrián se encontraban reunidos en el comedor para buscar billete de avión, pues Adrián no pensaba en nada más que no fuera salir para República Dominicana para estar con su familia. Martí hizo todo lo que pudo, pero solo encontró billete para la 1:00 pm. Luis no lo pensó dos veces, se paró de la silla, fue a la habitación y sin saber qué era pertinente para llevar, abrió el armario y le echó toda la ropa en una maleta, Adrián tampoco pensaba en qué podía llevar, pues nadie tenía la cabeza lo suficientemente bien para pensar en eso.

Sin importar la hora del vuelo, Adrián se dio un baño de perro, se puso lo primero que tuvo a su alcance y agarró la maleta tal como la había hecho Luis. Martí llevaba días enfermo y no pudo acompañarlos al aeropuerto. Luis al ver que su compañero estaba listo para salir, ni siquiera se duchó, se vistió, se pasó un cepillo por los dientes y en menos de tres minutos ya estaba al lado de la puerta.

Así a las 8:30 am Luis y Adrián se encontraban en un taxi dirección al aeropuerto El Dorado de Bogotá. A esa hora de aquel martes diez de septiembre la ciudad no estaba tan congestionada, sin embargo para Adrián fue el trayecto más largo de toda su vida. Finalmente, después de un recorrido de media hora, llegaron al aeropuerto. Cosa difícil, pero primera vez en su vida que vieron El Dorado con tan poca gente. Adrián embarcó la maleta y siguió derecho para inmigración. Transcurrida hora y media (las 10: 30 am exactamente) desde su llegada al aeropuerto se encontraba sentado en la puerta de embarque esperando la salida de su vuelo.
Luis tuvo que regresar a casa, se fue con el alma partida ante la angustia de su amigo y un sinsabor por no poder hacer nada más.

Adrián se quedó sentado allí, solo, enfrentando sin mas largas horas de ansiedad. De vez en cuando era interrumpido por llamadas de amigos y de familiares para solidarizarse con él, pero el pobre chico ni ánimo tenía para responder, solo pensaba en llegar a su casa. Martí y Luis no paraban de llamar para saber cómo iba todo el proceso en el aeropuerto, pues sabían que era tedioso. Finalmente, entre dolores de cabezas, desesperaciones, y preocupaciones , a las 12:45 pm Adrián se encontraba montado en un avión con destino a República Dominicana, para así poder estar con toda su familia. Con todos, excepto uno, su padre.

Adrian Garabito de Los Santos*
Estudiante de Licenciatura en Filosofía y Letras
Universidad Santo Tomás

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y
no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) enero de 2020 No. 13

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