El lugar de las mujeres dentro de las ciencias sociales en Colombia

Ana María González Cifuentes*

Esta texto1 presenta algunos avances del proyecto de investigación “El lugar de las mujeres en las ciencias sociales: el caso de la sociología, la antropología y la historia en Colombia 1959-1989” que viene ejecutando el grupo de investigación IESHFAZ. El proyecto atiende a la necesidad de conocer y explorar el papel de las mujeres en el desarrollo e institucionalización del conocimiento científico dentro del campo de las ciencias sociales en Colombia. Para ello, se ha adelantado la búsqueda de antecedentes académicos y el análisis descriptivo de las firmas femeninas, masculinas y en coautoría en tres (3) revistas de ciencias sociales que permanecieron activas entre los años 1959 y 1990.

La importancia de llevar a cabo este tipo de investigación radica en el poco desarrollo de estudios sobre la relación entre mujeres y ciencias sociales en nuestro país, así como en existencia de prejuicios sobre lo femenino, y el poco reconocimiento y visibilización de los aportes femeninos al campo científico en general y de las ciencias sociales en particular y los programas académicos en Colombia.

Hasta el momento hemos realizado la búsqueda bibliográfica de fuentes secundarias en bases de datos especializadas como Scopus, E-libro, Jstor, SocINDEX, Web of Science, Redalyc, en varios idiomas: español, inglés, francés, y portugués, así como en el catálogo virtual de la biblioteca Luis Ángel Arango, y en la biblioteca digital feminista Ofelia Uribe de Acosta de la Universidad Nacional de Colombia. Encontrando cerca de 85 artículos científicos a partir de las palabras clave: mujeres/ciencias sociales/Colombia/Siglo XX y sus correspondientes en otros idiomas. Luego de esto, realizamos una depuración de búsqueda de estas fuentes a través de la categorización por ejes y se procedió a realizar matrices de análisis a partir de las fuentes categorizadas para seleccionar las citas más relevantes respecto a la temática y al problema de investigación. Así mismo, se realizaron dos índices de análisis de publicaciones de artículos científicos discriminando el género en dos revistas colombianas: Cuadernos de sociología de la Universidad Santo Tomás, y el Boletín de antropología de la Universidad de Antioquia.

Ahora bien, este problema, sobre el rol de las mujeres dentro de la ciencia, se ha investigado ampliamente respecto al rol de la mujer dentro de las ciencias “duras” o ciencias naturales y exactas, encontrando que históricamente se ha dado un proceso de exclusión e invisibilización respecto a la producción académica de las mujeres dentro de los campos de la física, la matemática y la química. Sin embargo, el estudio de la desigualdad e inequidad de género dentro de las ciencias sociales, su desarrollo y su institucionalización, es relativamente nuevo.

Los estudios sobre la relación entre género y ciencia fueron iniciados por el movimiento feminista en Europa y Norteamérica durante las décadas de los setenta y ochenta; pero el proceso de creación de los estudios de mujer y género latinoamericano, fue más tardío. Según Diana Maffía (2006), en su artículo “El vínculo crítico entre género y ciencia”, los estudios de género son aquellos cuyo objeto central es el análisis de las interacciones entre hombres y mujeres, el acceso de unos y otros a los bienes y servicios, los cambios culturales, la formación de las identidades, y su énfasis es la comparación y las diferencias entre los sexos. Sin embargo, el problema del sexismo en ciencia no ha sido sólo, ni principalmente, el de establecer «diferencias» entre hombres y mujeres, sino fundamentalmente la «jerarquización» de esas diferencias, siempre desventajosas para el mismo género (femenino) y que dio respaldo a una repartición desigual de los roles sociales. La ciencia (y también la filosofía) se ha ocupado desde sus orígenes, y de manera consecuente, de proporcionar descripciones de la naturaleza femenina que ubican a la mujer en un lugar diferenciado y jerárquicamente inferior al del hombre.

