Andrés Camilo Gil*

Son las seis de la mañana y ya llevo tres alarmas pospuestas por la inherente sensación de despertar, el esfuerzo por comenzar clase en mi nueva realidad es cada vez más agobiante, quisiera posponer las clases, así como pospongo a Queen quienes me despiertan cada mañana con Don’t stop me now, qué irónico ¿no?, termino la primera clase del día y ya estoy cansado, no físicamente sino mental y de ánimo. Me preparo como cada mañana a hacer esa llamada, aquella la cual me reconforta, pero, también, me entristece desde aquel 18 de marzo cuando la noticia de un cierre de fronteras quebró la tranquilidad de la llamada rutinaria.

Karol Nicol Morales Sepúlveda*

Hace un par de meses los colombianos recibimos una noticia supremamente inesperada, entramos en una cuarentena preventiva obligatoria. Ya han transcurrido dos meses desde este momento y toda una nación ha tenido que acoplarse a este nuevo estilo de vida; no ha sido fácil en muchas áreas para los colombianos, entre ellas y la que más se ha destacado es la económica, el estar resguardados en casa le ha puesto una pare a la sostenibilidad de muchas familias, y esto los ha llevado a entrar en una intensa desesperación. Hasta el momento puedo decir que Dios ha ayudado en gran medida a mi familia, ya que no hemos pasado hambre en estos tiempos de calamidad, todo lo contrario, hemos podido adquirir muchos beneficios, tanto así, que podemos dar, en lugar de recibir.

María Daniela Tovar Martínez*

Sentir de cerca la muerte es una crónica personal en la que relato en primera persona cómo fue vivir día a día con la muerte pisando mis talones, como fue presenciar la muerte de mi abuelo materno en un día familiar, pocos meses después convivía con mi tía como un día normal y al siguiente jamás la volví a ver con vida, una semana después de la cremación de mi tía, mi abuela falleció. El duelo no ha sido nada fácil, muchas veces cuestionamos a Dios por la manera en que hace sus cosas, sin embargo, los tiempos de Dios son perfectos, no sabemos porque pasa lo que pasa, pero está en nuestras manos aprovechar y valorar todo el tiempo que tenemos con las personas que amamos, la vida muchas veces es más corta de lo que pensamos, y estoy segura de que desearíamos volver al pasado para poder pasar más momentos con ese ser amado que ya no se encuentra en vida.

Mónica Valentina Moncada Mora*

Esta historia marcó mi vida para siempre, la de la muerte de mi padre, así que será fácil determinar dónde empieza, sin embargo, considero no es algo a lo que le haya podido dar un final, pues quien haya experimentado la muerte de un ser querido, entenderá que el dolor que deja este evento nunca consigue un fin. Así pues, no solo les contaré el momento en el que esto sucedió, sino lo que ha sido lidiar con esta situación, claro está, de una forma un tanto resumida con el fin de no extenderme más de lo debido.



María Fernanda Páez Villalba*

La mañana del 31 de marzo del 2020, entre la carrera 17 y la 24 de la avenidas Caracas, en el barrio los Mártires, amaneció muerta María del Rosario Ortiz Ortiz, el frío asfalto de las autopistas bogotanas cerró los ojos para no ver el rostro de esta mujer, “Rosarito” como la llamaban sus amigas, celebraría su cumpleaños número 34 el mismo día que sus ojos se cerraron para siempre y se convirtió en un número insignificante dentro de las listas estadísticas del instituto de medicina legal, pero ella no es una mujer ordinaria.

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