Elver Elian Beltrán Moreno*
Fabian trata de recordar por qué siente malgenio hacia su mamá ¿Qué fue lo que me hizo?, se repite una y otra vez perdiendo la noción del tiempo... Al entrar en razón, se da cuenta de que está parado bajo la ducha, no hay agua corriendo, se encuentra en un estado imperturbable, asfixiando por una mezcla de sentimientos que nublan su consciencia.
6:55 A.M marca el reloj en la habitación de Fabian, el cual empieza a retumbar indicando que es hora de levantarse, Fabian aún entre dormido levanta su mano y la sacude para activar el sensor de movimiento que permite apagar la alarma; una vez esta se calla queda el lugar inmerso en un silencio total, esto le provoca un escalofrío a Fabian y lo hace poner los pies fuera de la cama. Una vez afuera le indica a su asistente de voz “Ok Google, empieza el desayuno”, y en un parpadeo su cocina empieza a hacer algunos ruidos raros y sucede la magia, la máquina de café se enciende y suelta las cápsulas de café instantáneas sabor a vainilla que tanto le encantan a Fabian, la tostadora empieza a dorar las tajadas de pan, mientras el proceso continua, Fabian se alista para tomar una rápida ducha antes de partir a su lugar de trabajo, en ese preciso momento su teléfono empieza a vibrar con fuerza, Fabian lo mira con indiferencia y se da cuenta que es su madre “ Ya me dará uno de sus sermones” susurra mientras pone boca abajo su celular y le ordena reproducir un poco de música. Mientras el agua recorre cada parte de su cuerpo, Fabian trata de recordar por qué siente malgenio hacia su mamá ¿Qué fue lo que me hizo?, se repite una y otra vez perdiendo la noción del tiempo... Al entrar en razón, se da cuenta de que está parado bajo la ducha, no hay agua corriendo, se encuentra en un estado imperturbable, asfixiando por una mezcla de sentimientos que nublan su consciencia.
Fabian se sacude y alcanza perezosamente la toalla para secar el agua restante de su cabeza y cuerpo, se siente raro, no hay ningún tipo de ruido afuera ¿En qué piso vivo? Se pregunta así mismo en un tono algo sarcástico, suelta una pequeña risa mientras envuelve la toalla alrededor de su cintura; abre la puerta y se dirige a su cuarto, está oscuro y desordenado, huele un poco mal y no recuerda la última vez que limpio un poco así que abre una ventana y se percata de que no hay nada afuera, solo edificios enormes y uno que otro androide que limpian las calles mientras las desinfectan. Fabian queda un poco consternado, no recuerda cómo era el lugar antes, no recuerda si siempre ha sido así, puesto a que no cuenta con un recuerdo para comparar la escena decide quedarse con la afirmación de que todo siempre ha sido igual, da vuelta y se dispone a cambiarse. Abre el closet y se encuentra infinidad de trajes oscuros, sonríe y dice: “Es mi traje favorito” como si no se percatara de que todos son iguales, toma uno al azar y lo viste con una gran sonrisa, pero también con una pequeña sensación de culpa inherente a una imagen un poco difusa de la mamá. Sacude su cabeza como si se tratara de un mal pensamiento y de un salto sale para la cocina. Todo el desayuno está listo, se emociona y corre a sentarse a probar todo, como si no hubiera comido en días, prueba de todo al mismo tiempo: le pone mantequilla a las tostadas, disuelve un poco de la esencia de mandarina en la máquina de jugos y obtiene un néctar totalmente naranja. Mientras pone la comida en su boca, nota algo raro, mastica y mastica y se da cuenta, todo sabe igual, nada tiene sabor, queda inmóvil, en shock tratando de comprender la situación, le toma tiempo salir de ese estado, pero cuando lo logra, salta y observa perplejo la comida, como si el mirarla le devolviera el sabor.
Fabian se desespera, no entiende qué está pasando, grita exasperado para romper el silencio que nunca lo abandonó y tumba al piso toda la comida, trata de salir de su casa, pero las perillas no giran, patea las puertas agobiado y es ahí cuando lo ve, un cuadro difuso adornando la pared de la sala, perfectamente enmarcado con la imagen de su madre, con una sonrisa siniestra y botones en sus ojos, es ahí cuando comprende lo que debe hacer; se dirige corriendo hacia la ventana que abrió, y se empuja hacia el vacío; mientras cae todo se torna blanco y lúgubre… Y de repente Fabian despierta, reconoce su alrededor y procede a desconectarse de la máquina que permite hundirse en los recuerdos y revivir lo vivido. Fabian se siente decepcionado, otro intento fallido, dice entre dientes mientras la enfermera se le acerca. ¿La encontraste? Le pregunta la enfermera. ¡NO! grita el Fabián de 67 años, cuyo Alzheimer no le permite recordar el rostro de su madre, ha estado buscándola en sus recuerdos para pedirle perdón por nunca visitarla mientras fallecía de cáncer en un hospital.
Este cuento fue el ganador del primer puesto en el I Concurso de Cuento Corto " Relatos de la cotidianidad" de ArteFacto. Revista de estudiantes de humanidades y el Departamento de Humanidades y Formación Integral realizado en abril de 2020.
*Elver Elian Beltrán Moreno
Estudiante de Contaduría
Universidad Santo Tomás
Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y
no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) octubre de 2020 No. 16