Editorial primer número

Cuando pensamos en “artefacto” vienen a nuestra mente máquinas o instrumentos que facilitan algunas de nuestras tareas cotidianas, pero nosotros vamos más allá y retomamos su origen: artium y factum; donde el primer concepto hace referencia a las artes, lo artificial, que en la Edad Media fue asignado a aquellos hombres que se dedicaron a la construcción de maquinarias, edificios, espadas y otras herramientas; y los fabers, los fabricantes, se asociaron en lo que se llamó universitas. Este correspondía a un lugar común para intercambiar ideas, para defender lo colectivo y , sobre todo, para crear. En esa línea, factum es lo hecho, lo elaborado; es hacer, construir y se construye con la mente y las manos; como plantea San Alberto Magno, somos inteligencia y manos. Con estas dos herramientas hemos apalancado las más grandes empresas para crecer como humanidad.

Fr. Alberto Ramírez Téllez, O.P.*

La reflexión humanística hace brotar en cualquier área del conocimiento y en cualquier campo disciplinar un sinnúmero de posibilidades para entender, analizar, crear y recrear los espacios en los que el conocimiento impacta positiva y fecundamente la vida de las personas y el bienestar de la comunidad social. Esta convicción se cristaliza ahora, no por la pluma de catedráticos humanistas, sino por un ejercicio juicioso, aplicado y gratamente sugerente de estudiantes de las diversas facultades de nuestra Universidad Santo Tomás, que han comprendido que la excelencia académica y la riqueza que les aporta la formación disciplinar no desplazan ni están al margen de un compromiso real y cercano al bienestar de las personas, y que va más allá del ámbito de lo meramente económico, tecnológico o científico.

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