Gerardo González Castillo*
En la mañana del 9 de noviembre de 2022, salíamos mi madre Andrea Castillo y yo hacia la Universidad Santo Tomas, y en medio de nuestro trayecto, ella me iba a contando acerca de una experiencia muy triste e impactante que vivió hace aproximadamente 18 años, el secuestro y homicidio de su padre.
Subimos a nuestro vehículo como era habitual, eran las 5:15 am cuando estábamos saliendo de casa, y fue entonces cuando no dudé en preguntarle más detalles acerca de lo sucedido con su papá, ya en otras ocasiones me había hablado del tema de manera superficial y yo tenía una gran incertidumbre y curiosidad acerca de todo lo que había pasado.
Todo comenzó el sábado 17 de mayo de 2003, cuando mi papá salió común y corriente a trabajar a nuestra empresa familiar INGENIERÍA CASTELL COMERCIAL LTDA, así se llamaba, donde él era el Gerente General y mi mamá la Subgerente; por mucho yo tiempo trabajé allí y me desplazaba a algunas de las sedes de la empresa para llevar a cabo las actividades programadas, y recuerdo que lamentablemente en esa época la situación de seguridad y orden público en Colombia era muy compleja por amenazas de la guerrilla, los paramilitares y la delincuencia común, especialmente en algunas zonas del país. Pues bien, resulta que al parecer desde hace algún tiempo, estos criminales le estaban haciendo seguimiento a mi padre y a la empresa, hasta que optaron por secuestrarlo y posteriormente, en medio de continuas amenazas, extorsionaron a nuestra familia para dejarlo en libertad.
Comentaba mi mamá que se preocuparon demasiado cuando su papá no regresó a casa, ni el día siguiente, lo cual era sumamente extraño, tanto así que su esposa se dirigió el lunes a la oficina, donde encontró bastante desorden, algunos vasos y botellas de licor, como muestra de la celebración de una reunión extralaboral; así mismo, encontró el maletín de su esposo, la agenda de trabajo y algunos documentos. Y entonces, en medio de su preocupación, el martes 20 de mayo volvió a dirigirse a la oficina como lo hacía todos los días, y fue allí cuando recibió una amenazante llamada donde los criminales se identificaban como miembros de las AUC, le informaban que tenían secuestrado a su esposo y que debía pagar tres millones de dólares si quería recuperarlo con vida; tiempo después se confirmó que los secuestradores pertenecían al frente 22 de las FARC.
Más tarde, tuvo que sacar fuerzas y contarle a sus hijos y la tristeza que inundaba el ambiente era algo que no se podía describir, lloraban frecuentemente, sentían una gran impotencia y estaban en desacuerdo con la extorsión, pero aun así, en medio del desespero, empezaron a contemplar la posibilidad de vender sus bienes para reunir el dinero que les pedían los criminales y salvarle la vida a su padre, sin embargo, esto era muy complicado de lograr en el tiempo que los delincuentes exigían. Decidieron entonces informar a las autoridades lo que había sucedido y el G.A.U.L.A. (Grupo de Acción unificada por la Libertad Personal) inició la respectiva investigación.
Poco antes de llegar a la autopista, le pregunté si en su opinión, algún familiar había sufrido con mayor dolor el secuestro de su papá y me dijo que para todos había sido demasiado difícil enfrentarse a esta horrible realidad, no entendían por qué les estaba sucediendo algo tan terrible y no concebían la idea de perder a su padre, él era el eje de toda la familia.
Luego de una temporada llena de incertidumbre vendría una difícil noticia, pues, aunque la privación ilegal de la libertad es un hecho complejo que puede implicar un desenlace funesto, los seres queridos habitualmente guardan la esperanza del buen retorno; mi madre estaba muy triste contándome en detalle esos acontecimientos, especialmente cuando recordó que a partir de las investigaciones y operativos realizados por las autoridades, se determinó que a su papá lo habían asesinado en cautiverio.Durante casi seis meses estuvimos aislados por completo de la investigación, tiempo después supimos que habían detenido a algunos criminales y a otros les tuvieron que dar de baja, pero fue aquel inolvidable día en que el G.A.U.L.A. nos citó a una reunión en casa y nos confirmó que el asesinato de nuestro amado papá había sucedido aproximadamente quince días después de su secuestro, y que aun así, los criminales habían seguido extorsionándonos.
Estábamos próximos a llegar a la universidad, pero le pedí a mi mamá diez minutos más para hacerle una última pregunta, mientras comíamos la habitual y deliciosa arepa que venden en la esquina.
