¿Cuál es nuestro problema?

 

*María Alejandra Manyoma Leal

Colombia es un territorio de riquezas distinguido por su gran diversidad que se pierde en una red de indiferencia y temor. No se puede negar que, lamentablemente,  la historia del país se ha forjado bajo principios violentos impulsados por la corrupción que claramente no son resultado de unas cuantas décadas sino de toda una historia que moldeó el comportamiento de la sociedad colombiana y como hoy en día se conoce. No podemos hablar de lo que somos si claramente no entendemos el por qué somos así.

William Ospina nos brinda una visión de claridad acerca de nuestro eje social, en su ensayo Colombia: El proyecto nacional y franja amarilla entendiendo y haciendo énfasis a las problemáticas que a través de la historia  colombiana se han presentado marcada por injusticias de parte de un grupo de personas,  los cuales socialmente han sido llamados “los ricos”, pobres de espíritu, de sentido de identidad y al parecer de humanidad, hacia el pueblo. Los cuales encuentran  una forma de negocio y una vida plena a través de los más vulnerables. Pero más allá de estas explotaciones surge una pregunta más inquietante y es por qué los colombianos  no actuamos y tomamos cartas en el asunto hacia tantas injusticias, ¿por qué nadie hace nada?

Nuestra falta de espíritu no puede ser justificada, si bien es cierto desde los comienzos de la construcción de nuestra sociedad ha surgido un término que ha subyugado  a la comunidad  y este es el poder, este poder que casualmente se nos ha presentado como un déjà vu en el cual aquel que posea las armas tendrá dominio sobre los demás. La “independencia”, si es que podemos aplicar este concepto para nuestro caso, reveló una gran ola de codicia la cual perjudico en su totalidad nuestra participación comunitaria. En primera instancia nuestros nuevos verdugos o líderes “los ricos “ descubrieron en la producción humana una forma de lucro, formando una mentalidad la cual tiene como principio pasar sobre el otro sin importar que consecuencia esto genere ,en resumidas cuentas el fin siendo justificado por los medios. Siguiendo esta ley se puede reconocer que para” los ricos” aquel que no se iguale a su posición social y económica  es tratado como un ser de menor valor. Si estos sujetos se encargan de buscar el bien propio no existe la mínima posibilidad que tengan un interés por sentirse identificados por su nación.

Como el texto nos plantea, aquellos que se encuentran en el poder no poseen un sentido de identidad nacional y esta es la razón por la cual el pueblo tome estos comportamientos a manera de ejemplificación. Resulta bastante irónico que los que más se lucran del país son los que más se avergüenzan de él, pero  este es el aspecto que el rico y el pobre comparten, la falta de identidad y de amor hacia este maravilloso  país.

Ahora bien, por otro lado,  permitimos que el comercio extranjero penetre en nuestros más precioso tesoros y aún más, celebramos que otros países intervengan  y dispongan a su antojo de nuestro territorio disfrazados de redentores.  El problema radica en que sentimos que nuestra identidad se encuentra en el extranjero y de una forma nos avergonzamos de nuestra diversidad, esto se da ya que hemos desarrollado una ideología en la cual admiramos a aquellos que nos oprimen  y odiamos a nuestros semejantes.

Siguiendo una línea histórica, el texto nos remite a una serie de hechos que si bien no fueron el origen de nuestro comportamiento, causaron ese impulso que dividió seriamente al país. El bipartidismo dividió en dos ideales al pueblo, por un lado se encontraban los conservadores los cuales no buscaban cambios sociales sino buscaban la conservación de las leyes como se conocían y por el otro los liberales los cuales buscaban un cambio en los cimientos sociales. Estas dos formas de pensamiento fueron las causantes de muchas pérdidas humanas. Considerando que para aquellos que poseen al país, buscaban  conservar los principios  y reforzar el capitalismo  para continuar con su negocio, la búsqueda de un bienestar para  el pueblo no era un camino viable y veían en el liberalismo y  en uno de sus grandes líderes, Gaitán, una amenaza.

Gaitán  representó una revolución “del pueblo para el pueblo”, ya que entendía que el país necesitaba de un gran cambio y como el texto nos señala, entendió que el bipartidismo era un problema. Estas ganas de renovar llevaron a que este líder fuera derrocado gracias  a la codicia. No podemos afirmar que la llegada de Gaitán al poder  hubiera marcado un cambio radical para la sociedad positivo o negativo, pero si podemos evidenciar que aquellos que gozan del poder harán lo necesario para mantenerlo y este acto fue la muestra de que aquel que tenga deseos de avanzar y apoyar al pueblo será silenciado.

