El espejo de los otros

David Ríos*

Las relaciones familiares tienden a definir en gran medida quienes somos. En el caso de Alison Bechdel no solo condicionaron su vida adulta, sino que además, afortunadamente para nosotros, desembocaron en un libro profundamente personal. 

En Fun Home, una familia tragicómica, novela gráfica publicada en 2006, la autora encara los momentos más importantes de su vida con una honestidad envidiable, y se permite replantear para ella y para nosotros, la figura de sus padres y de todo aquello que la rodeó en sus años de formación. Así mismo nos invita a asistir como lectores, a los conflictos de una familia para nada convencional, en la que la homosexualidad, la soledad, la muerte y la desazón de los sueños no cumplidos, marcaron el destino de sus integrantes.

No hay secreto demasiado grande, ni culpa demasiado terrible que Bechdel no aborde en este libro, y desde las primeras páginas nos ofrece casi a manera de sacrificio, la enorme figura de su padre sin ningún tapujo, tomándonos por sorpresa con el retrato de este hombre excéntrico, amante de los libros de Scott Fitzgerald, del “buen gusto” y de los muchachos apuestos. Bruce Allen Bechdel, quien fue soldado, esposo, padre, homosexual reprimido y que además reconstruyó una mansión neogótica para que la habitara su familia, fue quizás la influencia más grande de esta mujer, que fue criada en el mundo solitario y frío creado por este hombre en un pequeño pueblo en las montañas de los Estados Unidos.

A juzgar por lo que nos cuenta la autora, el hogar de los Bechdel era sombrío, la enorme casa en que vivían era también la funeraria del pueblo, y para Alison y sus hermanos fue normal crecer entre los cadáveres que su padre embalsamaba a medio tiempo, mientras trabajaba como profesor de inglés de secundaria y dirigía la familia autoritariamente, imponiendo un estilo de vida dictado por su curiosidad intelectual y la frustración que le causaba el no haberse permitido amar y ser, como realmente hubiese querido.

Es evidente que crecer en una situación tan particular no debió ser fácil para Alison, pero este libro aunque en un principio pueda parecerlo, no solo se compone de la descripción lastimera y quejumbrosa del ambiente difícil en el cual Bechdel pasó su niñez y juventud, sino que además ahonda en los más profundo de la relación de Alison con su padre, al describirla con una secreta ternura, que se esconde tímidamente detrás de los rostros serios y a veces amargos que llenan cada una de las viñetas de este cómic, y la atmósfera gris y en ocasiones sofocante de sus anécdotas familiares.

Como ocurre para muchos hijos, Alison Bechdel no conoció verdaderamente a su padre sino hasta después de su muerte, cuando según sus propias palabras, dejó “como lo suelen hacer los árboles caídos, un vacío tan absoluto como nunca antes podría haberse imaginado”. Y es gracias al descubrimiento de la vida secreta de su padre, así como la aceptación de su propia homosexualidad, que Bechdel tejió quizás para explicarse a sí misma los misterios de su propia vida, un relato de una extraña complejidad, en el que la literatura, las inseguridades, los errores, y el amor, nos dejan entrever la vida de una familia, a la que la felicidad parece haber olvidado, dejándola a merced de un estado de amargura y desazón constante, con el cual seguramente muchos de nosotros podemos identificarnos.

Es fácil comprender el gran impacto que causó este libro en el mundo del cómic en el momento de su publicación, sobre todo si tenemos en cuenta que todos y cada uno de nosotros cargamos con el peso de las relaciones familiares que nos impuso el destino, y que muchas veces aun cuando amamos a nuestros padres y hermanos, nos es imposible entender la naturaleza de sus vidas y sus decisiones. Afortunadamente tenemos a Alison Bechdel y a sus cómics, que nos recuerdan constantemente, que así nunca logremos perdonar del todo a las personas que temprano en nuestras vidas nos hirieron y forjaron lo que consideramos nuestras mayores debilidades y tristezas, quizás si podamos apiadarnos de ellas y, pasado el tiempo, observarlas con la suficiente distancia, que nos permita apreciar la humilde belleza de lo que fueron y aceptar con resignación la incómoda imagen de lo que somos.

David Ríos*
Autor y compositor
El espejo de los otros es un artículo publicado en asocio con la Revista BLAST

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y
no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.

ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea)

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