Andrés Enrique Cudris Peñaranda*
En la ciencia económica existen diferentes escuelas que tienen sus respectivas formas de entender la economía, y siempre ha existido un claro debate entre todas estas. Sin embargo, a pesar de todas las diferencias que podemos encontrar en cada una de las variadas doctrinas, ya sea la Austriaca, Neoclásica, Keynesiana, Clásica, Marxista, entre otras, podemos encontrar un punto en común, que es el de reducir la pobreza. Claro, cada tradición de pensamiento ofrecerá una receta para poder llevar a cabo esta tarea.
Otros propondrán hacer una especie de híbrido, es decir, tomar las «mejores ideas» de dos o más doctrinas para poder contenerlas en un solo modelo, ante esto encontramos diferentes tipos de sistemas económicos, como la economía social de mercado, planificación indicativa, dirigismo, etc. De igual forma, la tarea sigue siendo la misma, la reducción de la pobreza. Entonces debemos preguntarnos ¿cuál es la postura dominante en el presente sobre este tema?
En la actualidad se ha vuelto común escuchar la frase que se suele utilizar para tratar el tema de la desigualdad económica: «los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres», como si la economía se tratara de un juego de suma cero. Esta «problemática» es el principal foco de estudio para los economistas más influyentes en la última década como Thomas Piketty, Paul Krugman, Joseph Stiglitz, entre otros1, ellos comparten algo similar, y es el afán redistribucionista2. Estos académicos formulan diferentes soluciones para afrontar el «problema de la desigualdad».
A modo de abrebocas, tomaremos la postura más conocida, que es la de Thomas Piketty. Una de las conclusiones a las que llega este autor es que la concentración de la riqueza está aumentando desproporcionadamente, y seguirá así por un largo tiempo, la solución ante esta circunstancia —propuesta por Piketty— es poner un impuesto en todo el mundo sobre la riqueza acumulada, para luego comenzar la tarea redistributiva3. Teniendo esto en cuenta, vamos a presentar unas interesantes conclusiones en contra de las posturas de Piketty, luego, se expondrá cómo desde la revolución industrial hasta la actualidad la pobreza ha disminuido considerablemente. Pero no sin antes, abordar la distinción entre pobreza y desigualdad.
Dentro de la rēs pūblica4 se ha terminado por relacionar el término pobreza con el de desigualdad, pero ¿la pobreza es igual a la desigualdad? Es una pregunta que a ojos de la opinión general puede sonar innecesaria, e incluso, políticamente incorrecta, no obstante, «la opinión general o dominante sobre cualquier asunto raramente o nunca constituye toda la verdad, no hay otra oportunidad de conocerla por completo más que por medio de la colisión de opiniones adversas» (Mill, J., 1985, p. 77).
Partamos del hecho de que cada ser humano es diferente, cada individuo posee ciertas facultades o capacidades que otros no, y viceversa, es decir, somos desiguales (diferentes), hasta el mismo Karl Marx acepta este axioma: «unos individuos son superiores, física e intelectualmente a otros… pero los individuos desiguales (y no serían distintos individuos si no fuesen desiguales)» (Marx, K., 2004, p. 30). Por consiguiente, dentro del proceso económico encontramos que cada individuo se desempeñará en lo que más destaque o prefiera, de hecho, esta característica, da lugar, a que exista la división del trabajo.
Es precisamente esa desigualdad natural (o innata) de cada individuo la que nos permite cooperar, y obviamente, al ser desiguales, eso implica que seamos desiguales a la hora de elegir una carrera, especialización, trabajo y las horas que dedicamos a un oficio en específico. Habitualmente, el ingreso va a depender de las decisiones económicas.
En cuanto a la pobreza es más problemático, porque intentar determinar en qué momento comienza la pobreza y en cuál no, es decir, fijar la línea divisoria entre lo que se puede considerar una posición de pobreza y no pobreza, resulta una tarea compleja. Ante esta coyuntura podemos señalar lo siguiente: «la pobreza individual o familiar se produce cuando el que «ganaba el pan» no puede ya ganarlo» (Hazlitt, H., 2019, p. 197). Ahora podemos afirmar, que la pobreza no es igual a la desigualdad.
Ya que comprendimos la diferencia entre estos dos conceptos, pasaremos ahora a exponer unas conclusiones sobre las posturas de Piketty, concretamente sobre su obra titulada: «Capital en el siglo XXI». En primer lugar, encontramos al economista Carlos Goés, que en el año 2016 realizó una investigación para verificar las conclusiones de Piketty. En dicho paper tomó datos de los últimos 30 años de 19 países desarrollados para corroborar si hay un aumento en la desigualdad. Los resultados encontrados por Goés son muy devastadores para la postura de Piketty. El economista observó que «para al menos el 75% de los casos hubo una disminución en la desigualdad» (Goés, C., 2016, p. 24), este argumento va de la mano con otras investigaciones ya realizadas, sobre todo en el apartado empírico que utiliza Piketty.
Siguiendo la explicación anterior, Richard Sutch argumenta cómo la información empírica que utiliza Piketty es poco rigurosa y fiable. Los datos de Piketty sobre la riqueza del diez por ciento superior durante 1870-1970 no son fiables. De igual forma, los valores que mencionó en su obra están fabricados desde la perspectiva del uno por ciento superior, es decir, que las tasas están infladas por 36 puntos porcentuales. Estos datos del uno por ciento superior de la distribución en el siglo XIX tampoco son fiables. En palabras de Sutch: «la manipulación y el suavizado de los datos subyacentes por parte de Piketty se diseñaron para dramatizar las tendencias a largo plazo sin obstruir su narrativa con los detalles a corto plazo de la historia económica» (Sutch, R., 2017, p. 604).