Por otra parte, según Schiebinger (1987) en su artículo “The History and Philosophy of Women in Science”, la historia de las mujeres en la ciencia es una disciplina relativamente reciente, pero podemos distinguir diversos abordajes conceptuales: el primero procura echar luz sobre aquellas mujeres cuyas contribuciones científicas han sido negadas por las corrientes dominantes en la historia de la ciencia. El segundo complementa el anterior, analizando la historia de la participación de las mujeres en las instituciones de la ciencia, especialmente enfocando el limitado acceso de las mujeres a los medios de producción científica y el estatus dentro de las profesiones. El tercero se interesa por el modo en que las ciencias (sobre todo médicas y biológicas) han definido la naturaleza de las mujeres. El cuarto analiza la naturaleza masculina de la ciencia misma, y procura develar las distorsiones en las mismas normas y métodos de la ciencia que han producido la ausencia histórica de mujeres de cualquier rol significativo en la construcción de la ciencia moderna.

Según Londa Schiebinger (1987) estos abordajes conceptuales, a su vez, pueden encararse desde tres puntos de vista diferentes: uno «conservador», que afirma que las mujeres simplemente no pueden hacer ciencia tan bien como los hombres, que algo en su naturaleza física, psicológica e intelectual las incapacita para producir ciencia; el segundo, que suele llamarse «liberal», ve la ausencia de mujeres en la ciencia como una cuestión de acceso a la educación y el empleo, y propugna la integración de las mujeres a través de medidas de acción afirmativa; el tercero, un punto de vista «radical», sostiene que no es suficiente para las mujeres ser científicas si la ciencia va a continuar como hasta el presente: la tarea de abrir la ciencia a las mujeres debe estar acompañada de una disposición al cambio. La historia de la ciencia emerge como disciplina entre 1920 y 1930, pero este nuevo campo que estudia la relación entre ciencia y sociedad no considera el rol de las mujeres en la ciencia. Aún las mujeres historiadoras prestan poca atención a la participación femenina. Tampoco los teóricos que investigan los orígenes sociales de la ciencia moderna hacen mención especial a las mujeres.

Ahora bien, hemos podido observar este fenómeno de la exclusión y desigualdad debido al género dentro de la academia colombiana, a través del análisis de dos índices de publicaciones de artículos científicos en dos revistas de ciencias sociales colombianas: Cuadernos de sociología de la universidad Santo Tomás, y el Boletín de antropología de la Universidad de Antioquia. Según García Jurado (2018) en cuanto a la participación de mujeres en las publicaciones de los Cuadernos de Sociología de la universidad Santo Tomás, se encuentra un 16 % de artículos escritos por mujeres frente al 84 % de artículos publicados por hombres, teniendo en cuenta que durante varios años la editora fue Alina López de Rey.

En el caso del Boletín de antropología de la universidad de Antioquia, se evidencia que el nivel de publicación de mujeres, al menos, en el siglo XX, fue mucho menor que el de los hombres, representando apenas el 10% de las publicaciones, frente al 90% de las publicaciones masculinas. Esto, debido a obstáculos administrativos y académicos que responden a una jerarquía entre lo masculino y lo femenino dentro de la Universidad. ¿Cómo se explica este fenómeno? a través de las teorías del techo de cristal y el efecto Matilda.

El techo de cristal, es un concepto surgido sobre un informe de mujeres ejecutivas : “The Glass ceiling -Special report on the corporate woman” (Hymowitz, C., & Schellhardt, T. D., 1.986), y se refiere a los obstáculos que enfrentan las mujeres que aspiran a ejercer altos cargos (en igualdad de condiciones y salarios) en todo tipo de organizaciones, gubernamentales o no gubernamentales, así como al índice de productividad que le asigna la academia al conocimiento científico producido por mujeres y su reconocimiento. Esta barrera tiene las características de ser invisible, acotada y sólida. Es invisible, puesto que no es percibida como tal por la sociedad y porque no existen impedimentos explícitos discriminatorios contra las mujeres, sino que son producto de determinadas prácticas y comportamientos sociales. Según los autores, es una especie de umbral sólido que impide romperlo, y aunque no es tan fácil de identificar, este fenómeno está presente en la universidad.