Yo quería saber si decidieron llamarme GERARDO en honor a mi abuelito y mi mamá me contó que esto nunca estuvo entre sus planes, que incluso mi nombre iba a ser Juan Andrés, pero que mi padre, al ver su profunda tristeza le propuso que me llamaran así, en honor a su adorado papá, lo cual le pareció un hermoso gesto que con todo amor y agradecimiento aceptó.
Me dijo también que el nombre no tenía que ver con el secuestro y homicidio de mi abuelito, sino más bien con su vida, con sus enseñanzas, con el recuerdo de su bonita relación, con ese inmenso amor que ella siempre sentiría por su padre y con la gratitud que tiene con Dios por haberle regalado el mejor padre del mundo y después el mejor hijo que a partir de ese día seria su motor para vivir.
No me quedaba más tiempo, pero le pregunté a mi mamá, si mi papá había conocido a mi abuelito, porque un gesto tan bonito como ese no lo haría cualquier persona y me contó que no compartieron mucho tiempo, pero que él siempre hablaba de su admiración por su suegro y sintió que su nombre, sería un bonito legado para su hijo.
Definitivamente sentí que tenía aún más preguntas, así que me despedí de mi mamá y acordamos continuar esta interesante conversación en horas de la tarde; fue entonces cuando le pregunté qué era lo que más extrañaba de su papá y me dijo: sus enseñanzas, porque aunque él siempre fue bastante estricto, muchos fueron los momentos de aprendizaje en su compañía y las circunstancias que sobrellevamos juntos tanto en la empresa, que hoy en día está liquidada, como a nivel de nuestra relación padre-hija.
Y en la noche, cuando me encontré casualmente con mi tía y con mi primo de camino a la droguería, cuando iba a comprar una medicina que mi mamá me había recomendado, aproveché para hacerle a mi tía la misma pregunta y me respondió:
—Me hace mucha falta escucharlo y sentirlo cerca.
—Y ¿cómo crees que sería tu vida si no hubiera muerto?, le dije.
—Creo que hubiera tenido más oportunidades de crecimiento, mis metas personales y profesionales hubieran sido más grandes.
Y cuando llegué a casa, siendo casi las ocho de la noche, llamé a mi abuelita para avisarle que pronto comenzaría el partido de Junior vs. Millonarios, donde jugaría de local su equipo Junior, y así mismo le pregunté:
—Hoy en día, ¿qué es lo que más extrañas de él?
—Su apoyo, seguridad, fortaleza y jovialidad.
—Recuerdo ese momento como si fuera hoy, persisten interrogantes alrededor de su muerte, y
aunque aún duele profundamente, he aprendido a vivir con ello, añadió.
Al terminar ese tema, le desee suerte a su equipo, el Junior de Barranquilla, pues el partido ya iba a empezar.
Vale la pena anotar que, durante la época de estos sucesos, Colombia se enfrentaba a altos índices de inseguridad y fuertes circunstancias de corrupción bajo la influencia del conflicto armado que concentraba poderes y amenazaba el orden público de la nación, lo cual afectaba directamente a muchos empresarios y sumaba a diario miles y miles de víctimas en todo el territorio geográfico, condición que lamentablemente en esta ocasión perturbó la paz de mi familia y terminó no solo en la muerte de mi abuelito, al que ciertamente me hubiera encantado conocer, sino en el fin de una maravillosa empresa que nació del sueño de una persona emprendedora y con muchos ideales, que por más de 10 años generó empleo en muchas zonas del país y apoyó permanentemente el
crecimiento de barrios en desarrollo progresivo mediante la construcción de escuelas y edificaciones al servicio de la comunidad y el montaje de líneas de alta, media y baja tensión que indiscutiblemente aportaron a la calidad de vida de la población.
Referencias
El Tiempo (13 de diciembre de 2003). Hallan cadáver de empresario. El Tiempo. Recuperado 16 de noviembre de 2022, de https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1045534
De Periodismo Investigativo, Agencia (10 de marzo de 2021). El segundo tiempo de Eduardo Méndez en Santa Fe. Agencia de Periodismo Investigativo. Recuperado 16 de noviembre de 2022, de https://agenciapi.co/investigacion/de-memoria/el-segundo-tiempo-de-eduardo-mendez- en-santa-fe
Gerardo González Castillo*
Estudiante de Administración de Empresas
Universidad Santo Tomás