La Virgen y el "toche". Una mirada desde el arte religioso

Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Alonso de Narváez, óleo sobre lienzo, 1562.

Anghy Lorena Huertas Silva
Manuel Alejandro Castro Cortés*

Este artículo busca identificar la especie del ave que aparece en la mano derecha del Niño Jesús en la pintura de la Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, pintada en 1562 en Tunja por Alonso de Narváez. Con esta intención, primero se repasará la importancia simbólica de las aves en la antigüedad clásica para luego estudiar el ave en la pintura mencionada y en otro cuadro también dedicado a la Virgen de Chiquinquirá, pero en Cúcuta a mediados del siglo XIX.

Las aves como atributos o personificaciones divinas en las mitologías y religiones antiguas, el águila como ejemplo

Las águilas debido a sus capacidades para elevarse a grandes alturas y a su enorme potencial visual, universalmente ha sido consideradas como un símbolo solar y celeste (García, 2017). Por ejemplo, en la mitología grecorromana el águila (Aquila chrysaetos) era el ave de Zeus o Júpiter, el dios supremo porque esta divinidad para los griegos y los romanos estaba “en todas partes y velaba por los hombres manteniendo el ritmo de las estaciones y las cosechas, era el dios de las tormentas, el ordenador del cielo y la tierra, el garante máximo de la justicia, el dios de la providencia y el padre de todos los seres racionales” (Chevalier; Gheerbrant, 2017).

En la cultura romana, el águila también era signo de poder militar, a partir del segundo consulado de Cayo Mario (107–104 A.C.), su imagen se incorporó al estandarte principal de las legiones romanas, quienes abandonaron los primitivos signos del lobo, el minotauro, el caballo y el jabalí. Al inicio las águilas eran de plata y luego con la expansión del Imperio romano fueron de oro (Chevalier; Gheerbrant, 2017). El águila romana también apareció en las emisiones de monedas en plata, oro y bronce plateado o dorado. Su representación fue la misma desde la primera emisión monetaria hasta el siglo III D.C., es decir, “con las alas extendidas y elevadas, con un haz de rayos, muy estilizado, en las garras, montada en una asta, provista de contera metálica para clavarla en el suelo”.

Las aves en la tradición judeocristiana

Aparecieron como significaciones de una presencia divina, acompañantes celestiales o representaciones de los vicios y las virtudes. En el libro del Deuteronomio se dice de ella que el Señor levantará a una nación contra Israel “como el águila que se cierne” (28,49). Es decir, con la determinación de un águila que mueve sus alas manteniéndose fija en el aire. Por otra parte, el profeta Jeremías resalta la ligereza de su vuelo comparándolo con un corcel o caballo ligero de gran alzada.

En el Nuevo Testamento mucho menos cargado de simbolismos, el águila aparece en el libro del Apocalipsis, dando forma al cuarto Viviente o ser celestial que preside el gobierno del mundo físico (Fisiólogo, 2008). En la literatura y en el arte cristianos, el águila es símbolo de contemplación porque, así como esta ave puede mirar directamente al sol, el creyente ferviente puede mirar a Jesucristo. También es signo de la oración, porque ésta como las alas del águila se eleva al cielo. Así mismo, los ángeles son representados por águilas debido a sus connotaciones de realeza, tendencia a las alturas, vuelo rápido, agilidad, prontitud, ingeniosidad y vigor (Fisiólogo, 2008).

Las aves como representaciones de vicios y virtudes

En el Fisiólogo el más famoso de los bestiarios medievales, escrito originalmente en griego durante el siglo IV y atribuido a Dionisio Areopagita hay un listado de doce aves. De ellas, ocho representan a las virtudes (ver la tabla 1) y cuatro a los vicios (ver la tabla 2) (Barthélemy, 2017). Estas representaciones tienen su sustento en cualidades médicas y en el comportamiento de cada especie, características que el autor relacionará con la iconografía cristiana.