Ospina nos menciona un aspecto relevante y es que esta pelea de partidos fue una guerra de pobres financiada por ricos que por obviedad señalaba el concepto de marioneta aplicado para el pueblo. El fin de esta guerra  llega a nombre de un convenio nombrado Frente Nacional, donde el azul y el rojo se unen para repartir el poder a su antojo el cargo presidencial y de esta forma, marcar un limitante donde este poder prevalece en ciertas familias y empresas tradicionales. A partir de esta repartición se cierran las puertas para aquellos que aspiren a riquezas y además condenaron al pueblo al conformismo que recae en la supervivencia.

No pasaría mucho para que algunos se opusieran a las dictaduras y los abusos y con la influencia de la revolución cubana que causó una gran ola por Latinoamérica. La aparición de las guerrillas las cuales exigían un cambio, pero no pasó mucho para que estos grupos  no funcionaran  ya que su ideología primaria de apoyo hacia el pueblo desapareció.

La costumbre nos llevó a aceptar que los ricos son los que son, porque están destinados y que para que un pobre pueda aspirar a una mejor forma de vida estable tiene que recurrir a medios ilícitos en contra de la moral. Nos hemos refugiado en adoptar a modo de  ejemplificación el irrespeto del estado hacia las leyes donde aquel que tenga la capacidad de aprovecharse del otro es el que triunfa y más terrible a aceptar estos hechos como normales. Hemos aceptado que si somos pobres estamos destinados a admitir la ignorancia como un modelo de ideología.

Somos un pueblo lleno de miedo que no es capaz de tomar riendas acerca de la sus problemas y preferimos conformarnos y como popularmente se dice, nos hacernos los de la vista gorda, para asegurar un supuesto bienestar.  La caída de grandes líderes que intentaron cambiar la sociedad generó un pánico silencioso entre el pueblo, nadie dice nada porque todos temen  a la muerte.       

Si aquellos líderes de la patria  disponen del poder a su antojo qué podemos esperar de nuestro futuro. Podemos esperar que estos líderes sigan haciendo de las suyas para conservar sus privilegios de los cuales gozan y están tan acostumbrado, pero sin duda no podemos continuar con el conformismo, apuntando con el dedo y cruzándonos de brazos , esperando a que las cosas se mejoren por sí solas.

Si alguna reflexión nos deja el texto de Ospina es que debemos mirar más allá de lo que nos hemos obligado a creer a través del tiempo, y lo hemos obligado porque lo hemos aceptado. Si tomamos conciencia y entendemos quienes somos, cual es nuestra identidad, cual es nuestra historia podemos comprender  que la única solución recae en nuestras manos. No podemos pretender  hacer un cambio impulsado por la violencia porque a partir de la experiencia hemos evidenciado esta no es  una solución viable ni mucho menos adecuada. Como sociedad nos encontramos en la capacidad de apoyarnos y crear redes ,si cada uno nos comprometemos a amar nuestra patria, a amar nuestra diversidad, a aceptar lo que somos y a tomar una  responsabilidad desde nuestras capacidades podemos generan un gran cambio.

Esta utopía  nos da un impulso a aspirar a una vida plena a nivel social  la cual no es imposible pero si difícil si son pocos los que los intentan. Es momento de tomar conciencia y de ser conscientes  de las grandes problemáticas  y falencias que tenemos como comunidad.
Es injusto permitir que algunos se crean dueños de otros revelando que la esclavitud es parte de nuestra cultura, es injusto no aceptarnos por iguales por una cuestión económica y racial si al final de todo somos personas tratando de vivir en vez de sobrevivir.  

 Reseña elaborada por María Alejandra Manyoma del ensayo Colombia: El proyecto nacional y franja amarilla, escrito por William Ospina en el año 1996 y publicado por Editorial Norma. 

*María Alejandra Manyoma Leal
Estudiante de Diseño gráfico
Universidad Santo Tomás

 

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.

ARTE-FACTO- Revista de Estudiantes de Humanidades ISSN 2619-421X (en línea) septiembre  2016 No. 1

 

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