Brandon Andrey Rodríguez Soche*
El filme “Después de Norma” del director Jorge Andrés Botero nos presenta un relato emotivo y honesto alrededor de las memorias de cuatro vidas unidas por un lazo familiar. La historia filmada dirigida e interpretada por la familia Botero nos sumerge en una confesión auténtica alrededor del valor de una madre y del peso simbólico que se desprende de una vida irrepetible.
La historia que si bien no se presenta como una propuesta pomposa o compleja mantiene a partir de la simplicidad de sus elementos una narrativa familiar y orgánica a lo largo del largometraje, el filme es una apertura y desde un comienzo tienen la visión de revelar a sus espectadores los registros de una familia que nos demuestra que por ser del común no deja por ello de ser memorable de contar. La construcción (la producción y el ensamblaje) de la película está inmersa en el desarrollo de la misma y permite reflejar la naturalidad que tanto se le exige a los documentales y filmes autobiográficos, el hecho de que la historia se grabe mucho antes de concebirse como una película ofrece una simplicidad que sólo puede ofrecer el guion de la vida misma.
El valor cultual que evoca las grabaciones caseras de un mayor Jorge Botero y de la entrega de esa herencia fílmica a un joven Jorge Andrés Botero permite hacer una lectura estética muy particular ¿será acaso los recuerdos y la vida una cámara fotográfica que no cesa de grabar una historia que continuará con alguien más? ¿No es en el umbral de la muerte el momento ideal para rebobinar aquel rollo sin revelar llamada historia?
La película si bien se destaca por su trabajo fotográfico y de un buen acompañamiento narrativo parte de una propuesta no muy común en la configuración de los filmes autobiográficos, siendo este el hecho de dotar de un papel activo a la cámara en la narrativa. El discurso y la progresión de sucesos son vinculados a partir de las memorias de una familia común, el uso de vídeos caseros y fotografías familiares no solo permiten reconocer hechos importantes en la vida de los personajes sino que constituyen el pilar argumental del largometraje. La cámara a su vez es un elemento protagónico en el desarrollo de la cinta está si bien ha sido entendida en la historia del cine como un recurso o una herramienta; en “Después de Norma” es memorable reconocer como la cámara adquiere un lugar fundamental en la familia, la máquina fotográfica no es solo la que filma sino también va acompañada de un registro propio de quien está grabando, una imagen que no deja de fascinar tanto a cinéfilos como a seres inanimados; siendo memorable entre ellos el lejano y desvariado José Arcadio Buendía con el artefacto oriental que capturaba instantes y los encerraba en daguerrotipos.
Norma Botero es así pues la dureza de la vida pero también la representación clara de que solo se busca inmortalizar lo que se ama, los cambios físicos y emocionales producto de su enfermedad permiten reconocer cómo existe una lucha entre lo que se es y cómo una persona al final de su vida busca que la recuerden. El esfuerzo incansable de su familia por cuidar de ella y su pasión por filmarla para que no los abandone es el reflejo de una familia; una entre tantas en el mundo que buscan atrapar representaciones de sus seres queridos por el hecho de que solo se puede fotografiar aquello que es bello a los ojos del afecto. Así como se reconoce a Norma la carismática mujer llena de vida y cantante de rancheras también se escudriña a Norma la mujer amorosa y amante del silencio, una y tantas imágenes de las que solo se tienen los instantes que valen la pena ser recordados.
El director apuesta por retratar la cotidianidad humana y en ella reconocer a partir de una experiencia propia la fascinación de las personas por acumular aquello que está dotado de significado, el ser humano es un coleccionista de recuerdos y memorias y en él nace la naturalidad de tocar y sentir aquello que tiene un valor simbólico ideal, el rótulo “Después de Norma” no se da solo con la intención de evidenciar un comienzo y un final en la vida de Norma sino que permite reconocer una transición de esa cámara a otra persona, un episodio que si bien deja una gran persona atrás sigue grabando memorias con todos aquellos que se tiene el privilegio de interpretar el guion de la vida.
Producción: Jorge Andrés Botero | Edición: David Esteban Rojas, Carlos Fernando Cordero | Operadores de cámara: Jorge Andrés Botero, Andrés Bernal Sánchez, Camilo Rodríguez, Beatriz Lucía Botero, Elizabeth Ávila Caica, David García Pretelt | Sonido: Yesid Campos
Brandon Andrey Rodríguez Soche*
Estudiante de licenciatura en filosofía y lengua castellana
Universidad Santo Tomás
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ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) enero de 2020 No. 13