Angie Yamile Ariza Quiroga y Jhenny Daniela Silva Ayal*
Este escrito aborda las implicaciones de la inteligencia artificial en el ser humano. Se busca mostrar, a través de diferentes perspectivas, las posibles afectaciones a éste, en algunas dimensiones, como son su vida social, relacional y familiar, así como su comportamiento frente al mundo. Como es bien sabido, la tecnología ha realizado avances muy significativos en la vida del ser humano. Nunca antes sus tareas diarias habían estado tan marcadas por la tecnología y sus diferentes usos. Esto se puede evidenciar realizando una comparación entre los primeros seres humanos y los humanos de hoy.
Ahora bien, para hablar de la inteligencia artificial es preciso hacer referencia a los antecedentes que ha tenido la tecnología y el desarrollo de la misma. Desde hace siglos empezaron a surgir inventos como la luz eléctrica, el automóvil, el telégrafo, teléfono y, recientemente, los computadores. Todo esto creció a un ritmo tan acelerado y fue tal el impacto que generó en las sociedades que ésta hace ya parte de nuestra vida diaria. Así pues, actividades como viajar por el mundo se han reducido al acceso a una red digital, donde las fotos de cualquier lugar se encuentran por centenares en un abrir y cerrar de ojos y las imágenes que nos proporcionan son tan precisas que no necesitas viajar a la India para conocer el Taj Mahal. “La tecnología ha generado principalmente una ola de automatización” (Semana, 2014). Según esto, nos podemos preguntar: ¿a qué nos referimos cuando hablamos de inteligencia artificial?
De acuerdo con Álvarez (2002, p. 95), “La inteligencia artificial puede describirse como una ciencia que tiene como objetivo el diseño y construcción de máquinas capaces de imitar el comportamiento inteligente de las personas”; está encargada de la creación de máquinas precisamente con la forma del ser humano, es decir, no solo se habla de las tareas que pueda desarrollar la máquina, sino que también está involucrada la figura propia del ser humano, cuyos principales fabricantes realizan este proceso en tres etapas. La primera de ellas es la constitución de “unidad de control, memoria, aritmética y lógica que involucra la cibernética” (Álvarez, 2002, p. 95). La segunda se refiere a la información avanzada, pues si en la primera se constituyeron los algoritmos necesarios para la máquina, en esta se trata de darle a la computadora “una cercanía al razonamiento y su representación utilizando símbolos que puedan ser aceptados por la máquina” (Álvarez, 2002, p. 95). Por último, está lo relacionado a la Biocomputación, en la cual “el problema más arduo será el que las máquinas tengan conciencia” (Álvarez, 2002, p. 95).
Todo este desarrollo de la inteligencia artificial ha tenido una gran influencia en la vida diaria. En la actualidad, se ha llegado a albergar innovaciones, como la creación de robots con movimientos humanos, con el objetivo de que desarrollen las mismas tareas que realizan éstos. De ahí que en muchas ciudades del mundo ya no hay celadores que cuiden la entrada y salida de los garajes; ahora son máquinas que tienen voz quienes, además, se encargan del recibo de pago. También existen centenares de operadoras que contestan llamadas, graban mensajes o suministran información; lo que ha reemplazado el trabajo de millones de operarios. Sin embargo, más allá de esto, las investigaciones recientes buscan generar alimentos sin la necesidad de cultivos, pues ya existen máquinas procesadoras de alimentos que pueden, mediante diferentes materiales, e incluso químicos, producir sus propias fuentes.
No obstante, una de las innovaciones más aterradoras es la mecanización del pensamiento en las máquinas, lo cual es igual a “imaginarse estar en una conferencia, hacer una pregunta y obtener una respuesta” (Hawking, 2014). Podríamos decir que es otorgarle a las computadoras la capacidad de predicción para producir respuestas que, hasta ahora, solo un ser humano puede generar, lo que también se convierte en una preocupación, puesto que darle toda la capacidad de ser persona a la computadora, a través de la inteligencia artificial, sería el “último gran error de la humanidad, no habría límites para la I.A. no existiría ley de la física que pudiese detenerla porque sus cálculos serían incluso más complejos que los nuestros” (Hawking, 2016).
Teniendo en cuenta el avance que trae consigo la inteligencia artificial como un producto más de la tecnología, ¿qué implicaciones podría tener para el ser humano? Si el ser humano logra crear algo semejante a él, se estará dando la capacidad de pensamiento al robot, con el que podrá programarse y crear nuevas cosas. Esto constituye precisamente el mayor peligro para la raza humana, según lo ha dicho Stephen Hawking, el científico teme que, en un futuro no muy lejano, sea esa misma creación la que controle mercados e, incluso, a su propio creador; al parecer no se está tan lejos de esta realidad. Un ejemplo de ello es el de Nicholas Carr, quien en uno de sus artículos, en relación con las nuevas tecnologías, advierte: “Antes me era fácil sumergirme en un libro o en un artículo largo, ahora el tiempo está en línea, navegando, buscando como si alguien o algo jugueteara en nuestro cerebro” (Carr, 2017, p. 1). Su expresión hace referencia a otra posible afectación de la inteligencia artificial, consistente en que no somos nosotros quienes estamos manipulando todo, sino que es ella quien está ocupando nuestros sentidos, tanto así que nos ha llevado a cambiar unos momentos por otros. Ya nuestras lecturas están basadas en páginas en línea, en las que no resulta necesario realizar una lectura completa del texto, dado que unas cuantas teclas responden a la búsqueda de aquello que nos interesa saber, sin necesidad de una o dos hojas más para leer.
