Director: Kunio Katō
Año de publicación: 2008.
Título de la película en su idioma original: (つみきのいえ, Tsumiki no ie)
Productor: Robot Communications.
Tiempo de duración: 12 minutos.
Hay quienes pasan toda su vida en una búsqueda interminable pero infructuosa de la autorrealización, mas cuando creen haber logrado su propósito, este los evade, huye a sus caprichos, e impotentes desean regresar al lugar donde estaba el amor, solo para saber que ese amor se ha desvanecido.
Este cortometraje representa, de manera un poco exagerada, los recuerdos de un solitario anciano que se alberga en una casa constantemente asediada por el agua, a pesar de que su animación puede ser considerada por algunos como sencilla, su mensaje es profundo y ontológico, sujeto a diversas interpretaciones. La maison en petits cubes fue galardonada con el Premio Cristal del Festival Internacional de Películas Animadas de Annecy en 2008 y un Premio Oscar al mejor cortometraje animado en 2009, su creador es el animador japonés Kunio Katō, nacido el 24 de abril de 1977.
El corto inicia de manera lenta, tranquila y con música un tanto relajante, recorriendo una pared llena de cuadros observados por un anciano que exhala un suspiro, aunque nada parece fuera de lo común se hace una repentina revelación, todo está cubierto de agua, en todos lados y por todas partes, de hecho es tan así que ya hay varias casas sumergidas y olvidadas en lo más profundo. Poco a poco el agua va subiendo lentamente y el anciano se ve obligado a construir otro piso si es que su deseo es no acabar con los peces, y así lo hace, pero desafortunadamente en el proceso su pipa predilecta cae y termina un piso abajo.
El anciano se dispone a descender, pero al encontrar su preciado objeto se enfrenta a la decisión de seguir avanzando o regresar a la superficie, y es que son tantos los pisos y las historias que estos albergan, que motivado por la nostalgia descubre que a medida que se sumerge, sus memorias explotan, fluyen incansablemente recordando épocas que otrora fueron la fuente de su felicidad, pero no se detiene, continua y al fin llega a lo más profundo donde encuentra una copa de vino, pero de manera no tan inesperada, también encuentra la reminiscencia del amor más puro, el amor de su familia, de su amada. Cuando el solitario anciano terminó el ascenso tomó la decisión de servir su tan rutinaria cena, pero esta vez, tomó la copa que había encontrado y otra adicional para servir el vino, una para él y otra para su amada, brindando en memoria de épocas que jamás volverán.
A pesar de que este corto puede interpretarse de distintas maneras, el fundamento principal de nuestra interpretación sobre el mensaje que pretende transmitir, reside en la noción de que el amor prevalece aun después de la muerte, seguir viviendo y amando a los que ya no están es el verdadero reto al que debemos enfrentarnos. La consciencia fundamental de nuestra mortalidad nos oprime constantemente, nos rehusamos a aceptar la muerte de nosotros mismos o la de los demás, lo que deriva en el ensimismamiento del ser dejando de vivir plenamente.
Esta es precisamente la analogía que se enseña ampliamente en el corto, al seguir la historia del protagonista se evidencia lo difícil que es aceptar la muerte de un ser querido y la lucha diaria por sentirse vivo. Es aquí donde el corto ejemplifica de manera muy acertada, mediante el uso del agua y la casa, la situación en la que se puede encontrar una persona que lo ha perdido todo; el anciano, al ser el que más recuerdos posee y a su vez más arrepentimientos, decide huir del asedio constante de su tristeza (representado con el agua) iniciando la creación de nuevos pisos que pueden significar una manera de evadir sus problemas. Al creer haber perdido su pipa para siempre y tomar la decisión de sumergirse en lo más profundo para recuperarla, empieza la etapa de afrontamiento y de sanación, a medida que se sumerge más siente, más recuerda y más emociones lo hacen empezar a vivir otra vez.
Adicionalmente, a pesar de que es un cortometraje que utiliza una animación sencilla, hay un mensaje implícito bastante penetrante, resaltar la relevancia de los aspectos que consideramos cotidianos o normales, donde el verdadero sentido de la vida está en apreciar el valor de las cosas simples y los pequeños momentos, esto no quiere decir que el anciano no lo haya hecho, sino que, por el contrario, disfrutó cada segundo. Es importante tener metas y objetivos claros, pero de qué sirve su obtención si en el proceso perdemos nuestra esencia y olvidamos a quienes amamos.
Referencia
Estudiantes de Gobierno y Relaciones Internacionales
Universidad Santo Tomás