Paola Torres Villate*

Un miércoles de octubre, durante mi jornada laboral, escuche sonidos que venían de la calle que son propios de una protesta  y debido a que durante esa semana los medios de comunicación y las personas en los medios de transporte no paraban de hablar de las marchas estudiantiles y de cómo estas paralizan el tránsito normal de la ciudad, comprendí que se trataba de la marcha nacional por la educación promovida por los estudiantes de las universidades públicas. Así la viví.

Juan Sebastián Giraldo Ruiz*

Durante muchos años se ha tomado la homosexualidad, como una enfermedad, una anomalía genética o, simplemente, como un pecado. Pero ¿realmente es la homosexualidad una enfermedad? ¿Por qué hay personas que aún creen que la homosexualidad puede ser contagiosa? Entendamos por una vez qué se siente ser homosexual y qué razones la convierten en un aspecto natural del ser humano y no una degradación de éste.

Jhon Fredy Maldonado Ruiz*

Hace unos días, eufórico por la idea de publicar en una revista o de que se conocieran parte de mis pensamientos e ideas (creyendo que a alguien le pueden interesar), envié una propuesta escrita por correo electrónico. La respuesta fue lacónica y reflejaba muy bien su contenido: “agradezco su propuesta. No son algunas líneas, son más de 11 páginas y no tengo tiempo para leerlas”.

Laura Daniela Cortés Moya y Karen Sofía Rodríguez Barbosa*

¿Vandalismo? No lo sé. Es una palabra que tiene muchos significados en un contexto como Bogotá. El graffiti para mí, va más allá que pintar una pared. Hay más cosas atrás. El graffiti es arte, es una representación que expresa lo que pienso, lo que siento; es una forma de plantar mi huella para que el mundo me recuerde; es una forma de resistencia; es una expresión artística que permite que la sociedad conozca quien soy. El graffiti crea colores, genera trazos, todos llenos de forma con distintos tonos que componen un mensaje, pensamientos y sentimientos que le dan una identidad, una estética a cada pared que compone a esta ciudad gris.

Paula Lorena Clavijo Soto*

El presente artículo habla de la importancia del perdón en un país como Colombia y la forma en la cual el amor es la solución a tanto dolor causado por la guerra. También se recopilan las historias de víctimas de la violencia que lograron superar los momentos difíciles, superar el pasado y cómo perdonaron a quienes los hirieron para vivir un mejor presente. Finalmente se identifica que la única forma de amar verdaderamente es dando el perdón y que estas virtudes solo son dadas por Dios.

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