Sebastián Sons Salamanca*

Llega enero, preparo mis maletas para viajar a la Plata, Huila en compañía de mi padre donde fue criado durante toda su infancia hasta los 18 años. Salimos a las 2 am de Bogotá para estar llegando a las 10 am, al entrar nos saludan los perros batiendo la cola de una forma muy alegre; por el sonido del carro, mis tíos salen a saludarnos y a darnos la bienvenida, nos hacen el desayuno, después hablamos con ellos para saber en qué trabajo les podemos ayudar en la finca. Allí hay cultivos de yuca, plátano, café, maíz y guanábana. Después de hacer nuestro trabajo en los diferentes cultivos, nos dirigimos a almorzar; descansamos media hora para seguir trabajando, luego nos espera un baño con agua caliente para finalizar nuestro día con la cena. Al día siguiente me despiertan a las 6 am para ordeñar las vacas, con la leche hacemos cuajada y pan, luego mi tío me pide que lo acompañe para coger café, agarramos dos bultos, lo descerezamos en una máquina, luego lo ponemos a secar al sol y por último lo colocamos otra vez en el bulto para ir a venderlo al comité de cafeteros de Colombia que queda en el pueblo; por la tarde hago el almuerzo en compañía de mi tía, pasado el tiempo decido ayudar a mi otro tío a podar las hojas de la mata de plátano para que no se seque por completo.

Valeria Díaz Fernández*

Era un día como cualquier otro, nublado con intenciones de llover; me desperté como de costumbre a las 5 de la mañana me bañé, me arreglé, desayuné y me dirigí al colegio. Estaba cursando el grado séptimo y estaba en la quinta hora cuando llegó un profesor a decirme que habían venido a recogerme; sinceramente no tenía ni idea de qué era lo que estaba pasando, pues normalmente cuando me recogían antes de la hora de salida era o porque estaba enferma o porque tenía cita médica y yo sabía perfectamente que no tenía cita médica ni nada por ese estilo, pero de igual manera salí.

María Paula Gómez Sarmiento*

A lo largo del tiempo en la mujer siempre se ha implantado esa ideología de tener a un hombre como pareja y poder formar esa familia “perfecta”. Cuando se habla de familia no se puede dejar de pensar en ese típico modelo estadounidense conformado por un padre, que es el que trabaja día a día y una madre que se queda en casa, se encarga de los oficios y además cuida del hogar y de sus hijos. Lo que no nos cuentan las novelas, ni películas es que esto no es tan fácil como nos lo pintan, y cuando no se cumple con estos estereotipos que ha creado la sociedad la vida no es tan fácil, o al menos eso me sucedió a mí.

Paula Vanessa Valenzuela Guerrero*

A lo largo de la historia la migración de jóvenes del campo a la ciudad en búsqueda de mejores oportunidades ha sido consecuencia del machismo. Esta es la historia de Silvia, una niña que con tan solo 13 años tomó la decisión más importante de su vida. Su familia estaba conformada por 10 hermanos; su madre una campesina dedicada al hogar y su padre un campesino dedicado al cultivo y la ganadería.

Buscador