 

Ave Virtudes Asociación simbólica con la iconografía cristiana
El caradrio (chorlito)

Curar con sus excrementos los ojos nublados o cataratas

Predecir la muerte o sanación de los enfermos

Absorber dolencias físicas
Con Jesucristo, el médico de cuerpo y alma
El pelícano Desgarrarse el costado para alimentar a sus polluelos hambrientos Con Jesucristo que en la cruz derramó sangre y agua de su costado para la salvación de todos
El águila Rejuvenecer en sus huesos, músculos, plumaje y vista Con la muerte del hombre viejo y el nacimiento del nuevo por la resurrección de Cristo
La corneja o cuervo De la monogamia porque al morir algún miembro de la pareja, el sobreviviente permanece solo, no se empareja Con los discípulos que no reconocieron a Jesucristo como Hijo de Dios después de su crucifixión, muerte y resurrección, y se casaron con la ley judía
La tórtola De la monogamia y porque no le gusta vivir entre multitudes Con Jesucristo y los apóstoles que se retiraban a los montes para orar
La golondrina Del despertar para el trabajo a los que duermen Con los ascetas o monjes del desierto cuya misión es despertar al mundo a cristo mediante la oración
La paloma Del perdón ante quienes roban sus huevos, porque las palomas de inmediato construyen otro nido lejos del primero Con los cristianos que perdonan hasta 70 veces 7
La garza De la prudencia porque conserva su nido para toda la vida Con el cristiano que concibe a la Iglesia como su único nido

Tabla 1. Aves representativas de las virtudes en el Fisiólogo*

Ave Vicios Asociación simbólica con la iconografía cristiana
El búho Preferir la noche al día Con ladrones, asesinos, viciosos, brujos
La abubilla Buscar su alimento en los estercoleros Con parricidas y matricidas, los hijos arrancan las alas y ojos a sus padres
La perdiz

Empollar huevos ajenos

Apoderarse de lo ajeno
Con ladrones
El avestruz Pereza, antes de poner sus huevos, cava un agujero y luego cubre sus huevos con arena para que el calor del sol los incube  

Tabla 2: Aves representativas de vicios en el Fisiólogo*

Durante el Renacimiento italiano, el beato dominico fray Juan Dominici (1356-1419), en su Regla del gobierno de la familia, expone los fundamentos de la educación cristiana subrayando sobre lo simbólico la importancia de la convivencia familiar, de la ternura mostrada por las madres a sus hijos, además de la pertinencia de los juegos en el desarrollo infantil, entre otros temas. En esa época, el hámbito privado cobró mayor relieve y significaba vivir en la propia casa, donde las esposas tenían la tarea de educar a los hijos (Dominici, 1858). Estas exhortaciones y cambios con respecto a la vida familiar medieval más dispersa y pública pasaron a las pinturas. En ellas, la Virgen María suele aparecer con el Niño Dios en brazos y este, a manera de juguete, sostiene en su mano derecha una granada o un ave (Tobar y Buendía, 1986). Estas representaciones cotidianas se hicieron muy populares en Europa y luego en América.

La pintura de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, en el Nuevo Reino de Granada

Su pintor fue el español Alonso de Narváez, fue pintada en Tunja, en 1562, por encargo del encomendero Antonio de Santana. Su composición pictórica sigue la antigua tradición del Renacimiento de la Virgen María con el Niño Dios en sus brazos y éste con un ave en su mano derecha (ver la imagen 2) (Freeman, 2016). No obstante, destaca que Narváez no pintó un ave europea sino un jilguero dorado o canario coronado —especie sudamericana—, característica que se repite en muchas copias de la pintura original. Esta ave (Sicalis flaveola) es de un color amarillo muy intenso, habita en Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay (ver la figura 3). Gusta vivir en campos arbustivos abiertos, montes, cultivos y en áreas urbanas porque no le asusta estar cerca del ser humano, además se adapta muy bien a la cautividad, por lo que no es extraño que aparezca en la pintura (Freeman, 2016).

Imagen 2. El Niño Dios con un ave en su mano derecha (fragmento), Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Alonso de Narváez, óleo sobre lienzo, 1562.

Imagen 3. El jilguero dorado o canario coronado (Sicalis flaveola), fotografía tomada de Freeman, 2016, p. 296.

La pintura de la cacica de San Luis o de Nuestra Señora de Chiquinquirá en Cúcuta

Otro caso de inclusión de una especie de ave local o endémica en una pintura es el del “toche” (Icterus nigrogularis), signo identitario como gentilicio de los habitantes de la ciudad de Cúcuta, en el Norte de Santander (ver la imagen 4). Curiosamente esta ave aparece en una copia del siglo XIX del lienzo de la Virgen de Chiquinquirá, con notorios cambios no solo en la corporalidad de María, sino también por la incorporación de querubines, joyas y otros detalles como el pescado sostenido por san Andrés, entre otros (ver la imagen 5). Sin embargo, su autor le dio continuidad a la innovación de Alonso de Narváez de incorporar a una especie del lugar (ver la imagen 6).