Es preciso advertir el grado de automatización en el que estamos cayendo, al punto de que buena parte de aquello que buscamos ya está resuelto en la red. Así es la inteligencia artificial, “en lugar de presionarnos a desarrollar habilidades más sofisticadas, está disminuyéndolas” (Semana, 2014). No es posible que queramos seguir programando, creando o innovando con nuestro talento y, al mismo tiempo, construyendo nuestro propio enemigo. Esta es la mayor implicación de la Inteligencia Artificial en nuestras vidas, lo que nos está convirtiendo en “seres humanos”, porque la I.A. dejó de ser un servicio para enriquecernos, para dignificarnos y se convirtió en “ecosistema de tecnologías de la interrupción” (Carr, 2014, p. 164), pues hoy en día la I.A. gobierna incluso el comportamiento humano, lo que ha logrado la adaptación de nuestro cerebro al mundo de la superficialidad. Esto ha generado que el único futuro que se nos proyecta es la acumulación de ideas que no nos pertenecen y que serán las mismas que usarán otras mentes de máquinas, en cuerpos tan idénticos al nuestro, que ni siquiera tendremos la capacidad de cuestionarlos, pues, como ya lo advirtió Stephen Hawking, habrán adivinado nuestras preguntas, y su invención y datos habrá sido tan mayor a la de su creador, que será un “futuro incalculable”(Hawking, 2016).
En conclusión, las implicaciones de la inteligencia artificial en el ser humano han llevado, no solo a considerar la tecnología como algo útil, que ha servido al hombre para mejorar su calidad vida, sino también el punto de partida de una pluralidad de interrogantes: ¿qué le espera al hombre, cuál será su futuro en manos de los avances científicos y tecnológicos que se plantea el desarrollo de la inteligencia artificial? La inteligencia artificial está en desarrollo y se seguirá desarrollando; por ejemplo, algunos de los escenarios futuristas elaborados por tecnológica de British Telecom, son: “en 2051 comunicaciones telepáticas generalizadas y la transferencia de la información contenida en un cerebro humano a una máquina” y “en 2046 se habrá consolidado la energía nuclear de fusión, en 2041 existirá una pequeña ciudad en la Luna, en 2036 tendremos el primer ascensor espacial, en 2031 los robots serán más inteligentes que nosotros, en 2026 habrá combates de boxeo entre androides, en 2021 los yogurts nos contarán chistes”. Los escenarios en mención son solo algunos de los tantos que le esperan a la humanidad. Como lo ha mencionado Hawking, el tema no solo es interesante, sino que debe ser para nosotros de vital importancia, ya que las consecuencias podrían ser impactantes y llegar a destruir a la misma humanidad. De ahí la importancia de formar ciudadanos con conciencia para “usar las herramientas para incrementar nuestro compromiso con el mundo y enriquecer nuestras vidas o usar la tecnología para poner distancia entre nosotros mismos y el mundo” (Semana, 2014).
Referencias:
Álvarez, L. (2002). Antropología Social e Inteligencia Artificial. Macy, 95-110.
Carr, N. (2010). ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? Superficiales. Madrid: Taurus.
Carr, N. (2017). Asociaciones. Recuperado el 27 de 04 de 2017, de ¿Qué le está haciendo internet a nuestros cerebros?: http://asociacioneuc.org/documentos/docsEUCs/62EUCNicholasCarr.pdf
Francisco Z. Lantos (2011), En los próximos 50 años la tecnología cambiará nuestras vidas,Recuperadode;http://www.tendencias21.net/En-los-proximos-50-anos-la-tecnologia-cambiara-nuestras-vidas_a706.html.
Hawking, S. (05 de 03 de 2014). Gizmodo. Recuperado el 01 de 05 de 2017, de Stephen Hawking: "La I.A. puede ser el peor error de la humanidad": http://es.gizmodo.com/stephen-hawking-la-i-a-puede-ser-el-peor-error-de-la-1571328845
Hawking, S. (19 de 01 de 2016). Gizmodo. Recuperado el 03 de 04 de 2017, de Stephen Hawking: la tecnología acabará con la humanidad si no colonizamos antes otros planetas: http://es.gizmodo.com/stephen-hawking-la-tecnologia-acabara-con-la-humanidad-1753748712
Semana. (10 de 10 de 2014). Semana.com. Recuperado el 20 de 05 de 2017, de "La tecnología está acabando con las habilidades del ser humano": http://www.semana.com/vida-moderna/articulo/nicholas-carr-habla-sobre-la-interaccion-entre-tecnologia-el-ser-humano/405657-3
Angie Yamile Ariza Quiroga y Jhenny Daniela Silva Ayal*
Estudiantes de Psicología
Universidad Santo Tomás
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ARTE-FACTO. Revista de Estudiantes de Humanidades
ISSN 2619-421X (en línea) octubre 2017 No. 4