Ahora, miremos como la pobreza ha disminuido desde el siglo XIX. Como bien menciona Henry Hazlitt: «La historia de la pobreza es prácticamente la historia de la humanidad» (Hazlitt, H., 2019, p. 1). La riqueza la poseían apenas un 4% de la población, empero, a principios de este siglo se comenzarían a notar los efectos de la revolución industrial, concretamente se condesarían después del año 1820; en este preciso momento comenzó un periodo de «Gran Enriquecimiento»5, en este paradigma, se vieron beneficiados el 96% de la población que se encontraba sumida en la miseria, eso sí, eran muy iguales en términos de pobreza antes del proceso de industrialización.
En este escenario que se ha planteado, después de 1820, la pobreza ha disminuido a unos niveles impresionantes, pero lo que ataña en la actualidad, es que, debido a ese evento mencionado, las desigualdades han crecido. Pero este proceso es muy común cuando hay un crecimiento económico, como es el caso de Botsuana, un país de la África subsahariana. En 1993 más del 30% de su población se encontraba en la pobreza —recordemos que resulta problemático determinar en qué momento comienza la pobreza—, para el 2019 se redujo hasta el 10%, esta nación es una de las más prósperas y que menos conflictos tienen en ese continente. Sin embargo, dentro del índice de Gini es uno de los más desiguales (53,3 concretamente), a pesar de que se redujera tanto la pobreza. Este ejemplo resulta pertinente, porque podemos evidenciar una desigualdad que en sí no es mala, todo lo contrario, desde luego, una nación puede ser muy igualitaria y pobre, y una nación puede ser bastante desigual y próspera. Por otra parte, esto corresponde con lo que tratamos en el principio sobre las diferencias (desigualdades) naturales.
Siguiendo esto, lo que se debe priorizar es que más individuos salgan de la situación de pobreza, esta debería ser la principal tarea —con esto no nos referimos a la intervención estatal—. Sin embargo, ¿por qué existe este afán redistribucionista?, donde se busca gravar a ese 1% y 10% más rico, como si se tratase de una casta, inmóvil, de hecho, no lo es, ese 1% y 10% es dinámico, solo debemos revisar la lista Forbes desde 1987 hasta la actualidad6.
Dentro de una economía de mercado la desigualdad (natural) es lo que impera, esto no quiere decir que sea algo negativo para las personas, de hecho, hemos mostrado evidencia que corrobora todo lo contrario. Es primordial enfocar los esfuerzos en reducir la pobreza, no en reducir la «desigualdad». Como ejemplificamos anteriormente, la pobreza se ha reducido desde 1820 gracias a la implementación del libre mercado, dicho sistema es posible si se da la igualdad ante la ley, el respeto hacia la propiedad privada, entre otros factores. Durante ese acontecimiento Occidente no estableció una distribución de la riqueza como se pretende en la actualidad.
Y para finiquitar, como señala el filósofo Antonio Escohotado: «El problema de la igualdad es que, fuera de la igualdad ante la ley, que cualquier alma decente defenderá siempre, la igualdad en cualquier otro sentido no solo es algo imposible, sino que es indeseable».
En memoria a Antonio Escohotado.
Pie de página
[1] Desde el año 2010 hasta el 2020, la página «Academic Influence», especializada en realizar clasificaciones en el ámbito académico, realizo una lista —constantemente es actualizada— denominada «Top Influential Economista Today».
[2] Esta locución la utilizo el economista argentino Alberto Benegas Lynch(h) en un artículo titulado «El rol de la desigualdad: Apuntes contra el igualitarismo».
[3] Thomas Piketty llega a esta conclusión en su obra titulada «Capital en el siglo XXI».
[4] Esta expresión latina quiere decir la cosa pública o esfera pública.
[5] Deirdre McCloskey, economista estadunidense, acuñó la expresión «Gran Enriquecimiento», para referirse a los efectos que trajo la revolución industrial a la población mundial.
[6] «2021 Vs 1987: How Forbes Billionaires’ List Changed In 35 Years» en este artículo de Forbes se evidencia el dinamismo de las personas mas adineradas desde 1987 a 2021.
Lista de referencias
Marx, Engels, (2004). Crítica del programa de Gotha, Crítica del programa de Erfurt. Madrid, España: Fundación Federico Engels. ISBN 8493211893.
Mill, (1985). Sobre la libertad, capítulos sobre el socialismo y otros escritos. Madrid, España: Orbis. ISBN 8475309798.
Hazlitt, H (2019). La conquista de la Pobreza. España, Innisfree, ISBN 9781909870451.
Góes, C. (2016). Testing Piketty’s hypothesis on the drivers of income inequality: evidence from panel VARs with heterogeneous dynamics. International Monetary Fund.
Sutch, R. (2017). The One Percent across Two Centuries: A Replication of Thomas Piketty's Data on the Concentration of Wealth in the United States. Social Science History, 41(4), 587-613. doi:10.1017/ssh.2017.27)
Roser, M (s.f). The short history of global living conditions and why it matters that we know it. https://ourworldindata.org/a-history-of-global-living-conditions-in-5-charts
Enriquez-Nistal (25/11/2016). Antonio Escohotado: "La igualdad no solo es imposible, es indeseable". El Cultural. https://elcultural.com/Antonio-Escohotado-La-igualdad-no-soloes- imposible-es-indeseable
Andrés Enrique Cudris Peñaranda*
Estudiante de Economía
Universidad Santo Tomás