David Leonardo Ardila Segura*

El fútbol, conocido por muchos como el deporte más influyente alrededor del mundo, ha sido uno de los escenarios más importantes para la religión. Esto se debe no solamente a los propios deportistas, los cuales antes de disputar cada encuentro se encomiendan a su Dios, sino además todos aquellos que hacen parte y que viven del deporte antes de ir a «El Templo»1  para alentar al equipo al cual han decidido seguir, de una u otra forma, se encomiendan a Dios para que al volver a casa sea con una sonrisa después de observar las buenas actuaciones del equipo y los triunfos que son el objetivo de todo hincha.

 

María Paula Espejo Vinasco*

La mujer ha sido a lo largo de la historia subvalorada en la sociedad, considerándola, incluso, como un ser inferior y atribuyéndole unos determinados patrones que deben seguir para cumplir con las expectativas que tiene la sociedad en relación a ella, estos estereotipos de género, transmitidos a través de la influencia social, son los que hacen que la mujer tenga menos posibilidades que el sexo masculino. Ahora bien, aunque dichos aspectos han sido reforzados y en gran medida creados por la religión, una de las mayores fuerzas culturales de todas las sociedades, no ha sido esta la única responsable de la construcción de esta inequidad, pues otros estamentos como son: la ciencia, el lenguaje, los medios de comunicación e incluso el mismo Estado, han facilitado el mantenimiento de esta desigualdad.

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