Imagen 4. El toche (Icterus nigrogularis), fotografía tomada de Freeman, 2016, p. 428.

Imagen 5. La Cacica de San Luis o Nuestra Señora de Chiquinquirá, iglesia de San Luis, Cúcuta, óleo sobre lienzo, siglo XIX (fotografía de Luis Evert Mendoza Salazar, OP.)

El toche o turpial real frecuenta áreas cálidas y poco lluviosas como en Cúcuta, habita en matorrales áridos y monte seco como la selva de galería y los llanos. Es una especie que entona un canto sonoro y melodioso, rasgo que lo convierte en predilecta para tenerlos en las casas.

Finalmente es posible preguntarse ¿Cuál es el lugar de las aves en la imagen de la Virgen de Chiquinquirá? La identificación del jilguero y el toche muestran que tanto Alonso de Narváez, en 1562, como el pintor anónimo del lienzo de la Cacica de San Luis, en el transcurso del siglo XIX, optaron por pintar aves endémicas y no europeas. Esto quizá como un signo de arraigo a la tierra donde realizaron sus obras: Tunja y Cúcuta. Así mismo, la investigación de este artículo nos mostró —como estudiantes de la carrera de Ingeniería Ambiental— que las aves entre otras especies han tenido una gran importancia no solo en el arte, sino también en los mitos y religiones antiguas como símbolos.

Imagen 6. El toche (Icterus nigrogularis) en la pintura de La Cacica de San Luis o Nuestra Señora de Chiquinquirá, iglesia de San Luis, Cúcuta, óleo sobre lienzo, siglo XIX (fotografía de Luis Evert Mendoza Salazar, OP.).

Notas

Este artículo es resultado de una ponencia titulada Las aves como signo de identidad o arraigo a través del arte religioso: el caso de la Virgen de Chiquinquirá presentada en el V Congreso Interinstitucional de Estudiantes de Humanidades, celebrado en Bogotá del 14 al 16 de octubre de 2019.
1 Las aves son animales vertebrados terrestres de sangre caliente con el cuerpo recubierto de plumas, ponen huevos y sus extremidades anteriores, en la inmensa mayoría de las especies se transformaron en alas, su principal medio de locomoción mediante el vuelo (Delgado y Correa, 2013). Todas son clasificadas como miembros de las familias Kindom Animalia, Phylum Chordata y Class Aves. Su evolución es datada a través de 150 millones de años desde la Era Mesozoica, cuando evolucionaron por primera vez a partir de reptiles. Las pequeñas diferencias existentes en ellas han permitido la clasificación de aproximadamente 10,000 especies, lo que hace que cada especie esté relacionada entre sí, pero a la vez sea distinta (Téllez, 2005).

Bibliografía

Barthélemy, D. (2017). Problemas. En Ariés, P; Duby, G. (2017). Historia de la vida privada, vol. 2. Barcelona: Taurus.
Chevalier, J; Gheerbrant, A. (2017). Diccionario de los Símbolos. Bogotá: Solar.
Chompré. (1783). Diccionario Abreviado de la Fábula. Madrid: Manuel de Sancha.
Delgado, C. Correa, J. (2013). Estudios ornitológicos urbanos en Colombia: revisión de literatura. Ingeniería y Ciencia, 9, 18.
Dominici, J. (1858). Regla del gobierno de la familia. Florencia.
Fisiólogo. (2008). Pseudo Aristóteles Fisiognomía – Anónimo Fisiólogo. Madrid: Gredos.
Freeman, B. (2016). Aves en Colombia, Bogotá: Villegas Editores.
García, C. (2027). Diccionario de Mitos. Madrid: Turner.
Téllez, L. (2005). Una luz en el camino. Santuario de la Virgen del Rosario, Chiquinquirá, Colombia. Bogotá: Centro Don Bosco.
Tobar y Buendía, P. (1986). Verdadera histórica relación del origen, manifestación y prodigiosa renovación por sí misma y milagros de la Sacratísima Virgen María Madre de Dios Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.

Anghy Lorena Huertas Silva
Manuel Alejandro Castro Cortés
*Estudiantes de Ingeniería Ambiental
Miembros del grupo de estudio COL-MEX, USTA.

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y
no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Santo Tomás.
ARTE-FACTO Revista de Estudiantes de Humanidades. ISSN 2619-421X (en línea) abril de 2020 No. 14

 

 

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