Por su parte, el Efecto Mateo se refiere a que mientras más conocido sea un científico más tiende a recibir reconocimiento, también conocido como la acumulación de prestigio, por lo que un científico que goza de crédito logrará publicar más y en menor tiempo que otro menos conocido. El efecto Matilda fue dado a conocer como el inverso al efecto Mateo, puesto que se sitúa en contra del trabajo científico que realizan las mujeres y las encierra en un sistema de desigualdad debido a su género. En 1993 Margaret Rossiter bautizó el “efecto Matilda” en honor a Matilda J. Gages, neoyorkina de finales del siglo XIX que identificó y denunció la invisibilización de las mujeres y sus méritos en otros contextos. El efecto Matilda es la atribución de las ideas y aportaciones hechas por mujeres a hombres de su equipo de investigación (Martín, 2012).

Lo anterior lo podemos observar en el caso Colombiano en la medida en que la historia de las ciencias siempre fue concebida como una historia masculina o androcéntrica. La comunidad académica en sus espacios de acción suele afirmar que los padres fundadores de las ciencias sociales en Colombia fueron únicamente personajes masculinos, ignorando la participación valiosa de académicas como María Cristina Salazar, Virginia Gutiérrez o Anita Weiss.

Según Gómez de Mantilla (2006) en su artículo “Rompiendo el muro el autoritarismo: la obra de María Cristina Salazar en el camino del saber social colombiano” el pensamiento de María Cristina Salazar constituye uno de los grandes hitos en el desarrollo de las ciencias sociales en Colombia, tanto por su originalidad como por su aporte a varias disciplinas y campos de investigación. Su trabajo académico tendió hacia distintas áreas del conocimiento y problemas del mundo social y se tradujo en reflexiones, propuestas de investigación y acción que continúan vigentes por su claridad conceptual. Salazar fue la primera socióloga del país, por ello, más allá de ser reconocida como la esposa y acompañante permanente de Orlando Fals Borda, Salazar debe ser reconocida por su compromiso con una teoría sociológica capaz de transformar la realidad, y como promotora de los derechos humanos en Colombia. Además, por su contribución al surgimiento y desarrollo de la facultad de sociología de la Universidad Nacional de Colombia, trabajo de cuatro décadas de compromiso académico con la construcción de Nación.

Por su parte, Arango (2005) en su artículo ¿Tiene sexo la sociología? afirma que la construcción histórica de un canon masculino dentro de la sociología llevó a la exclusión de dicho canon a la socióloga fundadora Marianne Weber. Además, aclara que las mujeres no fueron invisibilizadas, sino literalmente borradas, como el caso de Weber, pues, mientras que la invisibilidad sugiere que no fueron percibidas como parte de la comunidad académica, la autora sugiere que lo que sucedió en realidad, fue que fueron posteriormente borradas de los registros. A pesar de su trabajo en la teoría social y de su visibilidad para sus contemporáneos, Marianne Weber es recordada solamente como biógrafa de su esposo. Sin embargo, Weber tuvo un papel importante en la enseñanza de la sociología en Colombia.

De igual manera, según Mary Luz Sandoval Robayo (2008) en su artículo “Virginia Gutiérrez de pineda: aportes al desarrollo del pensamiento social, del conocimiento de la familia y la formación de nación en Colombia” Virginia Gutiérrez de Pineda, fue una mujer de gran capacidad intelectual, que combinó la docencia con la investigación, el matrimonio y el cuidado de sus hijos. Fue autora de varios libros sobre las diversas culturas indígenas, y fue pionera en la investigación sobre medicina popular y las condiciones urbanas de los sectores más desprotegidos, en especial de las mujeres y de los niños. Daba conferencias internacionales y por su excelente trabajo recibió la Medalla al mérito Camilo Torres (1963), el reconocimiento como Mujer del año en Colombia (1967), el premio Alejandro Ángel Escobar (1983) y la Medalla de Oro al Mérito científico del Congreso Interamericano de los Andes (1984). Sin embargo, aún no cuenta con el reconocimiento como pionera de la disciplina y el saber antropológico en la academia colombiana.

