¿Qué carajos ocurrió?

Mateo Núñez Moreno* 

Nos resulta fascinante lucir marcas cuya procedencia no conocemos. El sentirnos gringos se ha vuelto más importante para nosotros que el sentirnos colombianos, al igual que el sabernos más canciones en inglés y el último grito de la moda que conocer nuestro propio origen. Marco como ejemplo el proyecto modular de diseño gráfico en la universidad Santo Tomás. (Diseño, identidad y cultura). La investigación cultural de la identidad personal anteriormente se desarrollaba indagando nuestros apellidos, las familias de las cuales procedemos y nuestras raíces desde lo más elemental a lo más profundo. Ahora (soy testigo) se ha cambiado este método a uno de abstracción total donde los estudiantes relatan su vida como la deseen relatar, dejando completamente de lado la investigación al pasado precolombino, ¿por qué?, la respuesta de uno de los maestros fue: “A los chinos les aburre eso” o “No se sienten motivados”.

Es difícil como ciudadano colombiano admitir esto con tanta serenidad, pero el salir de estas garras invisibles e inquebrantables del consumismo se ha vuelto una realidad casi que imposible.

“Dicen los rumberos que la fiesta en Cali ya no es como antes, que la salsa está dándole paso al trance y que al sancocho de gallina lo marginó la hamburguesa. El mismo comentario lo hacen en Medellín, Bucaramanga o Barranquilla. El punto de unión entre estos fenómenos es la americanización de todos nuestros planes de ocio.” -Diario El Tiempo.

Ya para ir cerrando me gustaría exponer unas recomendaciones a los jóvenes y cualquiera que esté leyendo este pequeño texto o ya haya visto el vídeo.

No se debe sentir repulsión ante mercados pequeños e independientes, son estos los valientes guerreros que han tenido que acomodar su estilo de trabajo para sobrevivir a esta sociedad de consumo hostil. Apoyemos a las marcas colombianas, la artesanía, el arte nacional, comencemos a apoyar a nuestro país fuera de las pantallas que muestran hombres vestidos de amarillo corriendo tras una pelota. Comencemos a sentirnos más colombianos por algo ajeno a un equipo de fútbol y una documentación. Que no nos dé vergüenza mostrar nuestra identidad fuera de nuestras tierras. Apoyemos los movimientos que nuestros obreros se esfuerzan por formar, y manifestemos nuestra inconformidad ante respuestas como “El paro agrario no existe”. Dejemos de comprar ese “almuerzo colombiano” que nos ofrece el McDonalds a ocho mil novecientos pesos y apoyemos a nuestras marcas, la tienda de la vecina, el calentao’ que nuestra madre nos tiene todas las noches.

No dejemos morir lo que nos diferencia de otros, ni dejemos que otros dejen morir lo que nos diferencia de ellos.

 

¿Qué hará usted para apoyar la causa?

Mateo Núñez Moreno*

Estudiante de Diseño Gráfico

Universidad Santo Tomás

 

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.

ARTE-FACTO. Revista de Estudiantes de Humanidades

ISSN 2619-421X (en línea) octubre 2017 No. 4

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