Angie Paola Ticora González*

Algunas de las conclusiones más importantes de este corto tiempo de mi vida como mamá: He aprendido a ser más fuerte y a defender mis ideas ahora que me siento como ejemplo de mi hijo, la vida se queda corta para todo lo que uno quiere hacer y ver vivir a un hijo y la vida en pareja tiene otro sentido y los fines de semana son lo más esperado para compartir en familia.

Elver Elian Beltrán Moreno*

Fabian trata de recordar por qué siente malgenio hacia su mamá ¿Qué fue lo que me hizo?, se repite una y otra vez perdiendo la noción del tiempo... Al entrar en razón, se da cuenta de que está parado bajo la ducha, no hay agua corriendo, se encuentra en un estado imperturbable, asfixiando por una mezcla de sentimientos que nublan su consciencia. 

Dora Alejandra Ortiz*

Me despierto con el insurgente, y ávido de fuerza, sonido progresivo de un grupo de pajarillos que alguna vez dijimos cantaban en las tardes, desapercibidas por los ruidos de los carros, las motos y la incipiente huella del humano en voces y gritos y murmullos afuera, en la avenida. Hace mucho que no me detenía a pensar en los pajarillos, sin rostro, sin color, sin imagen, aún desconocidos por mis ojos pero que han logrado seducir mis oídos cansados un poco, de tanto ruido, ausentes de sonidos verdaderos.

Andrea Elizabeth Quiroz Palles*

Detrás de la calle perdida, apareció aquel hombre de chaqueta negra. Parecía un poco confundido, caminaba de un lado a otro sin decidirse por dónde avanzar. El confinamiento de dos meses nubló un poco su esperanza. El virus pasó con una oleada mortal, encontrando desprevenido a cualquier ciudadano de aquí y de allá. Las noticias atiborraban su estado de ánimo y procuraba mantenerse firme en su soledad, afrontándola con pasajes de novela de todos los tiempos. No tenía familia, pero sí “amigos” que lo saludaban desconfiados desde la ventana y le compartían algunos alimentos.

Jaime Andrés Durán Lamprea*

Llega marzo y con él un desinterés al ver como con el pasar de los años se ha ido perdiendo poco a poco ese sentimiento tan gratificante de estar próximo a un nuevo año de vida. Al principio, pensaba aprovechar ese día para coger mi moto e ir a conocer algún lugar nuevo, ya que cada vez se hacía más grande la necesidad de volver a sentir las caricias del viento rozando mis mejillas y la única e inigualable sensación de excitación que se produce al acelerar a fondo mientras sumó más y más kilómetros a mi historial. Así, pasaron pocos días entre clases, una que otra salida, y tiempo en familia; todo marchaba bien para nosotros, mientras que en el resto del mundo se iba expandiendo a gran velocidad un virus que nos marcaría la vida para siempre, la COVID-19.

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