En conclusión, dentro de la comunidad académica se desconocen los aportes femeninos al desarrollo de la ciencia y sus disciplinas. Esta problemática se evidencia en la realidad actual cuando se examinan cifras globales y locales desagregadas por sexo. Para el 2017 la representación femenina en el total de la población mundial fue del 49,5 %, y en el caso colombiano del 50,8% (Banco Mundial, 2017). Pese a que el sexo femenino representa la mitad del total global y nacional, solo un 28,8% de los investigadores a nivel mundial (Unesco, 2018) y un 37,5% a nivel nacional (Colciencias, 2017) son mujeres. En cuanto a la participación femenina en las matrículas y egresos en programas de ciencias sociales, el porcentaje de graduadas disminuye en relación con el nivel de educación; entre el 2011 y el 2014 las mujeres constituyeron un 52,8% del total de graduados en pregrados de ciencias sociales, mientras que a nivel de doctorado, el porcentaje de participación femenina en la misma área disminuye significativamente a un 39.1% (Observatorio Laboral para la Educación, 2014).

Los anteriores datos revelan una brecha de género preocupante en las actividades académicas y profesionales del campo de las ciencias sociales, por lo que es importante seguir examinando y profundizando respecto al lugar que se les ha otorgado a las mujeres académicas de las ciencias sociales, sus aportes y su participación en el proceso de institucionalización de este campo en Colombia.

 Notas:
1. Este texto fue inicialmente presentado como ponencia en el V Congreso de estudiantes de Humanidades: 1819-2019: Repensar el Bicentenario desde las Humanidades, realizado entre el 15 y 18 de octubre de 2019 en Bogotá. Universidad Santo Tomás y Universidad Católica de Colombia

Bibliografía

Arango, L. (2005) ¿Tiene sexo la sociología? Consideraciones en torno a la categoría género. Revista Sociedad y Economía. N° 8, pp. 1-24.
Banco Mundial. (2017). Datos: Población, mujeres (% total). En: https://datos.bancomundial.org/indicador/SP.Pop.totl.fe.zs
Colciencias. (2017). La ciencia en cifras. Integrantes reconocidos. En: https://www.colciencias.gov.co/la-ciencia-en-cifras/grupos.
García, M. A. (2018). Contribución de las mujeres en las revistas de sociología colombianas, 1959-2000. Revista Campos en Ciencias Sociales, 6(1), 73- 90. Bogotá: Universidad Santo Tomás.
Hymowitz, C; Schelhardt, T. (1986) The Glass-Ceiling: Why Women Can’t Seem to Break the Invisible Barrier that Blocks Them from Top Jobs. The Wall Street Journal, 57.
Maffía, D. (2006). “El vínculo crítico entre género y ciencia”. Argentina: U. de Buenos Aires, Clepsydra, Vol 5; pp. 37 - 57.
Mantilla, G. (2006) “Rompiendo el muro del autoritarismo: la obra de María Cristina Salazar en el camino del saber social colombiano”. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, pp. 1 - 26.
Observatorio Laboral para la Educación. (2014). Características de los graduados en Colombia. En: http://www.graduadoscolombia.edu.co/html/1732/w3-article-344799.html
Robayo, M; Moreno, C. (2008). Virginia Gutiérrez de pineda: aportes al desarrollo del pensamiento social, del conocimiento de la familia y la formación de nación en Colombia. Revista Antropología Social, 10. p. 107-154
Schiebinger, L., "History and Philosophy of Women in Science: a Review Essay", Signs: Journal of Women in Culture and Society, 12 (1987) 2, 305-332.
Unesco. (2018). Estadística e indicadores. En: http://www.unesco.org/new/es/santiago/resources/statistics/

Ana María González Cifuentes*
Estudiante de Licenciatura en Filosofía y Lengua Castellana
Universidad Santo Tomás

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) octubre de 2019 No. 12

 

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